El Carmen de los Mascarones entra en la lista roja del patrimonio
La Asociación Hispania Nostra denuncia el estado de abandono del edificio, una casa morisca que fue propiedad de Pedro Soto de Rojas
El PSOE pide que Granada recupere la Casa de los Mascarones, el hogar de José de Mora en el Albaicín
Perdida en la calle Pagés, en pleno corazón Albaicín, se encuentra la Casa de los Mascarones, llamada así por los dos rostros barbudos que cuelgan de la fachada como si fuesen guardianes. Es una casa morisca que se erige sobre los terrenos que originalmente pertenecían a varias propiedades adquiridas por el poeta del Siglo de Oro y canónigo Pedro Soto de Rojas entre 1619 y 1632. Estas propiedades, según documentación notarial de la época, consistían en solares sin edificar, patios, corrales y diversos aposentos. Soto de Rojas, habla de su casa en su obra Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos (1652), relatando las importantes obras de reforma y construcción para transformar el conjunto en un carmen típico granadino, denominándose como Carmen de Soto. El estado de abandono del edificio, a cuyo valor patrimonial por la riqueza elementos nazaríes se suma también la lista de ilustres moradores que incluye al escultor bastetano José de Mora, ha hecho que el inmueble ingrese en la lista roja del patrimonio de la Asociación Hispania Nostra.
El Comité Científico de la misma denuncia que "el estado de conservación actual es totalmente deplorable por un abandono total de las instituciones y de sus propietarios. "En el interior se observan humedades que provocan el deterioro de los muros, maleza acusada que inunda todo el patio, acumulación de escombros, fruto de posibles colapsos de elementos arquitectónicos, además de basura y suciedad, junto a otros bienes muebles agolpados". Estos son únicamente visibles desde fuera "a través de una ventana rota y descolgada".
En el exterior, detallan, "se vislumbra la caída del cableado, así como la ubicación de señales de tráfico, toneles del negocio situado frente a la Casa e incluso cajas de refrescos y bebidas pertenecientes a este. Frecuentemente, sus muros presentan pintadas que son tapadas por vecinos o personal municipal, grietas en los muros, desconchones, y un posible riesgo de colapso en espacio público de su ajimez". Entre las singulares agresiones que soporta el edificio, destacan que "en alguna ocasión también ha sido víctima de algún accidente de tráfico, impactando sobre el inmueble".
Denuncia municipal
El equipo socialistas del consistorio granadino daba la voz de alarma a finales de 2024, cuando señalaba que a pesar de los numerosos informes de los técnicos municipales en los que "se ha instado a los dueños a acometer obras de conservación ante el estado de degradación, la realidad es que no se ha hecho nada, generando una situación de peligrosidad cada vez mayor como queda reflejado en los últimos expedientes de 2020, situación que no ha hecho más que empeorar estos años”.
Según los socialistas, los técnicos de Urbanismo habían constatado que no se ha practicado ninguna obra de mantenimiento, reforma o restauración y que el estado de la edificación se ha deteriorado “muchísimo" y aseguraban que "la fachada está perdiendo la práctica totalidad del material de que se compone, con problemas además en la estabilidad de la estructura”. Por este motivo, "desde el área se recomendaba el inmediato inicio de los trabajos urgentes en la intervención aprobada en 2020” por lo que pedían que el Ayuntamiento actuase "de manera urgente y subsidiaria".
Arquitectura
Entre los elementos que destaca la asociación de la fachada principal del edificio, señalan que, sobre la portada, se dispone un voladizo de dos pisos, un elemento que hoy evidencia la influencia de la arquitectura medieval en la Granada cristiana y que, en este caso, se encuentra decorado con canecillos. "En el primer piso del voladizo se abre un balcón adornado con una inscripción de cerámica granadina, instalada en 1926 por la tertulia literaria del Rinconcillo en homenaje a Soto de Rojas y su jardín paradisiaco. Entre el balcón y una pequeña ventana en el segundo piso se encuentra uno de los dos mascarones tallados que dan nombre popular al bien".
El frente lateral, que recorre la longitud del adarve, incluye una disposición de ventanas enrejadas en la planta baja y balcones en el piso superior, separados por el segundo mascarón. Este lateral también incorpora el citado ajimez, ventana arqueada y dividida en el centro por una columna propio de los miradores cerrados característicos de la arquitectura islámica, cuya función era preservar la privacidad del espacio interior.
El interior ha experimentado numerosas transformaciones a lo largo del tiempo, perdiendo muchos de los elementos originales, de los que hoy se conservan pocos y, lamentablemente, el famoso jardín de Soto de Rojas desapareció por completo para transformándose en un aparcamiento.
El conjunto de propiedades adquiridas por el escritor incluía también una casa morisca del siglo XVI, que se encuentra comunicada con la Casa de los Mascarones. Este edificio conserva en su interior elementos arquitectónicos de gran interés, como un patio empedrado rodeado por crujías.
Historia
El carmen sobresalía por su diseño paisajístico renacentista, que incluía fuentes, estanques, grutas y espacios para la celebración de tertulias literarias. Tras la muerte del poeta en 1660, la propiedad fue vendida y posteriormente adquirida en 1684 por el escultor de cámara, José de Mora, reconocido escultor barroco granadino. Este transformó la casa en su taller y residencia, incorporando elementos arquitectónicos característicos de la Granada barroca. El inmueble pasó a ser conocido como Carmen de los Moras, aunque también era conocido por la referencia a las máscaras talladas en su fachada que finalmente dieron el nombre actual de Casa de los Mascarones.
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