La Catedral de Granada y su protocolo contra incendios: gases eliminan el oxígeno para evitar que se propaguen las llamas

La seo granadina tiene un protocolo específico que se extiende también a la Capilla Real

Los principales incendios que han afectado a edificios religiosos de Granada

Interior de la Catedral.
Interior de la Catedral. / G. H.

Cuando pasa una tragedia patrimonial en cualquier punto del mundo o cerca de Granada la mente de los granadinos se hace una pregunta recurrente, ¿Cómo están protegidos nuestros principales monumentos? ¿Qué protocolos hay? Pasó con el incendio de Notre Dame de 2019, hace poco con el incendio junto a Santa Ana y estos días con el fuego en la Mezquita Catedral de Córdoba.

En el caso de la Catedral de Granada, como se podría asemejar con el caso de Córdoba, es la Curia Metropolitana la que activa los planes de protección tanto en la seo granadina como en la Capilla Real y el edificio de la Curia Metropolitana. Edificios que en su historia no están exentos de casos de incendio, el más grave el de la propia Curia el 31 de diciembre de 1981. Ese protocolo de la Catedral incluye detectores y gases que evitan la propagación del fuego. Ese sistema de gases expulsa polvos que eliminan el oxígeno y evitan que el fuego se propage, cortando las llamas.

La propia Alhambra también sufrió incendios en el pasado, el más importante en 1890, y tiene sus planes de protección. Echando la vista atrás, Granada ha tenido que vivir incendios importantes en edificios patrimoniales. Desde que en siglos pasados la propia Alhambra fue pasto de las llamas (el más importante fue en 1890), en tiempos más cercanos el fuego ha respetado pero hay ejemplos de espacios asolados por incendios.

El incendio de la Curia, según las crónicas de aquellos días, el fuego destruyó los edificios y hubo que asistir a cinco personas, entre ellas el arzobispo José Méndez Asensio y varios efectivos de Bomberos. El fuego destruyó las cubiertas de los dos edificios, la carpintería y los cierres de la fachada posterior del palacio, la escalera principal de éste y el artesonado mudéjar de la escalera de la Curia. No obstante, gracias a un improvisado equipo de rescate, se recuperaron piezas de valor como varias esculturas y cuadros de Alonso Cano, Valdés Leal o la escuela de Ribera, además de legajos históricos y dos terceras partes de la importante biblioteca de la Curia.

El fuego se inició en un puesto de juguetes de la plaza Bib-Rambla y penetró por las ventanas bajas y cierres de madera del Palacio Arzobispal, así como en la pintura de las paredes, ascendiendo hasta las cornisas y aleros del tejado, todo ello de madera vieja de pino altamente combustible. De ahí pasó a la Curia, penetrando en la última planta de este inmueble, donde ocasionó el derribo de las vigas y artesonado interiores.

Hubo que esperar 20 años para la reapertura de los espacios, primero el de la Curia como museo en 2002 y al año siguiente, el Palacio Arzobispal.

En la Abadía del Sacromonte hubo otro incendio en el año 2000 que acabó con gran parte del edificio, aún hoy en restauración. Se originó en el conocido Colegio Nuevo. Según fuentes del Parque de Bomberos, el fuego pudo originarse en la chimenea y nunca se pudo aclarar si fue a consecuencia de una negligencia o un descuido. Al final, el edificio colapsó. Menos mal que en su interior no había obras de arte de especial significado. Y lo más importante, se salvó la biblioteca, trabajo en el que se dejaron el pellejo los profesionales de entonces.

Otro fuego que afectó a patrimonio religioso fue el de la Basílica de las Angustias. Fue a principios del pasado siglo, concretamente la noche del 26 de julio de 1916, cuando fue pasto de las llamas la techumbre del Camarín de la Virgen. La venerada imagen de la Patrona de Granda fue salvada in extremis por devotos, que la llevaron hasta la Catedral, donde tuvo que estar durante los siguientes ocho meses. No volvió a su 'casa' hasta el Viernes de Dolores de 2017.

La iglesia de San Cecilio también se afectó por el fuego en 1969.

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