"Mientras haya chocho y cueva, que llueva"
Excursiones con harry por granada
HASTA las narices. Me tiene hasta las narices. Este Harry no tiene hartura. Ahora va y me dice que no quiere irse de Guadix sin visitar alguna cueva. Yo le había dicho que si nos quedaba tiempo por la mañana iríamos al barrio de las Cuevas, pero después de la opípara comida no me apetecía en absoluto. Se lo digo y él pone ojos de cordero degollado. Sabe que eso me encoge el alma. Al final le digo que de acuerdo, que iremos al barrio donde se concentran más cuevas, pero una visita rápida y regresamos a Granada. Creo entender por su reacción que mi amigo irlandés no ha sabido escapar a esa subordinación sensorial que pone el paisaje de una tierra que se hace imposible olvidar.
-¿Sabes que yo estuve enamorado de una chica de Guadix, Harry?
-¿Sí? ¿Hacer mucho tiempo de eso?
-¡Puf! Aún no votábamos los españoles.
-Bueno, ahora vosotros votar mucho. ¿Saber tú algo de ella?
-¡Nooo! De eso hace más de cuarenta años. Se llamaba Pilar y estudiaba para enfermera. Además, fue un amor platónico, de esos que ni la amada se entera.
Al hacer un resumen de lo que había visto en Guadix, Harry me cuenta que le había impresionado el paisaje de cárcavas y malpaís que existía en la zona. Un paisaje tan fotogénico como hermoso que ha servido muchas veces como escenario de cine. Se lo revelo a Harry mientras tomamos café en el hotel Comercio. Tras una comilona yo hablo para espantar en la medida de lo posible la modorra de la siesta. Le digo a Harry que por aquellos contornos se han rodado muchas películas, casi setenta, la mayoría de pistoleros. Y que alguna de ellas se ha rodado en cuevas como Morena Clara, de Florián Rey. Harry asiente con la cabeza porque dice el paisaje que él ha visto se presta a ello.
-Sí, yo en algunos momentos creer que estaba en Arizona.
Entonces le informo a Harry de que hubo un tiempo que a los directores de películas del Oeste y de aventuras les dio por rodar en Almería y Guadix.
-Si te das cuenta Harry, este paisaje es muy singular y para rodar una película lo mismo puede ser las estepas rusas que un desierto mexicano o Afganistán o Turquía. ¿Sabes que aquí se rodaron parte de películas como Indiana Jones y la última cruzada, Doctor Zhivago o El bueno, el feo y el malo? ¿Y que había una locomotora de vapor Baldwin que se reparó para las películas?
-¿Y ya no hacer filmes aquí?
-No. Debe ser que ahora los paisajes los hacen por ordenador.
Para amenizar la sobremesa le cuento la anécdota de aquel gitano de Guadix que fue contratado de extra para trabajar en una película del Oeste. Él hacía de indio americano. Todos los días le pintaban la cara y solo tenía que gritar como los indios cuando el director lo mandara. En un descanso del rodaje, a la hora de la comida, la mujer del gitano le llevó el almuerzo en una olla. Era un guiso de patatas con unas zanahorias. Al ver el gitano el contenido de la olla, se levantó y le dio una patada que hizo volcar el contenido. Entonces se dirigió a la mujer y exclamó:
-¿Tú te crees que esto es comida pa un artista?
Harry se ríe de mi anécdota al tiempo que me requiere para que me levante de la mesa e iniciemos el camino hacia el llamado Barrio de las Cuevas. Mientras vamos hacia el coche le explico que en Guadix hay uno de los asentamientos humanos más antiguos porque al ser la tierra arcillosa y blanda ha permitido que las personas vivieran en grandes huecos excavados en ella. Y que esas cuevas trogloditas que cuando llegó el progreso se abandonaron, ahora han resurgido como atracción turística. Le digo a Harry que al estar excavadas en la tierra se consigue un aislamiento térmico que hace que la temperatura se mantenga constante durante todo el año. Cálidas en invierno y frescas en verano, rústicas y acogedoras, sus paredes encaladas y la sencillez de las formas enamoran a todo el que las elige como alojamiento turístico.
-¿Tú nunca has dormido en una cueva, Harry?
-No. Nunca. Yo si poder pero Dorothy no. Ella padecer claus… ¿cómo llamar?
-Se llama claustrofobia, pero Harry te digo que es una delicia dormir en una cueva. En invierno calentita y en verano fresquita.
El Barrio de las Cuevas de Guadix es uno de los barrios más singulares de España. Con recovecos y trazado sin que haya habido unos planos concretos, su recorrido es una encrucijada del tiempo. Las cuevas son una creación posterior a la época árabe-musulmana. Sus orígenes hay que buscarlos inmediatamente después de la toma de Granada por los Reyes Católicos. Al parecer, aprovechando los numerosos cerros de arcilla fácilmente desmenuzable, los forajidos y moriscos que fueron obligados a abandonar la medina tras la toma de Guadix por los Reyes Católicos en 1489, se refugiaron en dichas cavidades que, posteriormente, perfeccionaron la técnica de pico y pala para excavarlas siguiendo los consejos de maestros alarifes. La rebelión morisca de 1568 y la posterior represión de este colectivo por las tropas de don Juan de Austria aumentaron el número de refugiados en las cuevas incrementando así el número de población que se organizó en comunidades estructuradas siguiendo el trazado anárquico de las cuevas. Después sirvieron como vivienda con la depuración de la técnica del picao.
-Los albañiles, Harry, con un pico le iban dando la forma a la vivienda. Cada concavidad era una habitación, o una cochinera, o una cuadra para el ganado… Si hacían falta estancias no había más que excavar más. Eran trogloditas en toda regla.
-¡Uf! ¿Animales y personas todas bajo mismo techo?
-Claro. No podía ser de otra manera. Es lo que había. Así llegaron a vivir hasta cuatro o cinco mil personas de un estatus social bajo, pues la mayoría de los vecinos era gente pobre. En los años sesenta y setenta empezaron a deshabilitarse y ser abandonadas. Pero en los noventa hubo una fiebre por rehabilitar cuevas para vivir en ellas o para destinarlas al turismo. Este barrio, por ejemplo, es un atractivo turístico más.
Le digo a Harry que hay un fotógrafo en Guadix que se llama Torcuato Fandila que ha sabido como nadie fotografiar la esencia de estas viviendas. Y le llevo al mirador del Cerro de la Bala desde donde se ve el barrio en toda su amplitud. Harry quiere imitar a Torcuato, saca su cámara y comienza a fotografiar desde todos los ángulos. Son impresionantes los contrastes del blanco de la cal con los amarillos de los y los ocres de los farallones de tierra arcillosa labrados por el viento, el agua y el hombre. Y la luz del atardecer sobre los cerros horadados, que hace comprender al observador que está admirado una postal tan peculiar como hermosa, tan singular como atractiva, tan de nuestra esencia como el barro que permitió a Dios ser primer alfarero y al hombre el primer cacharro.
Después entramos en una cueva-vivienda. Es de Paco, un joven que la heredó de sus padres y después de estar muchos años cerrada la ha rehabilitado para pasar en ella los fines de semana. Harry recorre las estancias con admiración que aporta la novedad para unos ojos y el silencio de un cartujo. Si hubiera que poner el título a una película sería 'Harry el embobao'. O tal vez 'El bueno, el feo y el atontao'. El irlandés pide permiso para echar fotos y Paco le dice que "las que quiera". Se le ve orgulloso al chaval por el trabajo realizado por los 'picaores' en su vivienda. Las habitaciones están adornadas con cobres, cerámicas y utensilios antiguos de aperos.
-¿Y no caer nunca una cueva?
Paco le dice que alguna se ha derrumbado, pero que ha sido por abandono.
-Si se rehabilita y se 'pica' bien es muy difícil que se caiga- dice el dueño de la casa-cueva.
-Pero… ¿cuándo época de lluvias?
-Aquí llueve poco. Y si llueve los de Guadix tenemos un dicho: "Mientras haya chocho y cueva, que llueva"
-¡Ah! Eso estar bien. ¿Pero no ser dicho machista?
-Bueno, las mujeres pueden decir: "Mientras haya polla y cueva, que llueva".
Decía Marañón que para los guiris hay varias Españas: la España hidalga, la negra, la del sol y la de la pandereta. Y que todas son verdaderas. Sin duda la España de las cuevas también lo es.
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