La misma historia vista desde las aceras de la Carretera de Jaén

Las mujeres que trabajan ofreciendo sus servicios valoran la ordenanza municipal

C. R. /Granada

13 de abril 2009 - 12:16

Si cada noche no salieran cerca de un millón de hombres en el país a buscar sexo a la calle, si las circunstancias sociales de todas las mujeres que ahora trabajan con su cuerpo hubieran sido diferentes y si nunca hubiera existido el mercado del sexo quizás otro gallo cantaría. Pero nada de esto es así y las utopias en la realidad de la prostitución granadina no existen.

Ellas están ahí, en la Carretera de Jaén, en San Juan de los Reyes, en el Paseo del Salón y en los más de medio centenar de clubs de alterne que hay en toda la provincia. Están y deberían tener mucho que decir sobre una ordenanza que les afecta directamente. Una noche cualquiera pueden juntarse en la Carretera de Jaén más de una decena de chicas. La mayoría no supera los 24 años y proceden de Rumania. Nadia (nombre ficticio) es una de ellas. A grandes rasgos, es una de las pocas que conoce la ordenanza que el Ayuntamiento quiere establecer en la zona. “¿Y dónde me voy?”, dice: “¿A Maracena a la Carretera de Córdoba? Pero si allí no hay mercado...”. Sus palabras denotan que ellas tampoco son ajenas a la delicada situación que vive el país y confirman que sus ingresos también se han visto muy mermados. “Depende de la noche, pero hay veces que nos vamos a casa con cuarenta euros”.

Las muchachas aseguran que ellas podrían contarle al “alcalde y a Zapatero” muchas cosas por las que se pueden multar. “Justo aquí detrás se juntan muchos jóvenes para beber y tomar sustancias... Y lo peor es que luego se dedican a molestarnos, ¡que los multen a ellos!”.

Nadia tiene un bebé de 14 meses y llegó a España hace cuatro años. Ahora vive una historia que quizás no quiera en un futuro. Cuenta que a ella no le resulta fácil encontrar un trabajo y que ahora la prostitución es lo que tiene. “ En realidad, sólo quiero ganar dinero para que mi niña crezca”, dice.

Junto a sus compañeras pasa parte de la noche recorriendo la calle. Ponen música rumana en su móvil para animar las largas horas a oscuras y, en ciertos momentos, hasta bailan para atraer a los clientes o quitarse el frío –según como se mire–. “¿Si nos mueven a otros sitios? Pues iremos”. Quizás ellas, que son las que pasan más de 10 horas de pie subidas a tacones de 20 centímetros, sean las que podrían dar las claves para normalizar la prostitución.

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