Los biógrafos de Otero sacan a la luz el "brutal" expolio de sus bienes
Enriqueta Barranco y Fernando Girón acceden al documento de responsabilidades políticas, perdido desde hace tiempo · Además del inventario, consta el escalofriante relato de la usurpación de su casa
Expolio "múltiple", "escalofriante", "bestial" y "programado". Un "acoso" en toda regla. La usurpación de los bienes del médico republicano Alejandro Otero por parte de las fuerzas sublevadas es ya un hecho constatado y detallado. Los biógrafos del ginecólogo, Enriqueta Barranco y Fernando Girón, han accedido al proceso de responsabilidades políticas, un documento que ha estado perdido mucho tiempo y que ahora ha visto la luz, sorprendiendo a los propios investigadores por su crudeza y claridad, así como por la impunidad que desprende.
El informe, que consta de tres partes, se reparte entre el Archivo Histórico de la ciudad y el Tribunal Togado de Almería y, según precisa Girón, detalla en un minucioso inventario el expolio de su casa y el paradero de algunos de sus bienes, así como la expropiación de medio hospital de la Salud, del que era copropietario.
Según explica Barranco, el 23 de julio de 1936, 24 días antes de que se decretara el estado de guerra en la ciudad (entre el 16 y el 17 e agosto), se produjo un primer expolio en el domicilio del intelectual, uno de los más fieles activistas de la II República. Trece días antes, Otero ya había huído a México, alertado -según sostiene su familia- por Queipo de Llanos, que visitó la ciudad el 5 de julio y que, al igual que él, era masón. Su ex mujer también huyó, en su caso a Portugal, de modo que el domicilio estaba cerrado y a cargo de un sobrino.
En el expediente administrativo consta hasta la "patada" con la que abrieron la puerta de su vivienda, situada en el número 33 de la Gran Vía, en cuyo edificio actualmente se ubica la tienda de Muebles Cuesta. El coronel Santiago Taboada fue uno de los instigadores, tal y como prueba el hecho de que firmara los documentos relativos a la orden.
Aquel día se llevaron "bastantes objetos de plata y varios cuadros", si bien, el día 25 de agosto, cogieron sus libros en un segundo expolio que tuvo cierto 'marchamo legal'. "Los tiraron desde las ventanas de su casa a un camión colocado en la calle. Se llevaron toda su biblioteca médica e histórica, así como numerosas novelas", precisa Girón. La biblioteca médica pasó a la Facultad de Medicina, aunque "nunca más se supo del resto, unas 200 obras aproximadamente".
El coronel Taboada, según señala, entregó parte de otros bienes a un profesor de ciencias, curiosamente también apellidado Taboada, al que habían quemado su casa en el Albaicín. "El teniente coronel le hizo el favor de que se llevara los muebles que quisiera -un par de camas y un estrado, entre otros-, pero éste rehusó", indica. Bajo su punto de vista, el profesor, un progresista que afrontó un proceso por defender las doctrinas darwinistas, se negó a aceptar material fruto de un expolio a Otero, contra el que no había ninguna causa incoada y que, además, ni siquiera había sido juzgado.
Barranco tiene noticia de que algunas cosas pueden estar en "lugares especiales" de Granada: "Aprovechando el derecho de que parte de estos bienes valiosos fueron inventariados, de una manera bastante irregular fueron subastados y adjudicados por una módica cantidad de dinero a las personas que habían estado implicadas en la represión", señala. Por su parte, Girón apostilla que una alfombra de valor estuvo durante un tiempo en los juzgados, según se comenta.
En el inventario, además, figuran objetos, vajillas y artículos de piel, así como el mobiliario -de lujo- del domicilio. En el relato escrito también consta que "destrozaron la cristalería". Aunque es difícil poner precio al valor de los bienes usurpados, sí que es considerada "una pérdida importante" por los investigadores. Así, después de acabar la guerra, su ex mujer -a cuyo nombre estaban los muebles del domicilio tras la separación, pudo recuperar "muy poca cosa". Algunos muebles, tras un tiempo, "se depositaron en el sanatorio de Salud", relata Girón.
Barranco valora que hay que tener en cuenta que arrasaron el domicilio privado de un personaje que a lo largo de su vida hizo acopio de importantes bienes desde el punto de vista material. Domicilio que, además, estaba situado en uno de los lugares más exclusivos de la ciudad en los años 30.
Lo que no se sabrá nunca es el valor de las joyas perdidas de la familia, tanto de Otero como de su ex mujer. Entre los rumores que circulan por la ciudad, destaca el referente a la conservación de algunas de las joyas en un convento en el que la ex mujer de Otero las guardó ante la inminencia de los hechos. Rumor que, por supuesto, es sólo una conjetura.
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