La cara extraordinaria de la Universidad de Granada

Ana Belén López Baldomero, María Domínguez del Castillo, Francisco Castillo Eslava y Cristina González López logran sendos primeros premios nacionales fin de carrera por parte del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidad

Científicas que hicieron historia

De izquierda a derecha, Ana Belén López Baldomero, Cristina González López, Francisco Castillo Eslava y María Domínguez del Castillo.
De izquierda a derecha, Ana Belén López Baldomero, Cristina González López, Francisco Castillo Eslava y María Domínguez del Castillo. / M. G.

Los premios nacionales de fin de carrera han reconocido, en su última edición, la excelencia de cuatro egresados de la Universidad de Granada. La institución suma diez de estos reconocimientos otorgados por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, cuatro de ellos como primeros premios. Además, otras quince personas participaron en esta reñida convocatoria, donde los galardones se distribuyen en función de décimas. Los premios ahora otorgados corresponden a quienes finalizaron sus estudios en 2019.

Todos ellos son extraordinarios, la mejor cara de la Universidad de Granada. Culminaron sus estudios de grado con excelencia y después han seguido trayectorias muy destacadas en sus respectivos campos. Ana Belén López Baldomero (Granada, 1997), estudió Óptica después de sentir, en su etapa de Bachillerato, que lo suyo era investigar. La curiosidad le picó en una visita al Centro Genyo dentro del proyecto PIIISA. Ahora realiza su trabajo en la Universidad suiza de Friburgo, en concreto en el Departamento de Informática.

"Una combinación muy buena"

"El mío es un caso extraño", reconoce Ana Belén desde Suiza sobre cómo se despertó su vocación por la ciencia. Siguió su impulso y se matriculó en Óptica. Aquello de aunar en una carrera cuestiones de Física con otros aspectos, como la parte clínica, le llamó la atención. "Era una combinación muy buena". También influyó el hecho de que este grado, el de Óptica, tiene una buena empleabilidad. "Si en investigación no me iba bien, tendría trabajo", recuerda que pensó.

La carrera le encantó. De hecho, este primer premio en la convocatoria del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades reconoce el extraordinario aprovechamiento que hizo Ana Belén de sus años en el grado. Rememora ese periodo "con cariño" y señala especialmente a sus compañeros.

La ciencia ha marcado desde entonces sus pasos. "Me informé de los pasos para hacer el doctorado", su siguiente objetivo. Antes realizó dos másteres, uno en Óptica y otro en Física. En su tesis abordó el uso de imágenes hiperespectrales en la identificación de materiales empleados en obras de arte, un trabajo del que destaca la aplicación directa que tiene en campos como la restauración. Ahora amplía sus conocimientos en Inteligencia Artificial y Deep Learning para avanzar en la aplicación de estas herramientas a documentos deteriorados, textos que, por el paso del tiempo o alguna tragedia, no pueden leerse. Es posible que gracias a esta granadina en unos años se puedan volver a leer obras que se creían irremediablemente perdidas. Desarrolla su trabajo gracias a una FPU, beca de formación de profesorado universitario que se extiende hasta el mes de mayo.

"Déjame descubrirlo"

Francisco de Asís Castillo Eslava (Cádiz, 1993) se matriculó en Sociología en la UGR para dar respuesta a sus inquietudes. Era el año 2015 y, de camino a una quedada con amigos, tomó la decisión de entrar en esta carrera. "Mi madre me preguntó para qué. Le dije déjame descubrirlo". El apoyo de la familia es calificado como "esencial" por este investigador. Sus inquietudes le movieron a Granada tras completar un ciclo superior de Informática. "Me di cuenta de que me gustaba, pero no para dedicarme a ello".

De la experiencia en el grado destaca a sus compañeros y los estudios. "Me acompañaron tanto el contexto como la carrera". Con el tiempo la posibilidad de dedicarse a la vía académica ganó peso. Tras terminar realizó dos másteres y consiguió una FPU. En estas semanas ha depositado su tesis doctoral y en breve le tocará defenderla. Su trabajo sigue la línea marcada por el grupo de Castillo Eslava sobre industria textil, modos de consumo, uso de redes sociales y el papel de los influencers.

"Me resultaba inverosímil que algo así se pudiera estudiar"

María Domínguez del Castillo, licenciada por la UGR en Literaturas Comparadas, señala que "cuando era adolescente, sabía muy bien lo que me gustaba, pero imaginar a qué tendría que dedicar mi tiempo y mi esfuerzo a cambio de un salario se me quedaba grande. Recuerdo que una tarde, después de asistir a una de esas ferias de orientación universitaria que organizó mi centro educativo, le dije a mi madre que la única certeza que tenía era la de la escritura. Pese a cursar el Bachillerato de ciencias, pensaba en palabras como Psicología, Periodismo, Traducción. Mi padre me habló entonces de Literaturas Comparadas, un grado que ofertaba la Universidad de Granada. Eché un ojo al programa: me resultaba inverosímil que algo así se pudiera estudiar. Sería mi primera opción".

María (Sevilla, 1997) fue admitida en la Sorbona para cursar estudios de español, y, "siguiendo el sueño ingenuo y un poco niño de quien venera la Literatura con mayúsculas, me fui a París. Duré poco: era muy cría aún, pero lo suficientemente lúcida como para saber que no me había marchado ni por los estudios ni por el español. Regresé de Francia y, sin deshacer la maleta, fui a Granada para quedarme".

"De los años de Granada recuerdo el frío, una obsesión casi enfermiza por la lectura y la escritura, el encuentro con el yo y el otro. Recuerdo los cuartos que fui ocupando y vaciando aquellos años, empapelados con dibujos y textos, Philip Glass y las palabras recurrentes, los amores ambiguos, Javi y sus cuadernos y lecturas ilimitadas, el sonido del agua, mucho dolor y mucha belleza, que es, para mí, la síntesis de esa ciudad", destaca. También rememora "a Juan, José Manuel, Ioanna, Julia, Mario, Sultana, María José, Azucena, Eduardo, a todos mis profesores, a Claudia, Javi, Mamen y Lucía, y a la literatura, ya sí, en minúsculas, indisoluble del sujeto y del objeto".

María atesora un currículo excepcional. Especializada en Virginia Woolf y Anne Carson, ha realizado dos másteres, uno en Sevilla y otro en la Universidad de Kent. Tras una beca de residencia en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores de Córdoba, se sacó la plaza para ser docente en Secundaria y Bachillerato. "Siento que es esta profesión la que me ha permitido, verdaderamente, saber del mundo en toda su bondad y su crudeza, escuchar y entender al otro, y, en algunas ocasiones, ayudar", cuenta. Ha escrito poesía (Otras aguas no, Isla Elefante) y novela (¿En qué piensas, amor?, editorial Cántico).

"La Facultad era un poco casa"

Cristina González López (Granada, 1996) se autodenomina como una "friki de la Química". Cursó Farmacia en la UGR y de aquella experiencia destaca que fue "muy divertido". Califica la Facultad como "un poco casa". Hubo muchas horas de estudio, pero también tiempo para vivir la vida universitaria. Oportunidades no le faltaron en una carrera que recuerda con cariño.

"La mayoría de las asignaturas me encantaban", señala sobre su paso por el centro de Cartuja. "Estudiar era una pasión", aunque algún padecimiento también hubo, reconoce con una sonrisa desde Nueva York, donde investiga en la actualidad en el Cold Spring Harbor Laboratory. Su trayectoria está marcada por la internacionalización. Hizo su tesis en Cambridge, donde también dio clases. "La formación en Farmacia en la Universidad de Granada es estupenda. Siempre me he sentido bien formada", asegura tras poder comparar sistemas educativos, cada uno con sus puntos fuertes y también cuestiones a mejorar.

Sobre su línea de trabajo, Cristina hizo su tesis sobre envejecimiento celular. Las células senescentes pueden servir como biomarcadores de cáncer y también como dianas terapéuticas. Estos trabajos pueden ser claves para nuevas estrategias de prevención de esta enfermedad o para desarrollar nuevos fármacos.

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