Granada

Las enfermedades renales, la otra pandemia que oculta el coronavirus en Granada

  • La incidencia del coronavirus en los pacientes trasplantados ha sido en torno al 10% desde que comenzó la pandemia, con una mayor incidencia en menores de 65 años y en los hombres

Las enfermedades renales, la otra pandemia que oculta el coronavirus

Las enfermedades renales, la otra pandemia que oculta el coronavirus / Jesús Jiménez / Photographerssports

El coronavirus ha vampirizado a la sociedad a todos los niveles. El impacto primero ha sido en los hospitales, sobre todo en la primera ola, cuando la pandemia entró sin ser invitada y casi sin avisar, aunque este es otro asunto en el que hay opiniones contrapuestas. Hoy se celebra el Día Mundial del Riñón en un momento en el que la incidencia de las enfermedades renales aumenta cada año y ya es una “epidemia oculta”, como la califica Antonio Osuna, jefe del servicio de Nefrología del Hospital Virgen de las Nieves.

En la actualidad hay 64.000 pacientes en tratamiento renal sustitutivo en España, una cifra que ha aumentado un 30% en los últimos 5 años. “La primera causa de insuficiencia renal crónica, cuando los riñones dejan de funcionar, es la diabetes tipo 2 y la hipertensión. Y resulta paradójico que en el país en el que presumimos de la dieta mediterránea tengamos esta alta incidencia de diabetes, lo que nos lleva a que hay que adoptar medidas preventivas para no llegar a eso”, señala Osuna.

Y a este escenario hay que añadirle ahora la pandemia de Covid “cuando la media de edad de los pacientes en tratamiento renal como la hemodiálisis es de 65 años”. Claro, llega la pandemia y son pacientes muy frágiles, por lo que se ha disparado la infección en los pacientes. “La primera ola fue terrorífica, aunque se han puesto en marcha medidas para evitar los contagios, como transportes individuales cuando antes eran colectivos, tomar la temperatura a la entrada... Son medidas necesarias porque en estos casos, si hay un contagio, hay riesgo de que se propague el Covid entre el resto de pacientes”, continúa Osuna.

El trasplante de riñón ha caído en toda España por la pandemia y en el Virgen de las Nieves se han realizado en 2020 diez menos que en el año anterior porque los hospitales estuvieron cerrados durante cuatro meses. Incluso la unidad de trasplantes tuvo que ser utilizada para enfermos Covid, una reorganización obligada por la pandemia. En junio se retomó la actividad y se han hecho “bastantes trasplantes”.

A pesar de ello la incidencia de infección por Covid ha sido menos del 10% de los pacientes en tratamiento renal sustitutivo. La incidencia en los pacientes trasplantados ha sido mayor en los menores de 65 años y ha afectado más a hombres que ha mujeres. Un 11% ha padecido la infección de forma asintomática y un 88,5% sintomáticos. “Estos pacientes tienen el handicap de que están con un tratamiento inmunodepresor, por lo que se está suprimiendo el sistema inmunitario que nos defiende de los virus y la posibilidad de tener infecciones es mayor”, continúa el jefe de Nefrología de un hospital que en la actualidad tiene 1.456 pacientes en tratamiento renal sustitutivo (hemodiálisis, diálisis peritoneal y trasplante renal).

En las tres olas de pandemia han sido afectados por el coronavirus 88 pacientes trasplantados. “Hemos puesto en marcha muchas medidas, las consultas presenciales han seguido en casos en los que era necesario hacerlo así, en el resto de casos la atención se ha hecho de forma telemática. A los pacientes contagiados de Covid les hemos dado asistencia domiciliaria para que no se trasladaran al hospital, y en sus casas se les hacía seguimiento y se les tomaban muestras, así que si veíamos que los indicadores estaban bien evitábamos el ingreso y si nos veíamos obligados al ingreso se hacía con todas las medidas”, confirma Osuna.

Una de las medidas es que no podían entrar los familiares, lo que rebajó mucho las infecciones. “En trasplantes hemos sido muy estrictos en cuanto a las visitas, aunque los familiares estaban perfectamente informados de la evolución. De esta manera, en la primera ola tuvimos más contagios en los que estaban ingresados y en la segunda y tercera ola prácticamente no ha habido contagios en el hospital en las personas que estaban encamadas”, afirma Osuna

Así que las medidas “han sido eficaces”, pero el problema ha sido la invasión de contagios y la problemática especial de los enfermos renales, que son “frágiles e inmunodeprimidos”. En cuanto a la posibilidad de que la pandemia haya ralentizado el diagnóstico de nuevos casos, Osuna subraya que no se ha quedado ningún enfermo sin entrar en tratamiento por el Covid e incluso han entrado este año más personas en diálisis que en el año anterior, setenta en total.

“No hemos dejado de dar tratamiento, en ningún caso. Igual que en el trasplante, si había algún riesgo se ha realizado. Otra cosa, a nivel general, es que algunos diagnósticos se puedan haber retrasado por la pandemia, pero en nuestro caso de insuficiencia renal tenemos una consulta muy específica que no se ha suspendido en ningún momento”, recalca Osuna, aunque reconoce que en la primera ola no han podido realizar hacer trasplantes aunque el enfermo “no corría riesgo con la hemodiálisis, por lo que podía esperar porque hay otros tratamientos, se han podido retrasar unos meses, pero nada más”.

En cuanto a trasplantes renales se han llevado a cabo 47 desde junio a diciembre, en seis meses, diez menos que el año anterior en la mitad de tiempo. “Nadie puede decir que no ha podido recibir diálisis por el Covid”, señala el especialista.

En la primera ola hubo seis casos de infectados por coronavirus entre trasplantados, en la segunda ola 60 casos y en esta tercera ola 22. Claro, en la primera ola hubo un confinamiento domiciliario, en la segunda vino el verano, aumentaron las relaciones sociales... “Ahora mismo la situación está bajando, hay poca incidencia entre los que hacen hemodiálisis”, confirma el doctor Osuna.

Lenor García, en el centro. Lenor García, en el centro.

Lenor García, en el centro. / Jesús Jiménez / Photographerssports

 Una heroína con tres trasplantes a cuestas

Leonor García lleva tres trasplantes de riñón, el último el pasado mes de diciembre, en plena pandemia. Es un ejemplo para los enfermos renales y no se ha dejado caer en brazos del sedentarismo y recorre 14 kilómetros diarios. Cuando nació estuvo enferma hasta los tres años, tenía diarreas e infecciones, pero no sabían a qué podía deberse. Con 17 años se fue a trabajar para salir de su círculo y conocer mundo. Había hecho FP de Corte y Confección, pero cuando comenzó a trabajar en un restaurante empezó a tener problemas, mareos, fiebres... Y ahí, en Tenerife, le detectaron un problema renal en 1984. Así que regresó a Granada, empezó en diálisis y su primer trasplante fue finalmente en Tenerife. “Estuve 8 años trasplantada, pero mi problema era de uréter y tenías las mismas infecciones aunque siempre intenté que mi enfermedad no me limitara”, señala sobre una operación en la que, además de un riñón nuevo, ‘recibió’ el anticuerpo de la hepatitis.

“Al volver he tenido muchas patologías, he entrado muchas veces en el quirófano y pensé en tirar la toalla, me operaron hace 17 años de un tumor en el útero y a partir de ahí intenté luchar de otra manera”, recuerda. Y fruto de esta lucha se operó de nuevo en diciembre, en plena pandemia. “Lo tenía complicado pero tuve suerte, hay varias listas y yo estaba en la de inmunizados porque tenía muchos anticuerpos y he tenido la gran suerte de que mi tipaje era muy raro, pero el del donante también. Al principio costó porque el riñón había estado mucho tiempo en frío pero ahora estoy muy bien andando todos los días 14 kilómetros para coger músculo porque en diálisis no podía”, afirma. “Ahora he dicho riñón nuevo, vida nueva”.

Esta tercera operación ha sido más difícil por el Covid, ya que en otras ocasiones podían entrar los familiares una o dos veces al día, pero con la pandemia esto era imposible, así que quedaba con su marido para que se pusiera en un sitio concreto frente al hospital para poder saludarlo desde la ventana. “El día se hace interminable, y la noche más aún”, señala.

La alimentación, la clave

Irene Arroyal, nutricionista de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (ALCER), está acostumbrada a mirar a los ojos a los pacientes a diario. Y con la situación actual de pandemia ha detectado que los enfermos renales tienen miedo.

“Paso casi todas las consultas de forma online porque muy poquitos quieren de forma presencial por la pandemia. Son personas que de por sí tienen una actividad más sedentaria porque tienen fístulas y otros problemas y ahora son más sedentarios aún”, señala. Y es que la movilidad es muy importante en las enfermedades renales.

Curiosamente, en el país de la dieta mediterránea hay más incidencia porque la población española hace cada vez menos actividad física y la alimentación es clave para no entrar en una diálisis con lo que sufre. Comer alimentos procesados, comida rápida, cada vez más estrés y ansiedad, “son muchos los factores que hacen que no cuidemos la alimentación y que no ingiramos fruta, verdura o un consumo normal de proteínas”, afirma.

Y en este contexto, la obesidad infantil sube de forma alarmante. “Una de las primeras causas de enfermedades renales, a de que haya predisposición genética, es la diabetes de tipo 2, que está asociada a la obesidad en muchos casos... Hay muchas enfermedades primarias que la gente se cree que tomándose una pastilla se controla y no es así, todo depende de nuestro día a día y no nos cuidamos. Cada vez hay más diabetes infantil, son personas que en el futuro van a desarrollar patologías y es que falta educación nutricional para cualquier enfermedad, pero también para las personas que están sanas”, concluye.

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