Los comerciantes de Pedro Antonio afrontan con recelo las obras

Los vecinos, sin embargo, muestran su satisfacción por el inicio de los trabajos que cambiarán la imagen de la emblemática calle dándole más protagonismo al peatón

La calle tendrá durante los próximos cinco meses sólo un carril de circulación.
La calle tendrá durante los próximos cinco meses sólo un carril de circulación.
Ana González / Granada

05 de febrero 2008 - 01:00

Los comerciantes de los primeros tramos en obras de la calle Pedro Antonio de Alarcón acogieron ayer con recelo el inicio de los trabajos de remodelación en la vía. Fue el primer día pero los comercios ya empezaron a vislumbrar ayer las primeras consecuencias de las obras. Y es que la escasez de aparcamientos ha alejado de la zona a buena parte de los clientes que han decidido optar por otros espacios en los que sea más fácil dejar el coche.

María Luisa Méndez, propietaria de la Ferretería Sol asegura que la remodelación será perjudicial para el comercio. "Aunque los lunes son más flojos hoy ya se ha notado un descenso importante en los clientes. Hay que tener en cuenta que en el barrio queda poca gente y los vecinos son muy mayores, así que nuestros clientes vienen de otros barrios, principalmente en coche", opina María Luisa Méndez.

En el Hotel Internacional creen que es pronto para hablar de las consecuencias de las obras en la afluencia de clientela, aunque Belén Vargas dice que lo que sí ha notado ya son los incesantes ruidos de las máquinas que preparan los trabajos. Belén asegura que habrá que esperar al fin de semana para ver cómo van las reservas, aunque mucho se teme que descenderán los clientes por la dificultad en el acceso al establecimiento. Pese a todo reconoce que las obras son muy necesarias en la calle. "Cuando los clientes se despertaban el domingo y después del fin de semana veían cómo estaba la calle se quedaban asombrados", reconoce Belén Vargas.

En el bar Halley la insonoridad del local impide que el ruido de las máquinas llegue al interior, pero cuando Rocío Gómez mira por las cristaleras del bar se da cuenta de lo difícil que será que a partir de ahora los clientes entren a tomar una copa al local. "Al precio de la copa el cliente tendrá que sumar ahora el precio de un parking para dejar el coche y eso va a hacer que descienda mucho el número de clientes", reconoce Rocío, aunque asegura que estéticamente "la calle va a ganar mucho".

La opinión es mucho más optimista entre los vecinos, que han acogido las obras en la calle como agua de mayo. "Seguiremos paseando por la calle aunque esté en obras. Lo importante va a ser el resultado", cuenta Benito Garrido, vecino de Gonzalo Gallas. Paulino Vico y su mujer llevan más de 30 años viviendo en la calle y todavía recuerdan cuando la calzada de Pedro Antonio de Alarcón era de barro. "No hay molestias cuando las obras son para mejor", narra Paulino. Su mayor satisfacción será que la calle tenga árboles y nuevas farolas y que desaparezca la segunda "y hasta tercera fila de coches".

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