Granada

La excelencia se hace pepino

  • Un productor ecológico de la Costa Tropical abre las puertas de su plantación para explicar el proceso que cumple con rigurosos controles y normas de trazabilidad

Los consumidores pueden degustar las frutas y hortalizas españolas con absoluta tranquilidad, pues ningún país de la UE cumple con tantos controles como España. A raíz de la contaminación del aceite de colza que en la primavera de 1981 se cobró cientos de vidas en el país, las administraciones públicas extremaron las medidas de control para garantizar la máxima calidad de los alimentos españoles.

Ya sea producción ecológica o convencional, desde que la semilla es germinada en la tierra hasta que llega al comprador final sigue unas normas de trazabilidad que permiten asegurar que cumple con la más absoluta salubridad.

Cuando los hermanos Vázquez decidieron plantar cultivos ecológicos en 1998, pocas personas en la comarca se dedicaban a esta variedad, por lo que los precios a los que les pagaban sus hortalizas eran más constantes, sin tantas oscilaciones como los otros que estaban más sujetos a las leyes del mercado. Ahora ya no hay tanta rentabilidad como antaño porque también el coste es más elevado.

"En la agricultura puedes ganar como para ir tirando e ir defendiéndote, pero aquí no hay especulaciones posibles como en otros negocios, aquí no te vas a hacer rico", afirma José Manuel Vázquez, agricultor ecológico. Entre él y su hermano gestionan cuatro fincas de unas cinco hectáreas de extensión, más una que tienen en alquiler. Tenían 15 trabajadores, pero en estos momentos tan sólo tienen a tres.

Los requisitos para dedicarse a la agricultura ecológica engrosan una larga lista "Quien quiere dedicarse a esto debe estar inscrito en un registro del Cómite Andaluz de Agricultura Ecológica, es decir, darse de alta y estar un año, que llamamos 0, para preparar el terreno, sin poder sembrar; después tienen que pasar otros dos años de transición de lo convencional a lo ecológico", explica Vázquez. Estos hermanos, que llevan ya muchos años sembrando así, tienen invernaderos en los que todo el cultivo es ecológico, incluso los jornaleros que tenían trabajando estaban sólo en este tipo de invernaderos, para evitar incluso que en la ropa pudieran traer insectos de otros cultivos.

Cuando el agricultor comunica su intención de planificar la campaña en ecológico en su invernadero, debe trasladar esa voluntad a la empresa productora para que le reserven un número de plantas en una fecha. El semillero lo traslada a la casa de semillas y al Comité Andaluz de Agricultura Ecológica. Éste deberá autorizar la siembra y llevará un registro exhaustivo de lo plantado. En el sobre de semillas se detalla si es ecológico y si está tratado, qué tratamiento lleva. En el ecológico no se permite ningún tratamiento.

El encargado de Semilleros Saliplant de Puntalón (que se dedica sólo a agricultura ecológica), Ángel Romera, explica que los pedidos se hacen a demanda. Así, muestra el cartel identificador en el que se detalla el número de pedido con la variedad, la fecha del encargo y de recogida, con su correspondiente código de barras y el nombre del cliente. Desde que este periódico cruzó la primera puerta del semillero pudo comprobar la minuciosidad con la que trabajan en esta compañía, al igual que en todo el proceso que rodea a la agricultura ecológica.

Las semillas son distribuidas en las bandejas y también la turba debe estar libre de materiales químicos, con extractos vegetales y sin tratamientos. Allí es regada hasta que adquiera un tamaño óptimo para transplantarlo al invernadero. Habitualmente tarda unos 18 días, por ello hay aún en su almacén pedidos de antes de que estallara la crisis del pepino.

La identificación del producto ha permitido que, a raíz de las sospechas infundadas vertidas por las autoridades alemanas, se pudiera llegar a saber exactamente en qué plantación estaba la mercancía descargada en el mercado de Hamburgo.

A la planta de invernadero ecológico el abono que se le echa también es ecológico, la calidad del agua con la que se riega es óptima, ya que es la que baja de Sierra Nevada y está sometida a exhaustivos controles. Los productos no han sido tratados con pesticidas u otros abonos químicos. Por ello, el labrador y los cultivos son sometidos a férreos análisis. Se planifican las producciones y la forma de sacar adelante la coseha. Se chequean todos los productos y depredadores que se aplican en el cultivo. Existen controles y análisis periódicos de todo para garantizar que los pepinos que se ofertan son naturales y sin ningún tratamiento químico. El proceso de control ecológico está supervisado y certificado por el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE).

Como ejemplo, el agricultor cita que durante la temporada un técnico de la Junta se presenta por sorpresa tres o cuatro veces y analiza el estado de la plantación, además, en el almacén se realizan rigurosos análisis cada 15 días.

No hay ninguna normativa sanitaria como la española, según Vázquez. Los productos deben pasar hasta cuatro controles: el primero, realizado por el agricultor en su explotación, con un respeto exhaustivo de las normas, en cuanto a tamaño, forma... En segundo, el CAAE recoge periódicamente muestras de hojas, plantas, tierra u otros elementos para inspecciones de multirresiduos, de bacterias o del uso de agua. En tercero, la comercializadora que envasa el pepino también realiza las comprobaciones oportunas y el cliente final (supermercado, mayorista o tienda) certifica que el alimento ha llegado en las mejores condiciones.

Paco Vázquez no ha arrancado todavía las matas, aunque él y su hermano han tirado ya más de 75.000 kilos de pepinos, por lo que han registrado unas pérdidas de unos 42.0000 euros en tres días. El agricultor desconfía de que vayan a recibir indemnizaciones: "no puedo traer todos los días aquí a un notario que acredite las cantidades que tiro". Y señala que cuando surgieron las sospechas sobre los pepinos andaluces otros países europeos se frotaron las manos pensando que ellos podrían ocupar ese hueco, "pero cuando vieron que Rusia ha cerrado las puertas a todos los productos hortofrutícolas de la UE la tortilla se dio la vuelta". Ahora, en primavera, es más fácil que el mercado centroeuropeo lo acapare el pepino holandés o el alemán. "Nuestro fuerte es cuando hace frío, porque aquí el buen tiempo permite que la planta se desarrolle con temperaturas óptimas que no se consiguen en otros lugares de Europa. Por ello el pepino tienen tanta importancia en la campaña de invierno", explica Vázquez.

El agricultor motrileño lamenta las palabras de Cornelia Prüfer-Storcks, la consejera de salud de Hamburgo, que se precipitó al señalar al pepino español como fuente de la infección. "Ha hundido al sector agrícola creando una enorme incertidumbre y no sabemos cuándo se podrá reestablecer el mercado. Nosotros podemos perder 40.000 o 50.000 euros, pero ¿quién recupera la confianza del consumidor europeo?", se pregunta de manera retórica.

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