"Los extranjeros son los únicos que ya aprecian mi arte y quieren pagar"
Desde un local en una céntrica plaza de Almuñécar, Félix muestra en su taller sus trabajos artesanales, repujados siguiendo la tradición andalusí. "Los extranjeros son los únicos que ya aprecian mi arte y están dispuestos a pagar unos euros en adquirir los aparejos como souvenirs", cuenta el guarnicionero.
Este almuñequero suspira recordando tiempos mejores, en los que sólo en la ciudad de Motril había 9 guarnicionerías, mientras que ahora entre Cadiar y Almería tan sólo quedan 3, "y todos viejos como yo, y cuando fallezcamos desaparecerá el oficio. Se han ido muriendo y con ellos también el oficio".
Félix se ha dedicado a la talabartería o guarnicionería desde niño. "Eran otros tiempos, en aquella época había ganado y claro eran necesarios los aparejos de cuero para los caballos, ahora no se trabaja nada, sólo como hobby por pasar el tiempo", lamenta.
La guarnicionería o talabartería es el arte de trabajar diversos artículos de cuero o guarniciones para caballerías. Se considera guarnición a todos los elementos de la espada que sirven para sostenerla o para proteger a la mano o manos que la empuñan, así como a la fabricación o arreglo de sillas de montar de caballería, albardas y aparejos, que sireven para montar los animales como asnos y mulos.
Su labor es metódica. Las técnicas se enseñan de padres a hijos y los materiales son cada vez más difíciles de encontrar. Además del cuero, también se utilizan otros como la lona, lanas gordas denominadas estambre con las que se elaboran las guarniciones o dibujos sobre las monturas o aparejos e hilos de colores.R. FERNÁNDEZ
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