La beatificación del fraile limosnero despierta el interés por su figura
Los capuchinos tienen ya documentados varios milagros del religioso de Alpandeire de cara a una canonización
El fraile limosnero, Fray Leopoldo de Alpandeire (1864-1956), es beato desde hace ahora un año y en ese tiempo el interés por su figura, que siempre ha sido notorio, se ha duplicado. En total, los visitantes a su cripta, que se encuentra en Granada, han aumentado en un 40%, y proceden principalmente de fuera de Andalucía, de comunidades como Valencia, Cataluña, Castilla-La Mancha o Madrid.
Así lo ha señalado el ministro provincial de los capuchinos andaluces, fray Rafael Pozo, que ha informado de que la orden a la que perteneció el beato se ha dedicado fundamentalmente en este año a la dimensión social de su obra, concretamente en la puesta en marcha de la nueva residencia de ancianos, que se construye actualmente en la zona de El Serrallo, en Granada.
Según el padre Pozo, las obras de la residencia, que llevará el nombre de Beato Fray Leopoldo y que estará dedicada a personas mayores pobres y solas, "van a muy buen ritmo". De hecho, está previsto que esté finalizada en 2013. El presupuesto para la construcción es de ocho millones de euros y las instalaciones ocuparán una extensión de 8.000 metros cuadrados y darán asistencia a unas 150 personas mayores, de las que cien estarán en servicios permanentes y otras 50 en el centro de día.
En lo que respecta a la posible canonización del ya beato, fray Rafael Pozo ha adelantado que los capuchinos ya cuentan con algunos testimonios de personas que aseguran haber sido objeto de un milagro del fraile capuchino. El requisito para la canonización es, según ha recordado el ministro provincial de los capuchinos, que el milagro se haya producido tras la beatificación, que se produjo el pasado 12 de septiembre de 2010. Una vez documentado el milagro, el vicepostulador de la causa habría de estudiar los casos presentados y llevarlos para su análisis all Vaticano, que es la institución que debería dar luz verde al nuevo proceso.
Sin embargo, los capuchinos se encuentran actualmente inmersos en un proceso de unificación de distintas provincias en España, como Castilla-La Mancha, Andalucía, Navarra o Valencia, de manera que su prioridad en estos momentos es reordenar las instituciones y a ello están dirigiendo sus "esfuerzos". "Tenemos ya milagros documentados, y estamos en contacto con las personas. Pero aún no se ha entrado en profundidad y no se han estudiado a fondo los casos", ha señalado fray Rafael Pozo, que confía en retomar el proceso para la canonización en un plazo aproximado de año y medio.
Fray Leopoldo fue beatificado el pasado 12 de septiembre de 2010 en un acto que tuvo lugar en la Base Aérea de Armilla al que asistieron más de 60.000 personas. Culminaba así un proceso iniciado hacía 64 años, y que tuvo como consecuencia primera que la Iglesia instituyera el 9 de febrero, fecha de su muerte, como el día del beato Fray Leopoldo. Al altar habilitado para la ceremonia acudieron unos 150 religiosos, entre ellos el arzobispo titular de Sila y prefecto de la Congregación para la Causas de los Santos, Angelo Amato, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, el vicepostulador de la Causa, fray Alfonso Ramírez, el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, y el cardenal arzobispo de Toledo y prefecto de la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, entre otros.
Nacido en el pueblo de la Serranía de Ronda de Alpandeire el 24 de junio de 1864, Francisco Tomás, Fray Leopoldo, se dedicó en su niñez a cuidar un pequeño rebaño de ovejas y cabras y a arar la tierra, y años más tarde, el 16 de noviembre de 1899, tomó el hábito de los capuchinos en Sevilla, donde continuó trabajando en el huerto de los frailes.
En el otoño de 1903 se trasladó a Granada y desde un principio desempeñó el oficio de hortelano, con estancias alternativas en los conventos de esta ciudad, Sevilla y Antequera. En 1914 regresó para quedarse definitivamente a Granada. De limosnero, recorrió los pueblos de Andalucía Oriental y en ocasiones llegó a ser insultado y apedreado, aunque su devoción, especialmente por la Virgen, no cesaba. De hecho, cuando alguien le pedía un favor, siempre instaba al peticionario a rezar tres Ave Marías. Falleció en la mañana del 9 de febrero de 1956.
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