El fiscal pide 22 años de cárcel para el autor del crimen de Rosa Cobo

Acusa al procesado, que era agente de la Policía Local, de un delito de asesinato La víctima tenía 51 años y ejercía en la capital

Lugar donde apareció calcinado el coche, con el cadáver en el malatero.
Lugar donde apareció calcinado el coche, con el cadáver en el malatero.
Yenalia Huertas Granada

22 de marzo 2013 - 01:00

22 años de cárcel por asesinato. Ésa es la petición que ha realizado la Fiscalía para Miguel F.O., el policía local que permanece en prisión provisional acusado del atroz crimen de la abogada Rosa Cobo Román. La víctima tenía 51 años, ejercía en la capital y era una profesional muy respetada.

Así consta en el escrito de conclusiones provisionales emitido por el Ministerio Público en este terrible crimen que conmocionó a toda la sociedad granadina y, en especial, a sus colegas de profesión, que tuvieron que leer el 21 de septiembre del año pasado un titular que nunca hubieran ni imaginado ni deseado: el de la muerte de una compañera a manos de un antiguo cliente. El cuerpo sin vida de Rosa apareció con evidentes signos de violencia en el interior del maletero de su coche, que fue hallado prácticamente calcinado en el Camino de las Vacas de la capital, muy cerca de la urbanización donde la letrada residía.

La Fiscalía no duda a la hora de señalar en su calificación a Miguel F.O. como autor de la muerte de la que fue su abogada. Es más, pone de relieve que no padece "ninguna enfermedad mental ni trastorno de la personalidad", y reclama que indemnice a cada una de las hijas de la abogada con 180.000 euros.

Según consta en el escrito, al que ha tenido acceso este diario, entre julio y septiembre de 2010, el acusado, que tiene actualmente 37 años y que carecía de antecedentes penales, "mantuvo una relación de carácter exclusivamente profesional con la letrada". Rosa, que estaba divorciada y era madre de dos hijos de 20 y 15 años, le había representado en la fase previa de un procedimiento de separación matrimonial, "habiéndose limitado su intervención a la negociación del convenio regulador que debía aprobarse judicialmente, y que habría de establecer el régimen de visitas y pago de la pensión alimenticia respecto a la hija recién nacida del imputado". Por este motivo, Rosa hubo de mantener diversas comunicaciones con las letradas de la localidad de Almería que representaban a la mujer del imputado.

La Fiscalía sostiene que, a pesar del escaso tiempo de relación profesional que ambos tuvieron, Miguel culpó a Rosa Cobo "de todas las consecuencias derivadas de la separación de su mujer", del régimen de visitas establecido tiempo después y del pago de pensión de alimentos respecto a la hija común del matrimonio. Asimismo, la culpaba de "las consecuencias penales de diversas denuncias presentadas" contra él por su ex mujer y familiares directos de ésta, "pese a que ninguna otra relación tuvo con el mismo desde el mes de octubre de 2010". El procesado, que se encontraba en excedencia cuando ocurrieron los hechos, llegó a presentar una denuncia ante la Policía Nacional el 6 de octubre de 2011 y una queja ante el Colegio de Abogados el 5 de Noviembre de 2010 contra Rosa. Ambas fueron archivadas.

El archivo de esos procedimientos creó en Miguel "una idea de venganza personal, procediendo desde tiempo no exactamente determinado, pero anterior al 20 de Septiembre de 2012, a urdir un plan para acabar con su vida". De este modo, averiguó tanto el piso como la plaza de garaje que pertenecían a Rosa, que habitaba en el número 4 de la calle Cádiar de Granada. También controló su horario y sus costumbres de la letrada, y adquirió un spray de pintura de color negro que colocó en el maletero de su vehículo conjuntamente con una porra de goma o tonfa no utilizada reglamentariamente por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. También se hizo con unos guantes y otros efectos "para -resalta el fiscal- llevar a cabo su plan de acabar con la vida de Rosa".

Lo hizo el 20 de septiembre. Según la acusación pública, ese día, sobre las 20:00 horas, Miguel se dirigió hacia el domicilio de la abogada. Una vez allí, usó el spray para "inutilizar" la cédula fotoeléctrica que regula la apertura del portón exterior del garaje comunitario donde la letrada tenía su plaza. Luego, penetró a su interior "para esperar la llegada del vehículo de Rosa, que se produjo sobre las 23:40 horas. Miguel "apareció entre la oscuridad" cuando ella salía del vehículo. Llevaba la porra y, aunque la letrada trató de huir, "le fue impedido por el imputado agarrándola del brazo". Entonces, "se produjo un forcejeo ante el estado de pánico" de la víctima, procediendo el imputado a golpearla de forma violenta hasta en 12 ocasiones en la cabeza. Rosa se cubrió la cara con los brazos. Luego, pese a la resistencia mostrada por Rosa y tras golpearla de nuevo, la metió en el maletero de su coche aún con vida. El acusado condujo a continuación el vehículo hasta un descampado próximo y le prendió fuego con gasolina. El fiscal afirma que se cercioró de que todas las puertas estuvieran cerradas con llave para asegurarse "bien por acción del fuego bien por acción del humo la muerte de Rosa Cobo". La letrada murió asfixiada por el humo. Después del crimen, Miguel mandó mensajes a su hermano y amigos despidiéndose y pidiéndoles que le perdonaran por lo que había hecho.

En esta causa, investigada por la jueza de Instrucción 3 y que será enjuiciada por un jurado popular en la Audiencia. Existen otras acusaciones, como la Plataforma Cívica en Defensa de la Profesión de Abogado y el Colegio de Abogados de Granada.

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