Un espacio para 'curar' la imaginación

En la octava planta del Hospital Clínico hay un espacio diferente. No hay instrumentos médicos, camillas, medicamentos o aparatos sino juegos, pizarras, ordenadores, cuentos, pinturas y sobre todo mucho color e ilusión. Es el aula hospitalaria, donde los niños normalizan su vida a pesar de estar en un hospital y durante un rato son eso: niños que juegan y ríen más allá de los sueros, los tratamientos y las situaciones médicas que les obligan a salir de su entorno y permanecer en un hospital.

Desde hace tres cursos, el aula cuenta con un taller de lectura donde, en colaboración con la Asociación Entrelibros, se fomenta este hábito entre los más pequeños. "Es una actividad preciosa para los niños y también para los padres, que vienen con ellos. El objetivo es dedicar un tiempo a la lectura con una connotación especial ya que se priorizan las relaciones personales, se fija el contenido y hay una forma especial de leerlos", explica la maestra del aula, Toñi Bolívar.

En la clase hay un "rincón de lectura" que cobra vida una vez a la semana. Ese día van cuatro o cinco voluntarios de la asociación más la maestra, niños y padres y se hace una selección de libros en función de la edad de los menores. "Participan todos y aunque al principio dicen que no al final se enganchan todos. Incluso los padres dicen que les gusta participar porque después en casa siguen esta forma de lectura para inculcarles el hábito", comenta Bolívar.

Además, si un niño quiere participar pero por recomendación médica no puede ir a la clase, no hay problema. Los voluntarios les acercan los libros hasta las habitaciones para que no pierdan la oportunidad y puedan disfrutar igual.

Los libros que componen su biblioteca son extensos y tienen diversas procedencias. "Todos los años los Reyes Magos se acuerdan y nos traen alguno. Además, la asociación con Cicode nos dio una beca con libros que guardamos aquí. También hay libros del hospital y lo que yo llamo libros solidarios, los que nos dan otros padres, otras familias", asegura la maestra. Y es que no sólo con los libros sino también con el resto de material educativo y de juego, se encuentran con donaciones de padres que permiten que igual que sus hijos pudieron jugar mientras estaban hospitalizados, otros que vengan después también puedan seguir haciéndolo con más juegos.

"Todas las actividades que se hacen aquí son voluntarias pero tenemos muy buena aceptación. Los niños son muy activos y tienen que estar muy malitos para no venir. Este es un espacio diferente, que les da seguridad y que los saca de las habitaciones", incide Bolívar, convencida de la 'terapia' que supone para un niño poder jugar y estar rodeado de juegos y más niños para superar también sus dolencias.

Además de jugar, en el aula se refuerza la actividad curricular de los niños hospitalizados durante temporadas largas. "Lo que priorizamos es la educación obligatoria, Primaria y Secundaria. Pero también Infantil y yo incluso abro el aula a los bebés. Me gusta que los traigan sus padres para que se integren", aseguró Toñi Bolívar, que lleva tres cursos en la clase después de otras actividades pedagógicas.

En la clase hay dos zonas. Una dedicada a los más pequeños y otra para los mayores con mesas, sillas y ordenadores como en las clases del colegio de verdad. De hecho, Educación está detrás de estas aulas porque el trabajo de apoyo curricular se realiza en colaboración con los centros educativos de los menores para que no pierdan las lecciones que les tocarían mientras están ingresados y puedan después volver a incorporarse a su clase con normalidad.

Y todo en colaboración expresa con el equipo médico. Son los que valoran si se puede salir de la habitación según criterio médico, hacer ciertas actividades y entrar en contacto con otros niños. Pero toda la planta de Pediatría está muy concienciada con esta clase tan especial que sube el ánimo tanto a los niños como a los adultos.