Estudiantes de la Universidad de Granada recurren al pirateo de software de pago para realizar sus trabajos

Graduados en Comunicación Audiovisual y Bellas Artes, entre otros, exponen un problema cada vez más habitual en los centros educativos españoles

La Universidad de Granada prevé aplicar medidas cautelares en las denuncias por acoso

Hospital Real de Granada, sede del rectorado de la Universidad
Hospital Real de Granada, sede del rectorado de la Universidad / G. H.
Daniel Valle

Granada, 26 de mayo 2025 - 05:30

Los centros educativos españoles, incluyendo la Universidad de Granada, integran cada vez más programas informáticos a sus planes de estudio. Sin embargo, la mayoría de estos -o, al menos, los que se utilizan habitualmente en el mercado laboral-, no son gratuitos: requieren de la adquisición de determinadas licencias, algunas de un único pago y otras de mensualidades. Ante este contexto, en determinados grados y másteres, esas licencias suponen un problema. En un encuentro reciente entre el rectorado y el estudiantado, una de las quejas transmitidas a la máxima institución académica era que se veían obligados a obtener por sus propios medios herramientas que necesitan para realizar las tareas contempladas en las asignaturas. El perfil del estudiante no suele caracterizarse por su poder adquisitivo, por lo que muchos de los estudiantes se ven obligados a recurrir al pirateo.

Sergio Rodríguez, nombre ficticio para proteger su anonimato, es un recién graduado en Comunicación Audiovisual por la UGR. Como su propio nombre indica, estos estudios cuentan con un marcado componente digital en el que son necesarias herramientas informáticas para tareas del día a día, como editar las piezas grabadas, realizar maquetaciones o hacer procesos de post-producción. Si bien el centro granadino cuenta con una gran cantidad de material, como cámaras, micrófonos, trípodes o un estudio de televisión, el ámbito digital parece ser la pata más coja de la mesa. "El grado está muy bien equipado en lo que a material físico se refiere. En los cuatro años que estuve cursándolo, nunca sentí la necesidad de comprar una cámara, un trípode o un micrófono, todo nos lo proporcionaban desde el centro. Sin embargo, a la hora de realizar procesos de producción, encontrábamos que las herramientas que nos proporcionaban no eran viables, pues no llegaban al grado de precisión que necesitaban los resultados que nos exigían o, directamente, eran muy rudimentarios", expone el comunicador.

En el ámbito laboral de este grado, los requisitios del mismo van orientados hacia software más potente, como es el caso del comúnmente conocido como "paquete Adobe": Adobe Premiere para edición de videos, Adobe After Effects para la postproducción o Adobe Ilustrator para la maquetación. Rodríguez se percató de esto, y comenta que "al final acabábamos pirateando las licencias porque los resultados de los trabajos eran mucho mejores y, sobretodo, más sencillos de obtener. La Universidad de Granada no dispone de estas herramientas, algo que puede ser entendible por su coste, pero que a su vez es una realidad. Algunos profesores son conscientes de que estos programas son mucho mejores y, directamente, nos pasaban de extranjis los archivos de descarga, algo que puede estar mal desde un punto de vista ético, pero que a nivel pedagógico era algo que todos agradecimos mucho".

Sin alternativa en Bellas Artes

Esto no es un caso único de Comunicación Audiovisual. Si bien en este grado la cuestión giraba en torno a que las herramientas proporcionadas de forma lícita no casaban con las necesidades del mercado laboral y eran de menor calidad, en grados como Bellas Artes directamente no existe esta alternativa. Ana Gutiérrez, nombre ficticio por respeto a los deseos de la fuente, forma parte de la última promoción de graduados en dichos estudios. "En nuestro caso, estábamos obligados a utilizar programas como Photoshop, Ilustrator o Premiere, porque son los que se utilizan en las empresas el día de mañana y las herramientas más potentes. Son las que nos enseñaban, y para ello es cierto que los ordenadores de las aulas sí que contaban con las licencias. Sin embargo son unos estudios que requieren de mucho trabajo autónomo después de clase, y los ordenadores que eran de libre acceso no daban a basto para todo el alumnado. Al final nos veíamos en una situación en la que acabábamos dependiendo de que alguien nos abriera las aulas para poder terminar nuestros trabajos", explica la joven.

Este factor acababa derivando en que lo más sencillo era obtener de forma ilícita las herramientas mencionadas. Gutiérrez comenta que, entre todos, se iban pasando los archivos de instalación, y que eran pocos los que no tenían instalados los programas en sus ordenadores. "Si no lo hacíamos así, era imposible. Intenté adquirirlo de forma lícita, pero es demasiado dinero para un estudiante que sólo cuenta con los ingresos de las becas. Seguramente es mucho más fácil decirlo que hacerlo pero, al menos en el caso de lo que yo he estudiado, facilitaría mucho la vida al estudiante que nos proporcionaran las licencias de forma legal desde la UGR".

"En mi caso, una vez intenté descargarme Photoshop por mi cuenta y tuve que acabar formateando el ordenador por un virus, perdiendo tanto tiempo como archivos que eran importantes", recuerda la graduada. Por poner en contexto, una licencia de Adobe Photoshop cuesta casi 30 euros al mes, lo mismo en el caso de Adobe Ilustrator y Premiere. La opción más rentable sería adquirir el paquete entero, que cuesta casi 40 euros el primer mes y casi 70 mensuales a partir de esta fecha, opciones que, para un estudiante, son en la mayoría de los casos totalmente inviables.

Esto no es un tema ajeno a los docentes. El profesor Antonio García, nuevamente nombre ficticio para proteger su anonimato, es titular de la UGR en uno de los grados mencionados. Afirma que desde la institución granadina se intenta utilizar el software que se usa en el mundo profesional, intentando ver las necesidades del alumnado y avanzar en este sentido. "Al ser un centro público, la filosofía es apostar por el software libre, pero es un factor que a veces choca con el mercado laboral y el mundo capitalista en el que vivimos. Siempre estamos en constante revisión de estas cuestiones, al ser un campo que está en constante evolución, y para determinados softwares hemos conseguido avances como obtener algunas licencias que comparten los estudiantes".

"Lo ideal sería que todos pudieran tener una licencia individual de todos los programas, pero contamos con unos recursos limitados que no nos permiten abordar como quisiéramos esta cuestión, aunque hemos conseguido ir avanzando poco a poco", comenta García. El docente concluye añadiendo que este es un tema en el que se trabaja constantemente, en el que cada año las Comisiones Académicas de los grados se reúnen para ver qué cosas cambiar y mejorar, analizar las necesidades del alumnado y del cambiante mercado y se debate sobre en qué invertir.

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