El héroe de la jornada vive en Almuñécar
Jorge Espineta, buceador y experto en primeros auxilios, salva la vida de un submarinista a punto de ahogarse
Ayer, poco después del mediodía, Jorge Espineta salió a bucear, como suele hacer los domingos cuando el tiempo acompaña. Lo que no imaginaba era que iba a vivir una aventura que, aunque él modestamente lo niegue, le convierte en algo así como el héroe de la jornada. De no ser por su actuación, ésta sería una crónica luctuosa.
Cuando se aproximaba a una zona conocida como Piedras Altas, muy alejada de la costa, Jorge vio tres barcos pesqueros que le hacían señas. Se acercó aún más y vio que en el agua, asido a una roca, había un hombre que sostenía con una mano, como buenamente podía, el cuerpo de otro. Parecía extenuado, así que se imponía actuar cuanto antes.
Por suerte, sabía qué hacer en estos casos. Instructor de rescate y primeros auxilios y con amplia experiencia como buzo profesional en la Bahía de Algeciras, Jorge Espineta llegó al lugar nadando, se hizo cargo del más perjudicado de los dos accidentados y le llevó a su semirrígida en menos de lo que se tarda en contarlo.
"Estaba inconsciente y con la cara morada. Para decir la verdad, yo estaba convencido de que había muerto. Y creo que su compañero compartía esa impresión", narró horas después del suceso, más tranquilo pero con la seguridad de que esa cara no se le va a olvidar con facilidad.
Ya con todos en la lancha, dio orden a uno de sus acompañantes a que enfilara hacia la orilla lo más rápido posible y empezó a aplicar un masaje en la espalda al accidentado mientras con una pierna oprimía su estómago con la rodilla y le mantenía abiertas las vías respiratorias utilizando la mano libre. "Que por cierto, me dio un mordisco, pero se lo perdono", relató, en tono de broma.
Por suerte, el hombre reaccionó y empezó a vomitar espuma al cabo de unos segundos. Jorge lo interpretó como la buena señal que era y persistió en sus intentos. Con mejores perspectivas y con el 112 ya avisado, la lancha llegó a tierra algunos minutos después.
Allí continuaron los primeros auxilios, esta vez valiéndose de un trozo de manguera para permitir que el joven, de 29 años, continuara recibiendo aire. "Poco a poco fue respirando algo mejor y recobrando un color más natural. Así hasta que llegó la ambulancia, que la verdad es que tardó poco, y se lo llevaron. Sé que está en buenas manos, pero no he podido evitar quedarme algo preocupado, porque en casos así no se puede cantar victoria hasta pasadas unas horas", prosiguió.
Con el accidentado camino del hospital, Jorge se quedó en la playa pensando en lo sucedido, sin saber si dar crédito o no y viendo cómo las imágenes "iban pasándome por la mente como diapositivas". En un momento dado reparó en que el acompañante del herido aún estaba allí, en estado de shock. "Alégrate, hombre, le has salvado la vida", le dijo, pero el chico apenas podía reaccionar. Él tampoco va a poder olvidarse del día de ayer.
Jorge no se siente un héroe ni tampoco espera el reconocimiento público. Ayer, horas después del suceso, sí echaba en falta que alguien le informara del estado del accidentado. "Para saberlo, no para que me den las gracias".
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