"Las fotografías hablan al lector; es él quien tiene que decidir su historia"La Alpujarra sin telarañas

fernando sánchez alonso. fotógrafo

'La Alpujarra granadina', la obra donde verso y fotografía cautivan a los espectadores Con los ojos de un "advenedizo", y alejado de tópicos y prejuicios, el fotógrafo Fernando Sánchez Alonso atrapa el alma de la comarca a través de la mirada de su gente

1. Francisco Cortés representa el arquetipo de viejo alpujarreño. 2. José prepara las bestias para arar el viñedo. 3. Fiestas patronales en Órgiva en honor del Cristo de la Expiración. 4. Al fondo, el pueblo de Pampaneira.
M. Espínola Granada / María Espínola Granada

23 de agosto 2015 - 01:00

Fernando Sánchez Alonso (Madrid, 1970) filólogo de formación y fotógrafo de profesión, publicó el libro de fotografías La Alpujarra invisible acompañadas con poemas de Rafael Guillén. Es fotógrafo de la agencia Contacto, representante en España de Magnum Photos. Premio Nacional de Fotoperiodismo 'Tiflos' 2014 por un reportaje sobre la primera sordociega que consigue un título universitario en España, Sánchez Alonso suele escribir también los textos de sus reportajes fotográficos que se publican habitualmente en diversos medios nacionales.

-¿Dónde nace la inspiración de este libro?

-La razón fue un poco azarosa o, quizás, no tanto. Y he aquí la ambigüedad de esta afirmación. En el mes de diciembre fui para realizar un reportaje sobre la comunidad sufí que hay en Órgiva. Había leído previamente algunas cosas sobre la Alpujarra, una de las zonas más misteriosas o enigmáticas que hay en Europa. Por razones literarias decidí, una vez terminado aquel trabajo, embarcarme en este proyecto. Contacté con Rafael Guillén, a quien conocía desde hace diez años porque yo había escrito un libro sobre los poetas españoles que me parecieron más representativos del siglo XX. Le expuse lo que pretendíamos hacer y aceptó encantado. Lo de azaroso es porque no había una premeditación y no tanto porque una vez estando allí por motivos laborales descubrí que aquello era tan fascinante como se decía.

-Dice que cada fotografía cuenta una historia, ¿con qué historia se quedaría?

-Hay 84 fotografías en todo el libro. No sabría responder a esta pregunta. Creo que una fotografía es un texto y habla al lector. En este caso, al espectador. Y creo que es quien contempla las fotografías del libro quien debe decantarse por una que le emocione y que le hable, en definitiva, de sí mismo.

-Hay dos páginas del libro en las que establece un paralelismo. En una aparece un hombre con un mulo, mientras que en la consecutiva aparece un niño con un caballo de juguete, ¿qué pretendía con este paralelismo?

-El libro lo concebí una vez que tenía todo el material. Fueron muchísimas fotografías y quería construir una historia de corte un tanto posmoderno, que tuviera un final abierto. Las fotografías se disponen con emparejamientos. El hombre está mirando hacia el espectador a medias porque hay una cuerda que le atraviesa el ojo izquierdo, para mí no es un error, elegí deliberadamente esa fotografía. Me llamó la atención su manera de mirar. Frente al niño, es el hijo de una pareja de alemanes. Me pareció interesante ese paralelismo del hombre mayor mirando a la cámara con un mulo y el niño con el caballo de juguete. Además, esa foto se eligió como portada del libro para abrir y cerrar de alguna manera circular con la última foto del libro en la que se ve un niño amamantado por su madre, significa de esa manera que pese a que la Alpujarra ha perdido un 43% de población en los últimos 30 años todavía tiene un porvenir con las generaciones nuevas que, quizás, no sea la Alpujarra tradicional que todos conocemos, sino una Alpujarra como realmente ha sido siempre mestiza que acepta a todo el mundo.

-Como fotógrafo, ¿cambia la forma de ver el hecho de que la visitara por primera vez?

-Sí. Suelo documentarme antes de emprender un reportaje, pero en este caso por más que me documentaba o por más que leía realmente no te haces a la idea de cómo es lo que tienes delante. Creo que soy un advenedizo, un recién llegado. No soy el más apropiado, a lo mejor, para hablar de la Alpujarra, pero sí soy el más apropiado para verla sin telarañas, sin prejuicios, con ojos nuevos. En ese sentido, era mucha más Alpujarra cuando yo la vi. Me llamó especialmente la atención la gente, su hospitalidad, el acogimiento.

-¿Dónde debemos buscar lo 'invisible'?

-Precisamente en el paisanaje. Lo que Unamuno distinguía entre paisaje y paisanaje, historia e intrahistoria. Creo que es en la vida de las personas que, valientemente, pese a todas las dificultades en el mundo rural perseveran cuidando su tierra. Todos coincidían en el amor a su tierra. Es algo que me pareció enormemente hermoso.

-¿Qué otro rincón invisible le Granada te gustaría fotografiar?

-No sé. Quizá, subir al punto más alto de España, el Mulhacén. Tal vez no para hacer una fotografía porque fotografiar el aire es imposible. Eso sería lo que me faltaría para cerrar la Alpujarra.

-Un fotógrafo siempre escribe con luz, ¿qué sugiere el contraste de luces que se puede observar a lo largo del libro?

-El aire caballeresco de las fotografías muy contrastadas donde lo importante no es la luz, sino la sombra. Una característica de mis fotografías es que me gusta que la fotografía insinúe, que sugiera más que muestre. Tras 17 días no siempre puedes elegir las mejores condiciones de luz. Están hechas a plena luz del día, incluso algunas como las que tratan de la matanza. Fueron 17 días con muchas alteraciones climáticas. No contienen un simbolismo especial, solamente las que son más pausadas son aquellas hechas con menos luz.

-Redacta los artículos de sus fotografías, pero antes de fotografiar ya escribía ¿cómo pasa de la palabra a la imagen?

-Creo que es simplemente un cambio de herramienta de expresión. Antes era delante del ordenador o con un bolígrafo y ahora empuño una cámara. El afán de contar algo ha estado presente en mí desde siempre y creo que son medios complementarios.

-¿Cree eso de que "una imagen vale más que mil palabras"?

-En algunos casos sí. En otros, sin embargo, se precisa un pie de foto, algo informativo que le dé soporte a la imagen.

-¿Debería todo buen periodista ser capaz de crear sus propias imágenes?

-Crear sus imágenes en cuanto a desarrollar un estilo creo que todos lo intentamos y cada cual tenemos una manera determinada de fotografiar, una manera de manifestarte en el mundo. Seguramente otro fotógrafo tiene otra Alpujarra. Eso es lo fascinante. No creo que una visión particular del mundo valga más que otra. Creo que todas las visiones armonizadas darían lugar a un gran mosaico.

-¿En qué proyecto se encuentra trabajando en la actualidad?

-Ahora no trabajo en ningún proyecto personal. Estoy ocupándome de encargos de los medios de comunicación con los que colaboro. No sé cuando podría disponer de cierto tiempo para pensar qué me gustaría hacer a partir de ahora y cómo hacerlo.

"Siento una gran tristeza: la de saber que ya no podré ver la Alpujarra por primera vez". Con este sentimiento comienza la obra de Fernando Sánchez Alonso, La Alpujarra invisible. Las calles se abren paso entre las líneas de esta obra, donde se aúnan fotografía y poesía, dos artes complementarias. Dice el título 'invisible' porque supone una mirada complementaria, adicional, novedosa lo maravilloso que aún no se ha visto de esta comarca granadina.

La Alpujarra está formada por 25 municipios. Limita con las comarcas granadinas de Guadix al norte, la Vega de Granada al noroeste, el Valle de Lecrín al oeste y la Costa de Granada al sur, así como con el Poniente almeriense al sureste y la Alpujarra almeriense al este.

Mucho y muchos han escrito sobre esta asombrosa comarca; entre ellos destaca el hispanista británico Gerald Brenan con su obra Al sur de Granada y el más que conocido Pedro Antonio de Alarcón con La Alpujarra: sesenta leguas a caballo precedidas de seis en diligencia.

Este mágico rincón se caracteriza por su personalidad, con sus impresionantes paisajes y su geografía especialmente montañosa. Sus calles empedradas y sus casas escalonadas debido a los desniveles del terreno completan el paisanaje que refleja Sánchez Alonso en las páginas de esta obra.

Pero la Alpujarra no destaca solamente por su geografía. Este pueblo conserva aún la arquitectura bereber original. La fascinación de todos aquellos que la visitan desemboca en el creciente interés turístico que año tras año aumenta, entre aquellos atraídos por el deseo de ver por primera vez este lugar o aquellos que no se resisten a volver.

No es el único encanto de este particular lugar. Destaca la artesanía alpujarreña, clara heredera de origen morisco, así como su gastronomía. Miles de visitantes disfrutan de los manjares de la región, por supuesto, del conocidísimo plato alpujarreño. Es aquí donde se pueden encontrar algunos de los mejores jamones del país y disfrutar de dulces únicos como los autóctonos huesos de santo o borrachillos.

Pero no es la Alpujarra turística la que refleja en sus páginas Sánchez Alonso. La Alpujarra invisible nos adentra en lo más desconocido y misterioso de la comarca. Allí donde se esconde el duende o, como él mismo indica: "El genio que salió de la lámpara de la Alpujarra granadina".

Fernando Sánchez Alonso decidió recorrer fotográficamente la Alpujarra granadina y lo hizo acompañado de los poemas que en su día le dedicó a esta comarca Rafael Guillén. Conscientes ambos de que no serían los primeros ni los últimos en escribir de la Alpujarra intentaron cuestionarse qué mostrar, qué contar. Y así nació, un libro de versos y fotografías "en el que todo ocurre y nada pasa".

Durante 17 días y en compañía de los majestuosos versos de Rafael Guillén, Fernando Sánchez Alonso recorrió ese nuevo mundo, sus calles, sus cumbres, sus gentes. Quiso Sánchez Alonso recoger en sus fotografías a los "lugareños", como él mismo cuenta. Porque la Alpujarra no es solamente el lugar, también es su gente. Esa gente de la que quedó prendado este fotógrafo, esa gente que con su hospitalidad, sus obsequios, su calidez, su simpatía demostraron que la magia y el encanto no son cosa solamente del lugar.

Esa gente que inunda y protagoniza las páginas de esta singular obra, gente diferente y al mismo tiempo tan parecida. Adultos y niños, jóvenes y ancianos, rubios, morenos, de tez clara como la nieve, de tez oscura como la noche. Esa noche que la luz dibujó de diferentes colores en esta magnífica obra.

Una obra que va más allá de la contemplación. La exquisita fotografía de Sánchez Alonso supera lo superficial para mostrar, como decía el Principito, que "lo esencial es invisible a los ojos".

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