Al granadinismo también le gusta el Metropolitano

J. J. Medina

Granada, 24 de septiembre 2017 - 02:37

"Tendría que subirse el chino", dijo un seguidor con la camiseta de Ighalo, el héroe de los ascensos, antes de bajarse en el estadio. Como él, muchos socios y aficionados estrenaron el Metro para ir a ver a su 'Graná'. Gustó la experiencia, aunque más para ir al estadio que para volverse. La nueva infraestructura afrontó ayer por la tarde una nueva prueba de fuego con su primer servicio en un día de partido del Granada CF y el resultado tiene dos lecturas diferentes: para la ida es un medio fenomenal, pero para la vuelta aún debe ajustarse mejor. Aún así, el refuerzo del servicio previsto evitó problemas.

Antes del inicio del choque contra el Córdoba, a las 18:00 horas de ayer, el Metro cumplió con los tiempos de paso ahora estipulados. El goteo de trenes, en intervalos aproximados de cinco a diez minutos, arrojaban tanto a las paradas del Palacio de Deportes (para los aficionados que acudían principalmente a las gradas de preferencia y fondo norte) como las del Nuevo Los Cármenes (preferencia, fondo sur y tribuna) a muchas personas ataviadas con las camisetas del equipo rojiblanco. Desde aproximadamente hora y media antes del inicio todos los trenes en dirección, sobre todo a Armilla, pero también los de esta población en sentido Albolote, tenía como única función transportar a los seguidores granadinistas. La sensación general era de satisfacción: ahorro de dinero, sobre todo los que aparcaban en el parking subterráneo cercano al campo, y tiempo, tanto para buscar dejar el coche (los aficionados que iban al estadio habitualmente en coche, si llegaban dos horas antes ya tenían problemas de estacionamiento) como de desplazamiento.

Más complicada fue la vuelta. De hecho, el dispositivo especial de refuerzo del Metro se hizo más palpable tras el partido. Diez trabajadores, entre 'metroguías', encargados y seguridad, estaban a disposición de los usuarios en el andén dirección Albolote, el más lleno de personas, incluso antes de que el partido finalizara. El tiempo de espera subió a los veinte minutos, intervalo en el que dos trenes llegaron completos en los que apenas pudieron subir usuarios procedentes del partido, aunque en todo momento prometieron que un tren vacío estaba de camino, el cual llegó veinte minutos después del pitido final y vació casi entero el andén. Algunos aficionados decidieron caminar un poco más para adelantarse y coger el tranvía en la anterior parada, la del Río Dílar. Mientras tanto, también se vieron autobuses con bastante menos concurrencia que hasta ahora los días de partido y un atasco similar. Otra prueba de fuego aprobada, aunque sin nota.

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