Fernando Moreno, catedrático de la Universidad de Granada y Premio Nacional de Investigación: "Disfruto hasta de respirar"
Vino de Jerez para estudiar en la UGR y aquí ha desarrollado una intensa carrera investigadora ligada al desarrollo de nuevos materiales para infraestructuras de transporte
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Cuando Fernando Moreno (Jerez de la Frontera, 1985) estaba en segundo de Bachillerato en el Lora Tamayo de los Salesianos de su localidad natal la idea era entrar en Arquitectura, Ingeniería Industrial o Aeronáutica. Por este orden. Cuando le tocó rellenar el formulario de preinscripción no puso ninguna de las tres. Se vino a Granada a hacer Caminos, Canales y Puertos. Galardonado con el Premio Nacional de Investigación para Jóvenes 2025 en la Modalidad Transferencia del Conocimiento, este investigador está en la primera división de la ciencia por méritos propios y por el buen ojo de quienes le han acompañado en su trayectoria.
"Siempre he sido muy curioso, de pequeño me preguntaba el porqué de las cosas", recuerda. En la Secundaria las asignaturas que más le motivaron fueron las de Física, Química, Matemáticas y Dibujo Técnico. El objetivo tras el instituto era estudiar en Sevilla, lo más cerca posible de casa. Nadie le había hablado de una ingeniería de las características de Caminos, no tenía a nadie cerca con esa formación, pero cuando el padre de un amigo, aparejador, le comentó la existencia de esa carrera y la posibilidad de encontrar empleo nada más terminar, Fernando dio un volantazo y se vino a Granada.
"Me enamoré de la carrera, de la ciudad", rememora. "Tenía que estudiar muchas horas, y lo disfrutaba". Tanto que incluso apuraba esas horas muertas en su piso de estudiante antes de salir los fines de semana para coger los apuntes.
El LabIC
La trayectoria de este investigador ha tenido varios hitos destacados. Con 37 años logró la cátedra y ahora ha sido premiado por el Ministerio de Ciencia como Premio Nacional por ser referente "mundial" en su campo, la ingeniería de y ferrocarriles sostenibles. Su investigación y la de su grupo ha generado un laboratorio en la Universidad de Granada, el Laboratorio de Ingeniería de la Construcción LabIC, que mueve millones, cuenta con una veintena de personas, transfiere ciencia y que cada semana recibe propuestas de investigadores de medio mundo que se quieren formar aquí. En estas semanas están de mudanza gracias a la ampliación de espacio. En el grupo ya ven venir que en el futuro necesitarán una instalación mayor.
Entre el estudiante que salía con sus compañeros de piso, que pudo estudiar gracias a las becas y el investigador top hay una buena dosis de resiliencia que se puso a prueba en los ásperos años de la crisis, especialmente duros para la ciencia y para el sector de la construcción. También una forma de entender la ciencia como un proceso "completamente vivo" en el que "no existen los malos resultados. Cuando no se llega donde se espera, hay que repetir, pero si se llega a una certeza, eso también es bueno", aunque esté alejada de lo que se esperaba. Y es que para este catedrático identificar el éxito con llegar a un objetivo concreto es un error. "No hace falta" tener un objetivo último para emprender el camino. "El éxito está en muchas cosas".
"Nunca mienten"
"Los materiales son muy buenos, no mienten nunca", resume cuando habla en concreto de su trabajo con materiales que se emplean en infraestructuras de transporte. "Cuanto más complejas son esas preguntas" mejor se conoce al material. Y de ese conocimiento ha crecido uno de los laboratorios punteros de la UGR.
Cuando Moreno estaba a punto de terminar la carrera Mayka Rubio Gámez, catedrática y directora del Departamento de Ingeniería de la Construcción y Proyectos de Ingeniería, le captó. "Ella había montado el laboratorio y a mí me quedaba el trabajo de fin de carrera", resume sobre el año 2008. Rubio Gámez pudo sacar una beca de investigación que permitió a Fernando Moreno entrar en el proyecto. Los primeros pasos fueron investigar cómo se podía reutilizar el asfalto deteriorado. "Éramos tres y Mayka. Teníamos mucha libertad", recuerda el científico, que era capaz de "echar todo el día" en la Escuela.
"No perdimos la fe"
Comenzaron a acceder a convocatorias de financiación, a crecer y, de repente, la crisis. "Tuvimos una época mala", asume sobre lo que ocurrió entre 2012 y 2015. La ciencia se llevó la peor parte de los recortes y el sector de la ingeniería resultó especialmente malparado en aquellos años. Con todo, "no perdimos la fe", explica Moreno.
Tras varios años a cero, consiguieron al fin financiación "y eso nos dio oxígeno" para seguir con vida. En 2014 comenzaron a hacer trabajar con empresas privadas y el impulso del CDTI en aquel momento también fue clave. "En el 16 conseguimos el primer proyecto Europeo grande, en el 21 otro y el el 23, otro, éste liderado por nosotros". Entre los años 2020 y 2021 "eran las propias empresas las que venían" al laboratorio, empresas petroquímicas que necesitaban innovación. En el LabIC se desarrollan materiales y tecnologías que se aplican en infraestructuras de transporte, como carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos o entornos urbanos. Aquí, en Granada, se trabaja en smart materials, materiales capaces de autocurarse o que disponen de sensores para facilitar el guiado de vehículos autónomos. Uno de los logros más destacados es el Masai, con sensores que pueden informar sobre la velocidad de los vehículos o la carga y capaz de reducir las emisiones de CO2.
El lado positivo
"Siempre hemos tenido el apoyo de empresas y administraciones", agradece Moreno, que forma parte de lo que considera "familia" dentro del laboratorio, un equipo "implicado". Esa actitud en el laboratorio ha encajado con la propia manera de definirse de Moreno. "Disfruto hasta de respirar. Ante cualquier problema digo, vale, vamos a afrontarlo, vamos a darle solución. Siempre trato de ver el lado positivo". La fórmula se completa con la intensidad y emoción con la que este investigador trabaja y vive. "Puedo estar 14 horas en el laboratorio y disfrutar".
Un lema que lleva allí donde va -"He hecho la vendimia en Jerez y he disfrutado"- y que aplica cuando reflexiona sobre el Premio Nacional. "Te emociona mucho", reconoce, para apuntar que, si no se lo hubieran dado, "sería igual". "Hay quien hace muy buena ciencia y no tiene premios, y no es peor" científico, añade, para lanzar lo siguiente: "Disfrutar con lo que haces cada día... eso es el verdadero premio".
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