edgar degas danza de indiferencia hacia la Alhambra
Hoy hace 125 años de la visita del pintor de las bailarinas a Granada, acompañado del italiano Giovanni Boldini Al artista francés no le impresionaron los palacios nazaríes pero quedó deslumbrado por El Greco y Velázquez
TAL día como hoy hace 125 años que el artista galo Edgar Degas, el pintor impresionista de las bailarinas, acompañado del italiano Giovanni Boldini, paseaba por las estancias alhambreñas. El francés era un artista con un carácter 'especial'. Era un hombre tímido, sensible, algo retraído, con una gran vida interior que a veces le dificultaba la relación con sus semejantes.
No se sintió entusiasmado por los palacios nazaríes en contraste con las sensaciones vividas por sus compatriotas Delacroix o por el maestro Matisse. Las relaciones de Degas con el movimiento impresionista fueron bastante complejas. A pesar de que participó en siete de las ocho exposiciones del grupo y mantuvo diferentes contactos con todos los pintores que lo constituían, se negó sistemáticamente a practicar la pintura al aire libre y su obra posee indudables resonancias realistas e incluso clásicas. Tampoco el orientalismo era muy del gusto del pintor que capturara la atmósfera del ballet. En 1889, cuando visita España, Degas se encuentra en plena etapa de su caza del movimiento, de esas capturas de la danza, que se reflejan en sus pinturas de bailarinas, de planchadoras o de figuras femeninas en general: mujeres bailando, bañándose o secándose, captadas en ese instante preciso de la realidad.
El que fuera director del patronato alhambreño, Mateo Revilla, escribió en el número 26 de Cuadernos de la Alhambra un excelente artículo en el que reseña y analiza los dos únicos documentos del archivo del monumento nazarí en los que aparece la 'D' cursiva de Degas, la firma característica del artista. Estos dos manuscritos contienen la historia de la visita del artista francés a Granada y de su relación con el pintor español Ignacio Zuloaga, y a su vez con el compositor granadino Ángel Barrios.
Los artistas Degas y Boldini, a quienes les unía una gran amistad, se dirigían a Marruecos y fue a su regreso de Tánger cuando deciden hacer un alto en el camino en Granada. El viaje les permitió asistir a una corrida de toros y admirar a Velázquez en el Museo del Prado. "Lejos de todo pintoresquismo romántico y de orientalismo no se deja seducir por Marruecos ni por Granada que brevemente visitan", reseña Revilla. De su estancia granadina queda el testimonio de su firma en el Álbum de la Alhambra, el día 21 de septiembre de 1889, o sea tal día como hoy hace 125 años. Frente a las exuberantes firmas o expansivos elogios de otros visitantes aparecen las escuetas y claras rúbricas de Degas y Boldini no arropadas por comentario alguno. Hicieron un 'no coment', un silencio que mostró su indiferencia y escaso entusiasmo por el monumento. Además, frente a las muchas referencias y elogios que aparecen en las correspondencias de muchos escritores y artistas que visitaron la Alhambra, Degas solo hace mención a Granada en una carta a su amigo el escultor Bartholomé. Fechada el 18 de septiembre de 1889 en Tánger, días antes de visitar Granada, Degas le da su impresión del viaje, que le debió fatigar y no estimularle, mostrando irónicamente su desencanto por lo que ve y su nostalgia por París. La misiva dice así: "¿Qué otra cosa pude uno hacer en un sitio así aparte de escribirle mi querido amigo? /¿Podremos repetir juntos alguna vez el viaje que ud. me ha condenado a realizar solo?.../ …No tengo nada que contarle. Le escribo desde Tánger para dejar constancia de nuestra amistad. En menos de una semana estaré de vuelta en la rue Chaillot. Mañana regresaremos a Cádiz y el viernes a las 5 partiremos de Granada. Tras este último esfuerzo, uno se siente capaz de releer las mil y una noches".
Esta insensibilidad hacia el orientalismo alhambreño contrastó con el amor que Degas sentía especialmente por la música popular española y su interés por conocer a jóvenes pintores, a quienes solía frecuentar, y ahí se encuentran los dos pilares comunes de la relación del artista galo con un joven Zuloaga afincado en París. Degas era un enamorado de la música española, gusto heredado de su padre y concretado en el homenaje que los dos retratos de Lorenzo Pagans significan. Su padre, organista diletante, organizaba soirées musicales en las que participaba Lorenzo Pagans (1838-1883), profesor de canto en París. Degas hizo dos retratos del músico catalán en los que aparece en segundo plano el padre de Degas: el conservado en el Museum of Fine on y el conservado en Arts de Bost el Quai d'Orsay, en el que la guitarra española frontalmente pintada centra la composición, como si todo el cuadro fuera un homenaje a ella. Las dos figuras ambientadas en un interior ampliamente descrito, que podría ser el estudio del padre de Degas, evocan la imagen de las soirées privadas que organizaban.
El padre del pintor, Auguste De Gas -rico banquero de origen napolitano- organizaba todos los lunes por la noche veladas musicales. A ellas solía acudir como cantante el español Lorenzo Pagans, uno de los guitarristas más populares de la noche parisina debido a la afición por lo español en la época del Segundo Imperio, atracción que se vio aumentada tras la boda del emperador Napoleón III con la granadina Eugenia de Montijo. También participaban otros cantantes, músicos y artistas, entre ellos Manet y su esposa o el propio Degas. En esta imagen el pintor quiso inmortalizar una de esas maravillosas veladas, retratando a sus dos protagonistas: el anfitrión y el cantante. El padre de Degas fallecería en 1874 a la edad de 66 años, siendo ésta la última imagen que realizó el artista de él, por lo que colgó el cuadro junto a su cama.
Ignacio Zuloaga se encontraba entre las amistades de Degas, aunque el francés era escaso en elogios a los jóvenes artistas, muy al contrario vertía duras críticas a aquellos que no eran de su agrado y ofrecía consejos a quienes 'le mostraban' algo. La relación con Degas se puede decir que le viene 'por matrimonio'. El artista español Zuloaga se casó con Valentine Dethomas, hermana del artista Maxime Dethomas, que fue quien introdujo a Zuloaga en el círculo de Forain, Satie, Carriere y Degas. En 1906 fijó su estudio en el número 54 de la Rue Caulaincourt. Frecuentó los salones de la Condesa de Noailles o de Madame de Aillavet, la ninfa Egeria de Anatole France; fue el amigo de Degas, de Boldini o de Sargent. Este último artista otro de aquellos que frecuentó el Pollinario. Zuloaga entabla amistad con Ángel Barrios, quien en 1900 fundó junto a Bazunarte y Devalque, guitarra, laúd y bandurria, el exitoso Trío Iberia. Los músicos vivieron largas estancias en París y Londres, ciudades en las que se relacionaron con artistas y escritores.
Los retratos de Pagans, y la evocación de la música española a través de ellos, hace más interesante el autógrafo de Degas conservado en la correspondencia de Zuloaga con el compositor granadino Ángel Barrios, en la que se alude a una velada que Zuloaga iba a organizar. De haber asistido a ella el anciano Degas hubiera podido oír la guitarra de Barrios, como de joven oyó la de Pagans. Se conservan varias cartas que documentan esta soirée a la que fue invitado Degas. En una carta del miércoles 5 de mayo de 1909, Ignacio Zuloaga, entusiasmado, invita al Trío Iberia a cenar en su casa, en una reunión íntima, por lo que de manera amigable les indica que vengan 'sin etiquetas ni perifollos'. La reunión de unos diez o doce amigos probablemente contaría con la presencia de Degas. La invitación a Barrios es amistosamente interesada. Zuloaga pretende una velada con música española, de ahí que le pida al maestro granadino que acuda con sus instrumentos. Además, en la misiva le comunica una visita a Rodin. La carta del día 5 no tuvo respuesta y Zuloaga envía de nuevo, el viernes 7 de mayo, una carta-telegrama, pero dirigida personalmente a Ángel Barrios, pidiéndole le diga si vendrán. La reiterada invitación deja claro el interés de que asista Ángel Barrios a una velada en la que el más prestigioso huésped sería el gran maestro Degas. No se conservan más cartas que hagan alusión a esta soirée. Tampoco se sabe si a ella fue Barrios o si tan siquiera llegó a celebrarse. Solo se conserva un corto escrito de Degas en una carta-telegrama comunicándole a Zuloaga su imposibilidad de asistir por cenar esa noche en el otro extremo de París: "Cher Mr. Zuloaga / Ne m'attendez pas./ Je dime ce soir a / l'autre bout Paris / Amitíes a votre Femme / et a vous. / Degas".
La misma 'D' en cursiva que aparece en sus pinturas y otras muchas notas escritas del mismo corte y tono. La carta se la dirigía Zuloaga a Barrios: demostración del interés que aquel tenía en invitar al 'gran maestro'. A través de Ángel Barrios ha llegado este autógrafo de Degas a la Alhambra, entre escrituras de contenidos y formas distintas y en un ambiente ajeno al gusto de Degas. Difícil sería la organización de una muestra de la obra de Degas relacionada con la Alhambra similar a la dedicada a Matisse, o al menos pobre en influencias.
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