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El alcohol se consume por encima de la media en las comarcas de Loja, Baza y Guadix. El rebujito, como se llama normalmente a la mezcla de cocaína y heroína, se inhala más de lo habitual en Iznalloz, Almuñécar y en la barriada granadina de Almanjáyar, donde también abunda el cannabis, cosa que asimismo ocurre en Motril. En el Área Metropolitana, Guadix y, de nuevo, Almuñécar, hay más gente que quiere dejar el tabaco. Y Almuñécar -donde, por lo visto, hay para todos los gustos- y Baza son los sitios donde más casos de juego patológico se producen.
Son algunos de los muchos datos que ayer ofrecieron la vicepresidenta primera de la Diputación y responsable de Integración Social, Juana María Rodríguez, y el coordinador de los Centros de Prevención de la Drogodependencia (CPD) de la provincia, Antonio Torres. Su valoración de las estadísticas de 2007 no podría ser calificada ni de optimista ni de pesimista, porque de todo hay.
Por ejemplo, el resumen refleja un descenso del número de personas atendidas por problemas con el alcohol -en un dos por ciento, en concreto- pero también un incremento en los casos de cannabis y cocaína. Respecto a esta última droga, lo que sucede en realidad es que se mantiene la tendencia al alza que se venía manifestando desde 2004. Por entonces, los pacientes que pedían atención por su adicción a esa sustancia eran el 17 por ciento del total y ahora son el 26,3 por ciento.
A lo largo de 2007 llegaron 1.917 pacientes a los nueve centros adscritos a la red provincial. De ellos, el 34 por ciento quería desintoxicarse de su dependencia del alcohol; el 26,3 por ciento de la cocaína, el 19 por ciento del rebujito, el 11,5 por ciento del cannabis y el 6 por ciento del alcohol.
Las cifras, incidieron Rodríguez y Torres, evidencian que la provincia de Granada está cuatro puntos por debajo de la media en porcentaje de pacientes adictos al rebujito y en un punto menos en el caso de la cocaína. Sin embargo, también supera en cuatro puntos la media en cannabis y alcohol.
La edad media de los usuarios de los centros de drogodependencia es 36 años. Los más jóvenes tienen 24 y tratan de dejar el cannabis; los más mayores, 45 y tratan de desprenderse del hábito del tabaco. El resumen de datos refleja también que el 83 por ciento de las personas en tratamiento son hombres, que el 33 por ciento no trabaja y que, entre éstos, son mayoría los que acuden porque tienen problemas con la mezcla de heroína y cocaína.
En cuanto a la edad de inicio de los jóvenes en la droga, se observa que está bajando entre quienes se acercan a la cocaína -de 20 a 18 años- y que el inicio en el cannabis también se produce a edades más tempranas. La media está en torno a los 18 años, pero a los centros acuden adolescentes de 14. "No es la norma, pero los hay, como también hay niños de 12 que ya beben alcohol", precisaron.
Para la heroína, la edad de iniciación está entre los 20 y los 25, aunque a los especialistas, en general, acude gente bastante más mayor, que lleva ya más de una década de consumo.
A lo largo de 2007, los centros granadinos realizaron 36.938 revisiones terapéuticas en 6.484 pacientes -nuevos y ya en tratamiento-, desintoxicaron a 723 personas y derivaron a 1.867 al programa de dispensación de metadona y a otros 339 a comunidades terapéuticas. Se produjeron, por lo demás, 220 altas terapéuticas.
Sobre eso último se extendieron algo más. Torres distinguió entre altas terapéuticas y desintoxicaciones, ya que estas últimas, normalmente, tienen recaídas. "A veces esas recaídas forman parte del proceso de desintoxicación, que no es inmediato. Con la heroína puede llegar a durar cinco años y con la coca, dos o tres.
Respecto a la creciente incidencia de la cocaína, Juana Rodríguez y Antonio Torres coincidieron en que tiene bastante que ver el hecho de que sea una droga a la que no se asocia con marginalidad o bajo nivel social, como la heroína, sino que, por el contrario, se asimila como una sustancia de bajo riesgo y adecuada para los fines de semana.
Por eso, incidieron, ha bajado la edad de inicio en el consumo y por eso también ha cambiado el perfil del cocainómano. "Antes era gente de buen estatus social, profesionales con preparación. Pero se ha extendido tanto que está en todas las clases sociales y tiene presencia en la mayoría de los sectores profesionales. "La consumen muchos fontaneros, albañiles, electricistas o encofradores", enfatizaron.
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