El caballero pertinaz

El caballero pertinaz
El caballero pertinaz
G. Cappa Granada

06 de octubre 2016 - 01:00

Miguel Caballero sube a su Suzuki Vitara de color verde oliva bajo el sombrero blanco que le resguarda del sol de justicia que acompaña las excavaciones en el Peñón del Colorado. Es un autodidacta y, sobre todo, un hombre perseverante, de esos que no abandonan hasta haber atado todos los cabos. De pequeño jugaba el fútbol en el mismo terreno en el que hoy está buscando a Dióscoro Galindo, lo que no implicaría la nube mediática que soporta estos días si no fuera por el detalle de que en esa misma fosa está enterrado Federico García Lorca. Nació en 1959 en Sierra de Yeguas (Málaga), pero su padre era guarda del Instituto Nacional de Colonización, por lo que al poco de nacer se trasladó al que considera su pueblo, Peñuelas, donde él y su familia fueron los primeros pobladores antes de que llegaran los colonos. Así que lleva a gala ser el primer habitante de Peñuelas. "Soy un hombre libre, tengo mi ideología pero no la transmito a lo que hago", señala Caballero mientras conduce por una pista forestal con la pericia que le da ser uno de esos investigadores que tienen los zapatos llenos de tierra, lo que ha compaginado también con el polvo de las bibliotecas. Su interés por Lorca nació en el homenaje al poeta el 5 de junio de 1976. "Fui testigo de cuando apareció aquel muchacho con la bandera republicana y los guardias se le echaron encima", recuerda con el rostro quemado por el sol de Alfacar de las últimas semanas. En esta efervescencia política quedó seducido por la figura de Lorca como uno de los símbolos de la Transición.

Por motivos de trabajo tuvo que desplazarse a Madrid, pero su inquietud le llevó a ser socio fundador del Instituto de Estudios Históricos del Sur de Madrid. Al tiempo fue el portavoz de una revolución vecinal para conseguir llevar la autovía al pueblo en que residía por entonces, una lucha de años en la que al final consiguió que los políticos cumplieran con sus promesas. Su maestro en cuestiones históricas fue el profesor Fernando Jiménez Gregorio, a quien Franco "no dejó pasar de catedrático". También conoció a Antonio Domínguez Ortiz, una de las grandes eminencias en la Historia de España. Cuando falleció el insigne historiador se acercó a su hijo a darle el pésame y este le confesó que lo último que había leído su padre y que todavía estaba en su mesilla de noche eran unos libros de historia local de Madrid que le había regalado Miguel Caballero.

"Soy totalmente autodidacta, llevo muchos años y tengo mi método de investigación, algo que no se enseña en las universidades", apunta sobre un trabajo que le ha llevado a ser como un legajo más en archivos como el Catastro del Marqués de la Ensenada.

Sobre el tema lorquiano ha investigado aspectos inéditos del poeta, siempre buscando en fuentes documentales y huyendo de la bibliografía y la tradición oral. Defiende que Lorca no fue asesinado por rojo ni por homosexual, sino por viejas rencillas familiares por cuestiones de terrenos y por la sed de venganza de la familia Roldán, viejos enemigos de su padre. Esto le ha costado un largo desencuentro con la familia del poeta, aunque en un principio mantuvo estrechas relaciones con Manuel Fernández Montesinos, sobrino de Lorca, con el que llegó incluso a investigar papeles reservados de la familia mediante un poder notarial. En este contexto llegó a indagar para la familia el destino de un baúl que el padre de Lorca depositó en el Banco de España con un valor declarado de 100.000 pesetas de la época. También investigó la situación de las propiedades que los Lorca dejaron atrás con su exilio a Nueva York.

Fruto de este trabajo llegaron títulos como Federico García Lorca, vocal de la Junta Nacional de Música y Teatros Liricos (1932-1934), García Lorca en África. Crónica de un viaje al protectorado español de Marruecos; La verdad del asesinato de García Lorca. Historia de una familia; García Lorca a través de la prensa (1924-1975) y Actores para el drama lorquiano (estos dos últimos sin publicar). También ha participado como asesor en varios documentales del director Emilio Ruiz Barrachina, entre los que destacan: Lorca, el mar de moverse y Morente. El barbero de Picasso.

Tras buscar, analizar y cotejar un sinfín de documentos, Caballero ha dado a conocer en Las trece últimas horas en la vida de García Lorca el nombre y el historial de los miembros del pelotón que fusiló al poeta de Fuente Vaqueros

Aparca su desvencijado Suzuki y se expone de nuevo al inclemente sol en el Peñón del Colorado, donde el hombre tenaz ha conseguido remover toneladas de tierra para verificar sus investigaciones. Y si no aparecen las fosas asegura que no se quedará parado, que aún le quedan muchos temas que han captado su atención, lo que en él es sinónimo de que no parará hasta desentrañarlos. Hasta sus últimas consecuencias.

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