Las dos caras de la moneda educativa

Mientras 28 niños se han quedado sin plaza en el colegio Inmaculada Niña, el García Lorca, situado a escasos metros, tiene que esperar a que se cierre el proceso de escolarización para llenar sus aulas

Niños jugando en un patio del García Lorca, al que le quedan vacantes.
Niños jugando en un patio del García Lorca, al que le quedan vacantes.
C. Rodríguez / Granada

17 de mayo 2008 - 01:00

En la misma calle pero en aceras contrarias se alzan los colegios Inmaculada Niña y García Lorca. Son dos centros educativos más como los que existen en la capital, pero ambos reflejan a la perfección la realidad que hoy día 'separa' a los colegios concertados y los públicos. Escasos metros de distancia pero a kilómetros en cuanto a la demanda de escolarización. En el primero de ellos tienen a 28 padres en lista de espera y en el segundo siguen con las puertas abiertas para completar el cupo de Infantil. Lo curioso de la historia es que mientras que el García Lorca aún no ha cubierto las plazas para las clases de que dispone, en el Inmaculada Niña tienen que dejar a niños fuera a pesar de contar con tres aulas vacías para atender las solicitudes. Los padres de este centro consideran "discriminatorio" el trato de la Consejería, que se niega a conveniarle plazas en las aulas que tiene libres mientras queden vacantes en los centros públicos cercanos. Apelan a su derecho a elegir la educación que quieren darle a sus hijos y alzan la voz para recordar que detrás de todo el proceso de escolarización lo que hay son familias. Estas son sus historias.

niños repartidos

A Remedios Montosa se le ha complicado la vida con la escolarización de sus hijos. El mayor, que entraba a primero de Primaria, ha conseguido plaza en el centro elegido; la pequeña que comenzaba Infantil, de 3 años, no. "Esto supone todo un trastorno para mi familia. Cada niño en un centro, con horarios diferentes y, sobre todo, con directrices educativas distintas", explica. La mujer dice que ahora tendrá que organizar su vida dependiendo de los niños y se muestra impotente cuando ve que el colegio Inmaculada Niña podría acoger a su hija pero Educación no le da permiso.

mejor separados

Rafael Caracuel se dio de bruces con el listado de escolarización al ver que su pequeña Lucía no estaba admitida. "Somos del barrio de toda la vida y nos hemos quedado fuera". El padre asegura que hasta ha pensado en separarse de su mujer (sólo estratégicamente) para conseguir una mayor puntuación a la hora de entrar en el centro. "Parece que no entienden que hay padres que queremos unas convicciones educativas y morales para nuestros hijos", apunta Beatriz Hidalgo, otra de las madres afectadas. La joven, al igual que el resto de las familias se resiste a la obligación de matricular a su hija en otro centro. "No es cuestión de públicos ni de privados, sino, simplemente, que considero que este colegio está mejor dotado a todos los niveles y quiero que mi hija estudie aquí. Es mi libre elección", señala.

INJUSTICIA

La dirección del centro confía en que la Consejería sea razonable y coherente con la autorización que les dio hace unos años para ampliar su centro con tres clases y, finalmente, les convenie las plazas que necesitan. "Es una pena que las aulas estén cerradas y tengamos a padres en la puerta reclamando una plaza. Entendemos la normativa de la Junta a la hora de ampliar unidades, pero creemos que hay casos injustos", concluye la directora, Carmen Balseiro.

Los padres apurarán hasta el próximo 6 de junio para inscribir a sus hijos. Se encuentran a la espera de una reunión con el responsable de Planificación Educativa, Francisco Garrido, en la que esperan comprensión y una solución a este problema.

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