Un granadino en las entrañas del Mundial de fútbol de Qatar
Qatar 2022
Roberto Sojo ha trabajado durante la última Copa del Mundo de fútbol como mánager de acreditaciones en uno de los estadios del torneo
"Ha sido un evento único e irrepetible, unos Juegos Olímpicos pero de fútbol", afirma este licenciado en Ciencias de Deporte
"Ni Qatar ni Oriente Medio son perfectos, pero todo lo que ha creado aquí polémica se ha exagerado", cree
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A Roberto Sojo Serrano no se le puede acusar de no saber de lo que habla. Se ha recorrido casi medio mundo trabajando en los más grandes eventos deportivos que hay, desde unos Juegos Europeos en Minsk, pasando por unos Olímpicos el Rio de Janeiro, donde fue jefe de expedición de la selección española de rugby a siete, y ahora UEFA y FIFA se lo rifan como mánager de acreditaciones. Desde las finales europeas de la temporada pasada, pasando por la Eurocopa que finalmente se jugó en 2021, y llegando como último puerto al recién finalizado Mundial de Qatar, previo paso por la Euro femenina. Así que ha visto el suficiente mundo para hacerse una idea de las diversas maneras de vivirlo, y más en un evento que ha resultado polémico hasta que, como casi siempre pasa, la pelota echa a rodar.
Roberto Sojo está recién llegado de Qatar y pasa unos días de descanso en Granada después de tres meses en el país del golfo Pérsico. Tiene experiencias de vida, anécdotas y momentos para el recuerdo que muchos lectores ni se imaginan. "Yo estaba más emocionado de lo normal por trabajar en este evento, porque va a ser único e irrepetible. He estado en unos Juegos Olímpicos y esto es lo mismo, pero de fútbol. Tienes ocho sedes, una que está a 35 kilómetros pero el resto está en 15, entonces todo está centralizado", relata este granadino de 37 años.
"Era toda un ciudad volcada con el evento", prosigue Sojo, que recuerda que cuando llegó tres meses antes del pitido inicial de Qatar-Ecuador "el aeropuerto ya estaba con el branding del Mundial, y eso no lo he visto en ningún sitio, ni en Río de Janeiro, ni en eurocopas, ni casi en finales de UEFA, donde todo se deja para la última semana donde ya se pega un subidón de decoración de la ciudad".
Bielorrusia, Brasil, Albania...
A Roberto Sojo le llevó a Qatar su trabajo. Literalmente. Su primera experiencia internacional fue como voluntario en los Juegos de Río 2016, pero su gran salto llegó cuando estuvo en la organización de los Juegos Europeos de Minsk en 2019. Desde ahí no ha parado. Trabaja para una empresa alemana con la que UEFA externaliza los servicios de acreditaciones de sus eventos, lo que le llevó a trabajar para la Eurocopa 2020... Hasta que explotó la crisis del Covid y lo aplazó todo justo cuando estaba a punto de viajar a Bilbao, donde ya tenía casa, que era la sede de España. No hubo mal que por bien no viniera porque de Bilbao cambió la sede a Sevilla.
Después vino el resto y ya la temporada pasada participó en la gestión de acreditaciones de las cuatro finales europeas (Champions masculina y femenina, Europa League, Conference League) además de la organización de la Liga de las Naciones en Milán. De ahí se convirtió en supervisor UEFA de las tres sedes del sur de Inglaterra de la Eurocopa femenina. "Después me contactó desde Qatar el responsable de acreditaciones. Me escribió por LinkedIn y me preguntó si estaba dispuesto y mi interés en ir. Dije que sí, hice varias entrevistas, avisé a mi jefe de UEFA y me dijo que ningún problema", cuenta Sojo.
¿Pero qué es un mánager de acreditaciones? "Todo el mundo que trabaja en el evento no puede tener acceso a todas las partes del estadio. Ese es mi trabajo. Dependiendo de tu rol tienes acceso a unas zonas u otras. Yo digo que es el pasaporte a trabajar en el estadio, en el rol que sea: prensa, limpieza, seguridad, voluntarios, operarios, jardineros, cualquier persona involucrada". ¿La de los jugadores también? "Yo podía ver en el sistema la acreditación de Richarlison o Messi". "Ya en el evento eres parte operativa. Recibes a toda la gente para darle la acreditación, presentan su identificación, si todo está correcto se le da, y ya puedes participar", resume de forma sucinta. En Qatar se han repartido más de cien mil.
Esto conlleva anécdotas, evidentemente. "Antes de uno de los partidos recibí una llamada de la BBC. Uno de sus comentaristas se había olvidado la acreditación en el hotel. Yo le dije que viniese al centro de acreditaciones y ahí lo intentábamos solucionar si nadie se la podía traer. Al chico le pedí que la persona que la había perdido viniese, que tenía que comprobar sus datos y pasaporte, y entró Rio Ferdinand", leyenda del Manchester United y la selección inglesa, relata con una sonrisa Sojo. "Cuando ves a un tío que conoces tanto, por muy profesional que seas, medio segundo te impresionas. Pero ya le explicas todo y las consecuencias que puede tener perder la acreditación. Fue un chico normal y muy correcto porque está tratando de profesional a profesional". Es la parte buena de su trabajo, haber conocido a leyendas como Carles Puyol, Kiko Narváez, Luca Toni o Nuno Gomes, algo que sucedió en competiciones UEFA.
La vida en Qatar
Sojo no rehúye polémicas pero cuenta su experiencia en un país que en el fondo es una ciudad: "Literalmente todo el país vive en Doha, el 99%". "Históricamente han sido un pueblo pescador, pero descubrieron que tenían perlas y se convirtieron en mercaderes. Era un poco ruta de la seda. En los primeros años 30 descubrieron que tenían petróleo y en los 70, gas, y eso es lo que les ha dado el dinero fuerte", cuenta como si fuera un capítulo más de Andaluces por el Mundo.
Ver tanto mundo, convivir con todo tipo de nacionales, y lo que le queda, le hace tener una visión diferente. Se empeña mucho en dos mantras: "Ni Qatar ni Oriente Medio son perfectos" y que la "visión estándar europea" ha hecho que muchas cosas que se han dicho del Mundial y del país "no sean correctas". Y habla de lo vivido allí desde su propia experiencia. "Todo lo que aquí ha creado polémica creo que se ha exagerado", afirma Sojo.
En el caso de las mujeres, "a mi me llegó que no podían entrar al estadio". "Obviamente, las occidentales, ningún problema, pero es que mis compañeras locales, qataríes de nacimiento, musulmanes y árabes, unas llevaban velo y otras no. Es una decisión personal y es algo que aquí no comprendemos porque pensamos que todo lo que imponga una religión es sometimiento. Se nos olvida que en muchos países siguen creyendo", explica este granadino, que añade que "eso es antes, durante y después de Mundial". Y cuenta el caso de una de sus empleadas "que lleva velo a pesar de que a los 18 años sus padres le dijeron 'no queremos que lo lleves, pero sus creencias personales en dios le hacían llevarlo".
En cuanto a los derechos laborales no respetados durante los prácticamente doce años de obras, y que según organizaciones no gubernamentales han alcanzado los 6.500 muertos, Sojo no se moja, pero comenta lo que hablaba con trabajadores como "albañiles, limpiadores u operarios de nacionalidades diferentes, que ha conocido durante sus tres meses de estancia para el Mundial como el mes que vivió también en Qatar en diciembre del año pasado en el torneo de preparación de la FIFA Arab Cup: "Me contaban que la empresa que les contrató les buscó alojamiento, les dio un salario, y transporte al lugar de trabajo. El alojamiento era una habitación de tamaño medio-grande con literas donde dormían ocho personas, con una cocina y un cuarto de baño. Por la mañana los llevaba un autobús a trabajar y por la tarde-noche los recogía. Me acuerdo uno que me dijo que eran bastante mejores condiciones que las que tenía en India".
"Qatar no es un país perfecto, ni Oriente Medio, hay muchas cosas que están controladas por el Estado, como muchos países fuera de Europa. Con los que yo he tratado, es lo que me comentaban. Y que querían ganar mucho dinero para traer a su familia por la seguridad que implica ganar dinero en Qatar, que esa es otra, lo que ganasen, tienen la seguridad de que no va a pasar nada en el país y que sus ahorros se pierdan en el banco, que haya un golpe de Estado. Pero que yo no cambio mi estilo de vida que tengo en España", relata Sojo.
Y en el caso de los derechos de las personas homosexuales o del colectivo LGBTIQ+, el único caso, podría decirse 'extraño' que vio fue frente al estadio en el que trabajaba, el 974, situado frente a una playa. Cuenta Sojo que había una pareja de hombres besándose de forma un poco más "acalorada" y que una patrulla policial les invitó a irse al hotel en el que estaban sin ningún tipo de violencia. Pero "tampoco se ve a parejas heterosexuales dándose besos o de la mano, no es algo cultural". Pero también cuenta el respeto, por ejemplo, a una compañera suya que trabajaba con grupos de qataríes mientras en su ordenador portátil lucía una gran bandera arcoíris. "Y ni una palabra de nadie", de los cuatro compañeros que tenía con esa orientación sexual.
"Tenemos un fallo grave de comprensión hacia el mundo árabe y de desconocimiento", lamenta Sojo, que tras vivir tanto tiempo allí afirma haber "conocido a muy pocos occidentales que después de haber estado allí meses sigan siendo muy radicales en contra de Qatar y de Oriente Medio. Se preguntan o incluso se replantean cuál es el concepto de libertad", relata.
"Si tienes los recursos económicos y materiales, quién soy yo para decir que cojas el camello y tengas una vida nómada. La gente quiere tener un asentamiento y tener su aire acondicionado en su casa. En Estados Unidos nadie criticó que se levantaran ciudades de la nada por la fiebre del oro", compara este gestor de grandes eventos que se llevará toda la vida los atardeceres en el Sealine, el ambiente en el mercado de Souq Waqif, o los paseos por La Corniche. ¿Próximo destino? Huele a las antípodas, aunque para eso habrá que pasar antes por Almuñécar y meter algún que otro placaje en Fuentenueva.
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