En mi hambre mando yo

Tribuna Ante el proceso de reestructuración de las cajas de ahorro

27 de junio 2010 - 01:00

AGRADEZCO a la dirección de Granada Hoy la oportunidad que me da para poder defenderme de los insultos que recibí de actual presidente de CajaGranada el señor Jara, en la entrevista que le realizaron el pasado 20 de junio en este diario. No voy a contestar a su manifiesta intención de ofenderme y difamarme, ni a sus insidias, ni a su falta de veracidad. No ofende quien quiere, sino quien puede y el que con su meditada y estudiada respuesta en la entrevista, no me ofende a mí, sino que se califica él. Desde mi libertad, y sin ofender a nadie, puedo escribir y hablar de lo que quiera y como decía una historia que aprendí de un común amigo (Juan Cuenca), de un campesino que dijo al señorito cortijero por un tema de libertades personales, "....en mi hambre mando yo".

Quiero aprovechar para exponer a los lectores de Granada Hoy mi opinión sobre el acuerdo adoptado por los gestores actuales de CajaGranada para realizar una "fusión fría" a la carrera, las razones para adoptarlo, y que se haga con cajas de fuera de Andalucía.

Para contextualizar lo que digo hay que saber que, hace 17 años, y en mi condición de presidente de La General, lo que me da cierta legitimidad para saber de qué hablo, en el Consejo de Administración de la entidad y, tras superar la misma, una situación crítica, gracias a la absorción de la Caja Provincial de Granada, propuse un modelo de estructura financiera para las cajas de ahorro andaluzas, capaz de corregir algunos de los males endémicos que tenía La General, basado en la cooperación y la coordinación de las diversas cajas andaluzas desde una estructura común, en aras de ganar en eficiencia (reducir costes de funcionamiento), con la premisa del mantenimiento de la personalidad jurídica de cada caja y evitando, cuando no fuese justificable, el solapamiento de redes. Jurídicamente, el órgano de gestión de aquel modelo era una Asociación de Interés Económico (AIE). Esta propuesta era parecida en el fondo, a la que hoy se llama Sistema Integral de Protección (SIP), que eufemísticamente se la llama "fusión fría" y que todo el mundo aplaude, pero con la diferencia de que se hacía en Andalucía y entre cajas andaluzas. Aquella propuesta, iniciada con Unicaja y abierta a las otras cajas andaluzas, fue aprobada por el Consejo de Administración y no se pudo llevar a buen puerto pues, por aquel tiempo, la crisis del PSOE provocada por las luchas de poder internas entre "los renovadores contra los guerrístas" provocó mi salida del Consejo y que aquel acuerdo no se llevara a cabo.

Tras aquello, el devenir de años de bonanza económica ha propiciado que desde los diferentes gestores de la entidad se instalara un discurso que, hasta hace pocos días, era de una caja sólida, solvente y capaz de vivir sola y demonizando, al mismo tiempo, cualquier comentario a favor de una colaboración con cajas de Sevilla o Málaga.

¿Qué ha sucedido en tan sólo quince días para, de un discurso de autoafirmación, salir a la carrera a buscar alianzas?

Hasta donde alcanzo a entender, la crisis del sector financiero mundial, la crisis en el sector inmobiliario y la caída de la actividad en el resto de sectores de la economía han provocado un crecimiento desbocado del paro, y todo lo anterior unido hace que la morosidad sea una bomba de relojería para la estabilidad de las entidades financieras, estabilidad que se ve más afectada en aquellas que son más ineficientes (tienen altos costes de funcionamiento), cosa que sucede particularmente en CajaGranada.

Ante esta situación, ¿qué hacer? Buscar aliados para poder recibir recursos (dinero) del Estado, sanear así la entidad y ayudarla a salir de otra situación de riesgo. El colchón que supuso la absorción de la Caja Provincial, después de dieciocho años, ha desaparecido.

¿Quiénes pueden ser los aliados? Para los gestores que han mantenido el discurso de la autosuficiencia y de la demonización de las cajas de Sevilla o Málaga, cualquier caja con igual o parecidos problemas de cualquier parte de España, menos las cajas andaluzas, a las que, tras años de considerarlas enemigas, no se encuentran con fuerza moral para pedir ayuda.

La decisión que se ha adoptado no importa, aunque con ella se dinamite la posibilidad de que en la Comunidad Autónoma de Andalucía, al igual que están haciendo otras comunidades autónomas, pueda disponer de una estructura financiera de cajas de ahorro, con dimensión y músculo suficiente, para acompañar a la comunidad en proyectos de impulso a unas nuevas bases de desarrollo económico, que necesariamente han de ponerse en marcha para salir de la crisis. Hay que "sostenella y no enmendalla".

Ante este despropósito mi pregunta es: ¿se podría hacer otra cosa? Sin duda. Si, como quiero suponer, ninguno de los miembros del Consejo está en él por el sillón, acudan a la invitación que ha formulado el presidente de Junta en el Parlamento, pónganse a negociar desde el principio con las demás cajas andaluzas y obtengan lo más que se pueda para Granada, con la convicción de que es lo mejor para Andalucía, pues así los recursos de los granadinos se gestionarán desde Andalucía... Si continúan por el camino emprendido habrá que pensar otras cosas, pues lo que es seguro es que los recursos generados en Granada se gestionaran desde Madrid y se aplicarán donde proceda.

Aquí ya no vale lo de "en mi hambre mando yo", las cajas no son propiedad particular de nadie, son un bien colectivo que está por encima de los intereses personales, y los poderes públicos están obligados y tienen legitimidad para opinar y decidir en aquello en que tengan atribuciones sobre su futuro, máxime cuando para superar los riesgos a los que se encuentran sometidas para sobrevivir, por causas entre otras de su ineficiencia, hay que inyectarles dineros públicos.

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