La generación sin rumbo

Los jóvenes ven su futuro cada vez con más incertidumbre y menos expectativas · Las empresas de trabajo temporal alertan de que se ha incrementado el número de personas cualificadas en el paro

Iván Romero/ Granada

16 de octubre 2011 - 01:00

El deterioro que ha sufrido la economía española en los últimos tres años ha tenido uno de sus reflejos más dramáticos en la frustración laboral de los cientos de miles de jóvenes que, por razones de renovación generacional, les tocaría incorporarse al mercado de trabajo.

Les llaman los 'ninis', los 'pasotas'', los pre-parados, e incluso 'la generación perdida'. Todos estos apelativos se basan en la convicción que tienen muchos de que los nacidos entre 1980 y 1990 serán incapaces, en su conjunto, de superar la actual coyuntura de decadencia socioeconómica que vive España como consecuencia de la crisis del modelo productivo capitalista neoliberal. Pero, ¿qué hay de cierto en esto?

Gema de Pablo, psicóloga, Directora de Jaitek, empresa especializada en proyectos de innovación educativa, tiene una visión de los actuales veinteañeros alejada de las posturas más pesimistas. "Hay que tener en cuenta que los jóvenes que actualmente están entre los 20 y 30 años forman parte de la promoción de españoles mejor formada de la historia: más del 30% posee un título universitario, un 17% ha estudiado un grado formativo (de primer o segundo ciclo) y la inmensa mayoría ha superado los estudios secundarios, por lo que no cabe hablar de la generación nini", subraya la experta.

Asimismo, la formación no es la única de sus cualidades, "los jóvenes de los ochenta forman parte de la primera generación que ha roto los esquemas de la linealidad de razonamiento, gracias a su relación con el conocimiento y las nuevas tecnologías. Eso les hace ser más creativos, emprendedores y autodidactas que sus predecesores", apostilla.

Pero parece que estos méritos son insuficientes o al menos desacordes con el momento que vive la demanda de trabajo en país, envuelta en uno de los ciclos de contracción más duros que se recuerdan (el 45% de los menores de 25 años están en paro).

En estas circunstancias, a lo máximo que pueden aspirar muchos de los que acaban de completar sus estudios y pretenden trabajar en un sector relacionado con su formación es a un puesto en prácticas, como becario, o a salir de España para probar suerte en cualquier país que esté siendo menos castigado por la tormenta financiera .

También aquí existen muchos mitos: ni todos los que se van acaban logrando un trabajo bien remunerado, ni todos los becarios se dedican a llevar cafés a sus jefes. De hecho, tanto unos como otros, lo suelen pasar mal en entornos muy exigentes para los que no han sido preparados y donde los derechos laborales brillan por sus ausencia. Pero, quizá, lo peor de todo sea la falta de esperanza. Ni los más optimistas piensan que estos tiempos de desempleo, precariedad laboral y sueldos ínfimos vayan a acabar pronto. Incluso, muchos optan por desistir y guardar sus ilusiones para tiempos mejores.

"Estamos siendo testigos de un declive de la oferta de empleos especializados" que, "aunque sigue existiendo, está muy por debajo de los niveles previos a la crisis económica de 2008", apunta Cinta Bellerín, directora adjunta de Adecco en Andalucía oriental. Ante este panorama laboral adverso, no son pocos los que deciden 'hacer recortes' en sus currículos para aspirar a puestos de menor cualificación. "Cada vez es más frecuente que los jóvenes que solicitan su primer empleo oculten un máster o un curso para no ser descartados en el proceso de selección", confirma Bellerín.

En opinión de Pedro García, director de Standby Consultores, se trata de un grave error. "Los jóvenes no deben esconder nada, sino mostrar todo lo que son capaces de hacer, toda la ilusión con la que lo harían y la pasión que pondrían en ello". Asimismo, afirma que en Standby actualmente se reciben currículos de todo tipo, "incluso de perfiles que hace unos años escaseaban" (como los de ingenieros industriales o de caminos) y sostiene que a los jóvenes ahora no les importa cambiar de residencia con tal de trabajar. "Somos más prácticos", apostilla.

Nadie se atreve a desvelar la receta para salir del túnel, pero según García, la paciencia, "la preparación y la perseverancia son las claves", pues, aunque es posible que una persona poco preparada encuentre antes un trabajo temporal a corto plazo, aquella que tiene una formación de posgrado consigue, "con el tiempo", mejores empleos y más estables.

La razón es que "es más difícil sustituirlos" y, por tanto, "pueden aspirar a cobrar más y tener un trabajo más estable. Los jóvenes deberían ver eso como una acción a largo plazo y tener la mente abierta para buscar oportunidades en cualquier parte del país o del mundo", recomienda.

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