Una crónica al borde de la querella

A la vista de tanto desatino político, el periodista debe ejercer la crítica; pero con cuidado, no sea que termine en el banquillo · Ahora bien: cuando mencionan a bucaneros y piratas somalíes, contenerse es muy difícil

Víctor Sánchez, alcalde socialista de Atarfe, en una visita a los juzgados de Granada.
Víctor Sánchez, alcalde socialista de Atarfe, en una visita a los juzgados de Granada.

29 de noviembre 2009 - 01:00

A Víctor Sánchez, alcalde de Atarfe, le gusta ir de negro. Como a Johnny Cash, al que de hecho apodaban The man in black (El hombre de negro). Cash dio un memorable concierto en la prisión de San Quintín. Ese disco en directo es, de hecho, uno de sus mejores trabajos. Sánchez no está preso, pero tantos pleitos lleva en lo alto que se podría decir que está buscado.

Aunque mejor será dejarlo en ese punto y no atar más cabos, que nunca se sabe si hay una querella a la vuelta de la esquina. Y ya se pasa bastante mal declarando simplemente como testigo, así que no me quiero figurar cómo será la cosa yendo de acusado.

Víctor Sánchez consigue sacar lo peor del PP. A los populares les indigna tanto su proceder que no dudan en definir Atarfe como "la Marbella de Granada", declarar que allí aplican la ley más o menos en la misma medida que la aplican los piratas de Somalia y concluir que aquello es "un cachondeo institucional" permitido por la dirección provincial del PSOE, que a su vez es "una nave de bucaneros".

Ahora, que venga otro y diga algo más gordo.

Sugerencia: que en la próxima rueda de prensa, como quien no quiere la cosa, el pepero de guardia diga algo sobre las rotondas de Atarfe. Que no deje de mencionar que los elementos que las adornan dañan la vista y que culpe de ello sin dudarlo al maléfico Víctor Sánchez.

De nada, de nada. Para eso estamos.

El que se vació de esa forma se llama Antonio Granados, es diputado provincial y nada más soltar la andanada mostró su convicción de que obtendría en breve una respuesta por parte de Juan Manuel Fernández, senador socialista al que calificó como "el doberman del PSOE".

De ser cierto eso, habría que preguntarse entonces de qué raza es Granados, porque atacar también ataca lo suyo. Pero mejor será no mezclar políticos y perros de presa; ahora que lo recuerdo, a un periodista que hizo algo parecido -aunque con la diferencia sustancial de que no hablaba de un político, sino de un juez- le cayó una querella de las gordas. Que es, recuérdese, lo que este plumilla trata de evitar a toda costa. Lo suyo es quedarse en el filo.

Sumando todas esas cuestiones sobre bucaneros, piratas somalíes y fieros canes, uno, pura curiosidad, desearía saber si en esa supuesta gruta socialista se plantean darle puerta al hombre de negro, porque está claro que su imagen pública, a cuenta de tanta demanda judicial, no es precisamente la más presentable.

Y, aunque probablemente no haga al caso, también se pregunta por qué no hacen lo propio con el alcalde de Armilla, Gerardo Sánchez, por mantener contra viento y marea en Fermasa a un imputado que, de esto ya se escribió en otro patio, se largó del PSOE minutos antes de que lo echaran pero que aun así se permite el lujo de hablar en una asamblea local socialista sin que nadie se lo impida.

Pero claro, pedir cosas así es propio de locos, porque sería como partir de la base de que los políticos son personas consecuentes. Reclamarle eso al PSOE tendría, es de temer, el mismo efecto que sugerirle a los del PP que no le sirvieran de muleta a Juan Carlos Benavides, alcalde de Almuñécar y hombre con una acusada querencia a los juzgados; que no rompieran el Pacto Antitransfuguismo aliándose con antiguos socialistas; o que por lo menos llamaran a capítulo a quien tan alegremente habla de bucaneros y piratas somalíes y pedirle que se corte, que ésos no son modales...

Horror, la duda me asalta: ¿estaré llamando inconscientes a los políticos, aun de forma sibilina? Y, en ese caso, ¿conllevará tal afrenta una querella? ¿Terminará éste que lo es en el mismo banquillo de acusados que ya han conocido algunos de los citados?

No lo quiera Dios. Pero por si acaso, que los posibles querellantes tengan en cuenta que éstas son críticas políticas. Y ya se sabe: no es lo mismo ciscarse en la madre de uno que en su madre política.

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