Granada luce radiante desde el pasado sábado, cuando arrancaron las Fiestas del Corpus. Luces de colores, toldos en las calles del centro, adornos en los balcones y en los escaparates y un runrún especial que hace reconocer cómo la fiesta late en lo más hondo del alma de la ciudad. Y así hemos llegado al ecuador de nuestra feria, esperando el día más importante de todos ellos: ese jueves que reluce más que el sol, esa jornada en que las calzadas se cubren de juncia y mastranzo para alfombrar de verde el alquitrán y los adoquines; ese día especial en el que Granada aplaude con fervor al paso de la custodia, vitoreando y alabando a Jesús Sacramentado.

Un día grande donde el sello de la tradición se mantiene indeleble y donde volverán a revivirse, tras dos años de pandemia, algunos de los momentos más emotivos y singulares de nuestras fiestas. A partir de las 10:15 horas, las puertas de la Catedral se abrirán de par en par para contemplar la salida del cortejo procesional, que vendrá precedido por la Pública, con los gigantes, cabezudos, la Tarasca y los grupos de música regional.

Se marca aquí el preludio antes de que las hermandades las hermandades y cofradías, institutos religiosos y representación de todos los estamentos del clero empiecen a transcurrir por las calles acompañando al paso de la custodia. Centenares de personas a las que se le sumarán, detrás las principales instituciones civiles de la ciudad y de la provincia, como parte del protocolo habitual del Jueves de Corpus.  

La preparación de la fiesta

La tradición granadina ha mandado que la ciudad se engalane de forma solemne para recibir a Jesús Sacramentado en uno de esos tres jueves que relucen más que el sol. Fieles a la costumbre, las hermandades y cofradías granadinas han trabajado desde el miércoles por la noche para levantar, a lo largo del recorrido de la procesión, distintos altares y adornos con los que exaltar el misterio de la eucaristía.

En esta ocasión, serán siete los altares que se podrán contemplar. Entre ellos, cabe destacar el de la Hermandad de la Virgen de la Granada, cuyo hermano mayor, Jorge Heredia, ha expresado que "es mucho esfuerzo y mucho trabajo pero la recompensa también es muy grande: ayudamos a mantener viva la tradición y la fiesta más importante que tiene Granada a la vez que magnificamos cuanto podemos el que es el eje de nuestra fe como cristianos: Jesús Sacramentado".

Como cada año, se esperarán distintas petalás al paso de la custodia. Sin embargo, faltará la tradicional ofrenda que desde la familia Bertos Herrera se realizaba desde un balcón de la Calle Cárcel Baja.

Las representaciones

Un gran número de hermandades y cofradías acompañarán, como siempre, al paso de la custodia el Jueves de Corpus. Aquellas corporaciones que cuentan con el título de sacramental son las encargadas de conformar el grueso del cortejo, con cirios - blancos o rojos, por su sentido eucarístico -, y jóvenes hermanos vestidos con su trajes de comunión. No falta en este sentido, y como parte del estamento religioso, las distintas congregaciones de monjas y frailes que residen en la ciudad, así como asociaciones asistenciales asociadas a la Iglesia. Delante de la custodia, procesionarán también los representantes del clero secular: sacerdotes diocesanos y canónigos representantes de las instituciones eclesiásticas más notables de la ciudad, como son el Cabildo del Sacromonte, el Cabildo de la Capilla Real y el Cabildo de la Catedral. 

Tras la custodia, se espera también la presencia de los máximos representantes de la curia eclesiástica, entre los que se encuentra el propio arzobispo, quien probablemente no pueda participar de la procesión debido a su estado de convalecencia. Asimismo, la Hermandad Sacramental del Dulce Nombre será la encargada de portar el palio de respeto tras la custodia. 

La corporación municipal, los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, miembros del Mando de Adiestramiento y Doctrina así como la Real Maestranza de Caballería serán algunas de las representaciones civiles que participarán activamente de la procesión, reforzando el carácter institucional de la procesión.

El paso de la custodia

Sin lugar a duda, y como reconocen los historiadores del arte, Granada cuenta con una de las custodias más importantes y singulares de la platería española del primer Renacimiento. Cada Jueves de Corpus, y también en el tradicional Domingo de la Octava, sale a las calles una de las piezas más valiosas del arte sacro andaluz: la custodia que regaló para esta fiesta la reina Isabel la Católica en 1501.

Se trata de una compleja superposición de cuerpos que van reduciéndose en tamaño y que se han ido incorporando, progresivamente, hasta configurar la imagen actual. El ostensorio que hoy conservamos fue el que regaló la reina castellana a la ciudad, y al que se le añadiría, a mediados del siglo XVI, una peana sobredorada, de planta hexagonal, hecha por Francisco Téllez. En el XVII, se añadiría un nuevo cuerpo, realizado por Juan Serrano así como otro por el orfebre Campos. Un conjunto que terminaría por completarse en el siglo XIX, con una nueva peana cuadrada de plata y que hoy descansa sorbe el canasto que fue incorporado en 1992, de manos del taller de Rafael Moreno.