Crónica | Jueves Santo 2022

La pasión de un nuevo Jueves Santo

  • La Concha abre una jornada histórica en el que las cofradías volvieron a la calle, por primera vez, desde 2018

La pasión de un nuevo Jueves Santo

La pasión de un nuevo Jueves Santo / PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Un Jueves Santo ensoñado. Así resultó la jornada del 14 de abril de 2022. Un día más que especial para cuatro de las cinco hermandades que protagonizaron el día del amor fraterno: después de un aguacero el año antes de la pandemia y los dos últimos sin cofradías por las restricciones sanitarias pesaban sobre el ánimo y se resarcieron, con creces. Todo estuvo a favor de obra para dejar para esta Semana Santa un reguero de estampas e imágenes que retener y guardar - como dijo en su día el pregonero - en la cajita de la memoria.

Plaza Nueva se convirtió en un clamor durante toda la jornada, punto de confluencia de las hermandades del barrio que supieron conglomerar en el corazón de la ciudad a miles de personas. Lo hizo desde primera hora de la tarde, esperando la llegada de la primera de las cofradías, La Concepción, y hasta entrada la medianoche, cuando tomó el pulso a la madrugada el Santísimo Cristo de la Misericordia.

La búsqueda de la excelencia

El cielo de Granada la tarde Jueves Santo se tiñó de azul y plata para conjugar la presencia del paso de palio de María Santísima de la Concepción. La hermandad sorprendió de sobremanera cuando se presentó en la calle. Un amplio cortejo de nazarenos de sarga negra tiñeron el Bajo Albaicín al paso de la cofradía. El trabajo de la cofradía, madurado año a año, arroja los mejores resultados: una imagen renovada cargada de gusto y máxima categoría. Lo corroboró el paso del Señor, con un exorno soberbio a base de tulipanes y cardos morados, y los golpes de taracea que salpicaron el canasto, obra de l maestro artesano Francisco Heredia. Todo ello bajo los clásicos de Las Angustias de Alcalá en una perfecta sinfonía cofrade.

Cuando la Virgen de la Concepción irrumpió en este Jueves Santo, hubo quien no fue capaz de apartar la mirada del rostro de la dolorosa de López Azaustre. La reforzada personalidad por la que ha apostado la hermandad ha llevado a redescubrir, al fin, una de las joyas de la nueva escultura granadina. Casi todo cuanto envolvió al paso de palio demostró el mimo y el cuidado que se pone en hacer de esta 'máquina de la belleza' un joyero sublime que, afronta, poco a poco, nuevos horizontes hacia la más pura excelencia. Y así se vio en el recogimiento que transcurrió la recogida de la hermandad antes de la medianoche.

En la noche oscura

Como en el poema que escribiera San Juan de la Cruz, en La noche oscura del alma, el Santísimo Cristo de la Redención llegó clavado en su cruz sobre un calvario natural, arrollando sobre ese gran barco de talla de Guzmán Bejarano y a los sones de La Elevación de Campo de Criptana. La banda volvió a recetar una clase magistral de música, encadenado en la entrada a Ganivet una marcha detrás de otra: la grandeza de las formaciones que acompañan a nuestros pasos.

Primorosa hizo acto de presencia la Virgen de la Salud. Desbordantes esquinas de antirrhinum y rosas marcaron la diferencia de las hermandades de barrio. A compás con la cofradía, la Unidad y Música 'Ángeles' que marcaron, al son de las cornetas el paso del paso de palio: con Se arrodilla Triana llegó al palco de toma de horas, pero ante la Salud se arrodilló Granada para pedir por los enfermos y quienes necesitan de ella. 

Llega la Aurora

Con el 'hastag0 #LlegalaAurora la hermandad ha anunciado, desde esta Cuaresma, la esperada salida de la cofradía. Tres años después, se abrieron las puertas de San Miguel bajo para regalar a la ciudad la magnificencia de un cortejo nazareno. Todo ello regado del portento del andar del Señor del Perdón: un repertorio de cambios que demostró la calidad del trabajo costalero de los pupilos de Javier de la Oliva. Quedándose en el sitio, recayendo sobre los costeros, picando con la izquierda 'alante', retrocediendo sus pasos para finalmente abrir el compás. Esa fue la oración que los cuarenta hombres que laten bajo el faldón rezaron al maniatado de Diego de Siloé. 

Los vítores y los vivas acompañaron al palio de la Virgen de la Aurora, radiantemente bella en este Jueves Santo. Cadencia y compás trajo consigo la dolorosa coronada del Albaicín. Su palio blanco, jardín de las esencias, regaló la melodía de las bellotas repicando sobre los varales; la luz tenue de la candelería iluminando el rostro de María Santísima, y un vergel de flores para ensalzar la realeza de la madre de Dios.

 

Pasión por Granada

Como un ascua de luz se resplandeció Nuestro Padre Jesús de la Pasión en cuanto la noche se hizo presa de este Jueves Santo. Como nunca antes se vio al nazareno de Dubé de Luque: sublime, exquisito, antológico. La valiente zancá mecida por una nueva túnica bordada, que realzó más aún los rasgos del mejor de los hijos de la Casa de David; y la canastilla resplandeciente con la serpenteante luz de las tulipas sobre la mesa en un arrebol que despertó por la Alhacaba.

Las orquídeas, las rosas y las frecsias del paso de palio levantaron pasiones este Jueves Santo al pasar la Virgen de la Estrella. Rutilante, como un astro, brilló la presencia del último de los palios de la jornada en pasar por la carrera oficial entre los cirios y la cera rizada. Los costaleros, al a voz de Andrés Palacios, dieron lo mejor de sí mismos tras tres años de espera que partieron desde San Cristóbal pidiendo por los pequeños de la cofradía, aquellos que han venido al mundo durante la pandemia, y que no saben aún que la gloria en Granada se sueña con La Estrella al llegar a la Plaza Larga. 

Granada lo esperó

Tres golpes sobre la puerta de San Pedro y una exclamación que retumbó en el atrio: ¡Santísimo Cristo de la Misericordia, Granada te espera! Fiel a la tradición, la Hermandad del Silencio marchó al ritmo del tambor ronco, regando con puntos de cera tiniebla el recorrido del Hijo del Hombre, muerto y desvencijado en la cruz. Los flashes de las cámaras y teléfonos, imprimían la silueta del Cristo del Silencio en las fachadas de los edificios para siempre quedarse. La hermandad recupera el latido y afronta, en un cercano horizonte, un siglo de historia, queda y silente. 

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