guasapeando que es gerundio

"Los chanchullos urbanísticos han existido y existen"

  • José Enrique Otero trasladó la empresa que fundó su padre de Cataluña a Granada

  • Dice que jamás ha tenido que sobornar a un político para que le adjudiquen una obra

Selfie de José Enrique Otero en la cafetería Granmería de Ogíjares.

Selfie de José Enrique Otero en la cafetería Granmería de Ogíjares.

Nació en Tortosa hace 70 años. Su padre, Eligio Otero, funda en 1956 la empresa Construcciones Otero, allá en Cataluña, pero él después la traslada a Granada. Para acá se viene él a estudiar en el Colegio del Sacromonte. Estudia ingeniería y la empresa del padre lo instala en la sede de Ciudad Real. Hasta 1978, en que viene definitivamente a Granada y se hace cargo de la empresa que fundó su padre, dedicada a obras públicas. Se llama José Enrique Otero Galiana. Un catalán que si hubiera un referéndum votaría 'no' a la independencia. Este es el hombre y el empresario.

-Hola, José Enrique. ¿Cómo estás?

-Vivo, que no es poco. ¿Sabes cuántas pastillas tomo diariamente? Unas veinte.

-¿Para qué tantas?

-Pues porque me las mandan los médicos. A veces me hago tortilla de pastillas. Aunque lo que peor llevo es lo de la diabetes.

-Llevas cinco años jubilado ¿Echas de menos la empresa?

-No, qué va. Hombre, piensa que he estado casi cuarenta años al pie del cañón y ahora me apetece descansar.

-¿Construcciones Otero siempre se dedicó a las obras públicas?

-Siempre, desde que la fundó mi padre en 1956. Por entonces había muchas obras públicas que hacer: conducciones de aguas, saneamientos, obras de riego… Las obras de conducción de agua potable y los saneamientos de muchos pueblos de Granada los hicimos nosotros.

-¿Nunca has sobornado a un concejal de Urbanismo para que os adjudique una obra?

-Jamás. Me daría mucha vergüenza dirigirme a un político o a un alcalde, por ejemplo, y ofrecerle dinero para que nos adjudique una obra.

-¿Y a ti te han pedido algo a cambio de hacer una determinada obra?

-Tampoco. Debe ser porque todos saben que somos una empresa muy seria y nunca nos hemos prestado a chanchullos.

-Pero esos chanchullos han existido.

-Claro. Han existido y existen.

-¿Cuál ha sido el secreto del éxito de una empresa que lleva 60 años en el mercado?

-Bueno, siempre que nos han adjudicado una obra por ser los más baratos sin estar en baja temeraria.

-¿Qué es eso de baja temeraria?

-Pues que a veces las empresas presentan ofertas tan baratas que ponen en riesgo la realización de la obra y no la terminan.

-¿Tú nunca has dejado una obra sin terminar?

-Nunca. Aunque a veces nos ha costado el dinero.

-¿Antes se construía mejor?

-Qué va. En este sector no vale decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora hay mejores técnicos, mejores materiales y mejor maquinaria.

-Construcciones Otero siempre se ha dedicado a obras públicas y algunas privadas. ¿Ha sufrido tu empresa la crisis del ladrillo?

-Claro, pero es que además hemos sufrido otras. Por ejemplo, tras la muerte de Franco hubo una paralización casi general de obras públicas. También la sufrimos durante la Guerra del Golfo y luego en el 92, cuando todo el dinero público iba para la Expo.

-¿Tú viste venir la burbuja inmobiliaria?

-Sinceramente, no. Durante el boom inmobiliario mis colegas siempre me estaban animando a que construyera pisos, que era donde se ganaba mucho dinero. Pero yo nunca quise meterme porque estaba a gusto con lo que hacía. Pero cuando vino la crisis del ladrillo me decían: "Tú sí que has sido listo". Creían que yo había previsto la crisis, pero yo ni la olí.

-Hubo un tiempo en que cualquier albañil se hacía constructor.

-Sí. Construía hasta el potito. Y la demanda hizo que los precios se pusieran por las nubes. Y pasó lo que pasó.

-Muchos constructores se arruinaron.

-Bueno… y otros se han llevado el dinero de subcontratistas y de clientes y han hecho suspensión de pagos.

-¿Crees que ha terminado la crisis?

-No. Está ahí todavía. Pero nosotros, gracias a Dios, podemos aguantar.

-¿Alguna obra pública que hayas construido por la que tengas predilección?

-¿Tú preguntarías a unos padres cuál es su hijo preferido? Pues eso.

-Las empresas como la vuestra siempre se han quejado de que la Administración siempre se ha retrasado mucho en pagar.

-Sí. Ahora parece que no hay tanto problema pero nosotros hemos estado hasta quince o veinte meses sin cobrar una obra. Una barbaridad. Pero bueno, llegas a concienciarte.

-¿Alguna vez tu empresa ha sido imputada por una obra mal hecha?

-Nunca. En toda nuestra historia hemos tenido tres demandas laborales que se resolvieron favorablemente a nuestro favor.

-Pero Construcciones Otero fue la empresa que construyó los viales de los Cármenes del Mar, ese desastre urbanístico en La Herradura.

-Sí. Pero a nosotros nos dieron los planos e hicimos lo que estos decían. Por eso no hemos sido imputados. Allí la culpa la tuvo los que hicieron el estudio geotécnico que no supieron hacerlo o que no previeron que aquel terreno se movía.

-Me consta que has colaborado con festivales de música y eventos culturales. ¿Tú crees que las empresas deberían colaborar con el arte y la cultura?

-Sí y lo que debería haber es una Ley del Patrocinio en condiciones. Aquí inviertes en cualquier actividad cultural y Hacienda te lo cuenta como gasto, pero no desgrava, que es lo que hacen en otros países como Estados Unidos.

-Ya que eres catalán… ¿qué opinas de esa efervescencia nacionalista allí?

-Soy catalán, gallego y aragonés por sangre y andaluz por afecto. Yo estoy a favor del derecho a decidir. Ahora bien, en el caso de que se hiciera un referéndum, yo votaría por supuesto que no quiero la independencia.

-¿Vas mucho por Cataluña?

-Ahora menos, pero tengo muchos amigos que me dicen que Rajoy, con su postura, ha aumentado allí el independentismo, algo que no hizo ni Aznar.

-¿De qué te sientes satisfecho en la vida?

-Pues… de haber hecho muchos amigos. ¿Sabes? Tengo bastantes amigos en el sector de la construcción y en la misma competencia. También me siento satisfecho de que en mi empresa haya querido trabajar todo el mundo porque siempre hemos cumplido con nuestros deberes. Jamás se me ha ocurrido quitarle un euro a un trabajador.

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