Un desafío en el aula

educación | el tdah en la provincia

Entre el 3 y el 5% de los alumnos de la provincia sufre este trastorno de hiperactividad o falta de atención

Su tratamiento debe ser multidisciplinar

Una alumna realiza unos ejercicios en clase.
Una alumna realiza unos ejercicios en clase. / Archivo
P. Ingelmo · A. Asensio

03 de abril 2017 - 02:34

"Si hay algo que no aguantaba es que mi hijo me viniera con una anotación del profesor en la que se decía: 'No presta atención en clase'. Fui al director: 'Oiga, esto es como si tuviera un hijo ciego y me dijera que no ve la pizarra. ¡Si tiene déficit de atención cómo va a prestar atención!".

Este testimonio lo pueden prestar miles de padres de la provincia porque se trata del trastorno más diagnosticado entre escolares. TDAH, una siglas que se han hecho familiares los últimos años. Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se presenta de tres maneras, como hiperactividad, como déficit de atención, o los dos juntos más un tercero, la impulsividad, "un completo" o "la trinidad", en el argot.

La prevalencia en Estados Unidos es del 9% y en Francia apenas existe

Hoy día, se calcula que entre el 3% y el 5% de los escolares sufren este trastorno, lo que supone que en la provincia -donde hay matriculados poco más de 166.600 alumnos entre Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato y FP- existen entre 5.000 y 8.000 casos de TDAH. ¿Hay más ahora que antes? "No sé si se diagnostican más. Lo que sí sé es que se conoce mejor y que hay más conciencia", reseña la neuropediatra Susana Roldán.

Manuel es ya un adolescente. Tiene 16 años y fue diagnosticado a los 7. Es un experto en su trastorno, se ha preocupado de estudiarlo desde que un psiquiatra le dio un cuento de un canguro que se llamaba Trasto y se dio cuenta de que él era como Trasto. Su padre tiene 50 años y explica que él descubrió, cuando diagnosticaron a su hijo, que él también había sido un TDAH . "Pero a mí no me llamaban TDAH, a mí la única terapia que me daban era la regla de madera. Afortunadamente tuve un profesor muy bueno que se preocupó por mí y me sacó adelante".

Y es que aunque el TDAH no tiene nada de nuevo y hay definiciones de niños nerviosos desde estudios de mediados del siglo XVIII, no fue bautizado (reacción hiperkinética de la infancia fue su primer nombre) y aceptado en los tratados clínicos hasta 1968. En un principio era un diagnóstico residual y, según los países, su prevalencia es mayor o menor. En Estados Unidos es del 9% y en Francia es prácticamente inexistente, no se suele diagnosticar (lo que no quiere decir que no exista). Una nueva corriente, popularizada por el periodista especializado Robert Whitaker en su libro Anatomía de una epidemia y que en España capitanea el catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo Marino Pérez, niega la mayor. Sencillamente, el TDAH no existe. Para Pérez, "el TDAH carece de entidad clínica. Convierten en patología problemas normales de la infancia (despistes, travesuras...), los convierten en diagnósticos a medicar".

Susana Roldán conoce la corriente crítica y contesta que "quien dice que no existe no lo conoce". La especialista señala que existe tanto el infradiagnóstico como lo contrario, el sobrediagnóstico, que mete en el mismo 'saco' del TDAH todo tipo de comportamientos. No existe un único patrón que defina este trastorno, lo que obliga a los especialistas a hilar muy fino para determinar un diagnóstico. Roldán precisa que "es normal que un niño no esté sentado" que sea impulsivo, o que le cueste mantener la concentración. La línea que separa esa normalidad del trastorno es la que 'dibujan' los especialistas con una serie de criterios que vienen pautados y perfectamente definidos.

Buena parte de los casos que se tratan en la consulta médica llegan del colegio. Son los docentes los que alertan de que puede haber un trastorno en la conducta del escolar. "En el domicilio la sintomatología se nota menos", señala la neuropediatra. Es en clase, donde se exige estar sentado y un esfuerzo de concentración, donde estos chavales muestran los síntomas relacionados con la inatención, hiperactividad e impulsividad.

Una vez que el diagnóstico está sobre la mesa, llega el tratamiento. Hablamos de fármacos para chavales, que deben convivir con esa medicación toda la vida. El TDAH no se cura, pero se puede tratar. "Se aborda con un tratamiento multidisciplinar", añade Roldán, en el que también se trabaja con Educación y Salud Mental.

De lo que hablan los críticos es que en torno al TDAH se ha montado un gran negocio. La medicación que toman estos niños, que la Seguridad Social no sufraga en su totalidad, tiene un coste que se mueve entre los 50 y los 140 euros. Si se cuenta con un especialista, un psicopedagogo que apoye al chico para las tareas escolares ayudándole a estructurar y enseñándole a estudiar, se pagarán entre 15 y 20 euros la hora. Un psiquiatra privado para regular la medicación costará entre 80 y 90 euros la sesión, ya que Salud Mental del SAS no podría permitirse una atención permanente a tal cantidad de casos. Si se añade terapia psicológica, con otros 60 euros por consulta, tendríamos un gasto mensual de unos 500 euros. No todas las familias se lo pueden permitir, si bien estamos poniendo una atención extrema al muchacho. Con todo esto, evidentemente, los resultados serán buenos, aunque algunos orientadores hablarían de "sobreprotección".

El metilfenidato es el principio activo que se receta a estos niños. Libera dopamina y despierta la atención. Pero si de lo que hablamos es de un 'completo', es posible que al niño también se le recete risperidona, un antipsicótico, que hace el efecto contrario, le calma. Según la psiquiatra Teresa Guerra, con respecto a fármacos anteriores con metilfenidato, se ha logrado una liberación prolongada que reduce efectos adversos y no crea dependencia cuando se retira, si bien los niños lo suelen tomar durante toda su infancia. Entre esos efectos adversos están la pérdida de apetito y la posterior pérdida de peso -algo que puede afectar al crecimiento del menor- o, los problemas para conciliar el sueño. Las familias también tienen que lidiar con la dificultad de alternar periodos en los que se suministra la medicación con etapas de 'descanso', que coinciden con las vacaciones escolares e incluso con los fines de semana. Los menores están así en una especie de montaña rusa, con días en los que tienen el apoyo de los fármacos y otros en los que no.

José Ramón Gamo, fundador del Centro de estudios de Atención a la Diversidad Educativa, considera que la mejor forma de zanjar el debate se encuentra en los resultados. "Podemos hablar de si hay sobrediagnósticos o no, pero lo que no podemos hacer es quedarnos con los brazos cruzados ante un problema que existe y que existen las maneras de tratarlo. Hay unos síntomas y unos comportamientos y hay una manera de encauzarlos colaborando padres y profesionales".

Estudiantes con un mayor riesgo de sufrir fracaso escolar

No existe un único patrón para determinar si se está ante un caso de TDAH, pero sí hay algunos elementos comunes. "Son impulsivos, les cuesta el tema de las habilidades sociales, tienen que trabajar el tema del autocontrol, sufren déficit de atención y no aguantan estar horas sentados...", describe Esther Ruiz, trabajadora social de la Asociación Acofa de Almuñécar, que cuenta con unos 40 miembros. Otro de los problemas que sufren es un mayor porcentaje de fracaso escolar, lo que hace necesario una adaptación curricular, algo que prevé la Consejería de Educación para el alumnado con necesidades educativas. Sin embargo, para las familias, no es del todo suficiente. "Falta información entre los docentes", asegura Esther Ruiz. Por ello, Acofa organiza tanto charlas en los centros como unas jornadas anuales en el Centro de Formación del Profesorado de Motril, destinadas específicamente a enseñantes. Cuando una familia se pone en contacto con Acofa, la asociación se reúne con el tutor del chico para ofrecer información sobre cómo trabajar en el aula para evitar situaciones que desemboquen en fracaso escolar. Precisamente este mes de diciembre se inicia un proyecto en Almuñécar que tiene como objetivo "promocionar el éxito escolar" entre los menores y jóvenes con TDAH. Más información en la web de la asociación www.acofatdah.jimdo.com.

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