Ayer y hoy

El gobernador de Granada abucheado y "enterrado" vivo

  • Están de moda los escraches, pero no son nuevos

  • El Gobernador Federico Loygorri tuvo que dimitir abucheado por encarcelar al cura del Hospicio

  • Una cruel esquela lo daba por muerto

Caricatura del gobernador Loygorri apedreado.

Caricatura del gobernador Loygorri apedreado. / J. L. D.

Toda la prensa del color político que fuera, con total descaro y sin pelos en la lengua, denunciaba los problemas por los que atravesaba Granada a finales del siglo XIX. Una prensa agresiva y sarcástica que aireaba los abusos oficiales de una sociedad caciquil que tenía en Granada sus máximos representantes en Alberto Aguilera y Natalio Rivas. Era una Granada repartida entre carlistas, republicanos, demócratas, liberales, conservadores y toda esa macedonia de partidos que nos regala la política.

Fueron La Alianza, La Pulga y El Manicomio los periódicos más protestones ante las injusticias, despilfarros y chanchullos de la administración granadina, tanto del Ayuntamiento como de la Diputación. Algo tendrían que inventarse las autoridades para limitar la libertad de prensa y multar a los directores de los periódicos. El primero en pagar el pato fue Francisco Cano Ojeda, director del diario independiente La Alianza.

La prensa ante los acontecimientos. La prensa ante los acontecimientos.

La prensa ante los acontecimientos. / J. L. D.

Determinadas denuncias aparecidas en la prensa local eran acogidas por las autoridades con gélida indiferencia, hasta que aparecieron precisamente en La Alianza los escritos del cura Francisco Ramón Moreno Cortés, capellán del Hospital Provincial de Granada, que se quejaba de cómo la Diputación dilapidaba el dinero provocando la falta de víveres en los establecimientos de la Beneficencia, retrasando varios meses el pago a los empleados, de la falta de alimentos necesarios a las nodrizas que amamantan a los niños de la Casa Cuna, etc. Todo esto provocó el rechazo del presidente de la Diputación Medina Fantony y sus quejas al gobernador de Granada Federico Loygorri que no tuvo empacho en apresar al cura y multar al periodista Cano Ojeda por cumplir con su deber.

La prisión del capellán Moreno Cortés provocó en Granada una sonada manifestación popular que recorrió las principales calles de la ciudad pidiendo al Ministro de la Gobernación la dimisión del odiado gobernador Loygorri. Toda la prensa, tanto local como nacional, publicó el escándalo de Granada porque, encima, Loygorri multó a los directores de los periódicos que criticaban su actuación. Este veto que atentaba contra la libertad de prensa tuvo enorme repercusión, sumándose con elocuentes escritos numerosos periódicos: El País, El Imparcial, La Publicidad, El Pueblo, etc. que lamentaban el atentado a la libertad y la prisión del capellán.

Esquela mortuoria de Loygorri. Esquela mortuoria de Loygorri.

Esquela mortuoria de Loygorri. / J. L. D.

Federico Loygorri había sido nombrado por la reina regente María Cristina gobernador de Granada en 1892; aquí se mantuvo como pudo recibiendo las duras críticas de una ciudad indignada y angustiada. Loygorri vivía en el lujoso casoplón del Carmen de Benalúa (Vistillas) y ante las continuas manifestaciones con pitos, cencerros, almireces y abucheos en la puerta de su casa, se tuvo que trasladar al Gobierno Civil en septiembre de 1894.

Pocos días después se vio forzado a pedir la dimisión y a abandonar la ciudad saliendo de madrugada, con nocturnidad, en el tren para Madrid, siendo despedido por apenas tres o cuatro compañeros que, como estómagos agradecidos, acudieron a la estación. Al día siguiente La Alianza publicó una cruel esquela mortuoria que decía: "Loygorri ha fallecido ignominiosamente en la política del chanchullo y la trapacería… Miserables reptiles, rogad por él". Poco caritativa la veo.

Admitida la dimisión, fue sustituido por el señor Polanco que venía de Toledo. Se cambió de gobernador pero no de gobierno; y siguieron los problemas, los chanchullos, los enchufes y las angustias. ¿Cuántos abucheos nos quedarán que oír? ¿Cuántas caceroladas? A lo mejor tendríamos que cambiar de patrona; y en vez de la virgen de las Angustias, ir pensando en la del Consuelo, la Esperanza o los Remedios, porque la de la Paciencia ya se quedó en Oropesa.

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