"Mi hermana me dio su riñón y me salvó la vida"

Rosa María Muñoz fue la segunda trasplantada de riñón de donante vivo de Granada. Fue hace casi 30 años, en 1981, y está encantada y con una salud de hierro.

Su vida se la debe y se la agradece a diario a su hermana, la donante. Fuensanta Muñoz, que se ofreció desde el primer momento a darle su órgano. "Cuando me dijeron que iba a entrar en diálisis por una insuficiencia renal crónica, nada más salir de la consulta mi hermana me dijo que no me preocupara, que ella me iba a dar un riñón aquí o donde fuera", relata Rosa, enfermera en el propio Hospital Virgen de las Nieves, donde casualmente también trabaja su hermana, en el servicio de Bacteriología.

Cuando le propusieron la donación de vivo la aceptó y comenzaron las pruebas a la familia. "Le hicieron a mis padres y a mi hermana, que finalmente me lo donó".

La mujer recuerda el momento del trasplante. "Fue en el Hospital Clínico, que fue donde empezaron a hacerlos. Y era un mundo. Doce horas de operación y un despliegue de medios incalculable. Por la novedad no te aseguraban nada, pero había que asumir el riesgo porque era la única alternativa ya que entonces no estaban autorizados los trasplantes de cadaver", recuerda. Ahora, la supervivencia del donante renal vivo es del 100%, al igual que la del receptor. La supervivencia del injerto a los tres años es también del cien por cien.

Y se operó. Y todo fue bien. Prueba de ello es que a los ocho meses estaba ya trabajando. Como secuelas, una gran cicatriz en el abdomen pero valora cada minuto de su vida y se lo agradece a su hermana, a la que se ha unido más si cabe. "Estoy viviendo más años gracias a ella. Pero esto hay que vivirlo para saberlo. Se dice muy rápido que se dona pero hay que pasar por eso".

Por su experiencia, valora muy positivamente las nuevas opciones para conseguir trasplantes y salvar la vida a los enfermos renales. "Es un acto que da vida", defiende.