Los Italianos, el negocio que marca el inicio y el fin de las estaciones en Granada
El ADN de Granada
Lo montó Paolo di Rocco en 1936 y casi noventa años después está en el mismo sitio
Decir que te has comido un helado de Los Italianos siempre crea un halo de trascendencia y a veces significa que no has perdido el día
Día de la Cruz, la fiesta más callejera, más genuina y con más arraigo popular
Dicen que en Granada no hay cuatro estaciones, sino solo dos, que están diferenciadas, además de por la temperatura, por un hecho puntual: cuando abre la heladería de Los Italianos y cuando cierra. Su apertura coincide con la llegada del buen tiempo y se convierte en uno de los acontecimientos del año. Cuando echa el cierre en octubre, los amantes de sus helados, que en Granada son muchos, lo lamentan tanto que no llegan a probar otro helado hasta que abre de nuevo su establecimiento favorito.
Este negocio creado en 1936 está tan introducido en la intrahistoria de Granada que ya forma parte de su ADN. Entre generaciones actúa como la magdalena de Proust. Son muchos los granadinos que cuando prueban un helado de Los Italianos se acuerdan de cuando sus padres los llevaron de niños a la famosa heladería. Es la tradición misma hecha con vainilla, chocolate y fruta escarchada. Los helados de Los Italianos se han adherido a las papilas gustativas de los granadinos con tal fuerza que es imposible no compararlos al probar productos con otro nombre. A lo largo de la barra, los grupos que entran provocan un rumoroso bisbiseo a la hora de elegir el artículo que quieren consumir: cassata, stracciatella, turrón, bombón helado, moretto, granizado, corte de nata… Una duda casi existencial si de lo que se trata es de agradar un gusto exigente. Sus productos son tan considerados por la ciudadanía que el día del apagón general, el pasado lunes, cientos de habitantes de esta ciudad (y algún que otro foráneo), hicieron enormes colas ante sus puertas por si a los dueños del negocio les daba por regalar el helado antes de que se derritiera por falta de electricidad.
La historia
Resulta que el devenir de este negocio está adherido al sueño de un hombre: Paolo di Rocco. La historia la contó muchas veces a los periodistas Cecilia de Rocco, la hija que vino con él a Granada cuando tenía siete años y que falleció en 2016. Por ella sabemos la aventura que llevó a cabo su padre. Vivía este hombre a primeros de siglo XX en un pequeño pueblo de la región italiana de Véneto, muy cerca de los Alpes y de la frontera austriaca. Paolo se dedicaba a vender helados en un carro ambulante. Estaba casado y tenía dos hijas. El negocio no daba lo suficiente como para mantener a la familia. Así que pensó en emigrar. No tenía mucho dinero, pero consiguió el suficiente al venderle a su hermano su parte de la casa que ambos habían heredado de sus padres. Estaba todo listo. Su idea era montar un negocio propio en cualquier país de Europa.
Parece ser que eligió España porque el clima era muy parecido al de su país de origen. Y que en principio pensó en Málaga. Pero allí no encontró el local que quería. Estaba limpiándose los zapatos en la calle Larios cuando oyó a alguien hablar muy bien de Granada. Y para acá se vino. Han dicho sus herederos alguna vez que la vista de Sierra Nevada que contempló desde Puerta Real, le hizo añorar los Alpes, en donde había vivido. Aquí me quedo, se dijo. Pero eran malos tiempos para montar un negocio. En Granada había un ambiente prebélico. La guerra civil estaba a punto de comenzar. Además, en Granada ya había un buen negocio de helados artesanos. Lo había montado Cecilio Molina y lo había llamado Heladería La Perla. Pero Paolo no se desanimó. Esperó a que pasara el conflicto para comprar un local en la Gran Vía, el que mantiene hasta ahora. Y allí comenzó a fabricar helados a la manera que se hacía en Italia. Al negocio le llamó La Veneciana en honor a la región de donde procedía. Poco a poco los granadinos comenzaron a apreciar los helados que hacía el italiano. El muy cuco, para atraer a la clientela, sobre todo masculina, contrató a las chicas más guapas de Granada para atender los pedidos.
Casi noventa años después, Los Italianos siguen en el mismo sitio. El local es pequeño y estrecho. Son cinco metros con salidas a dos calles, aunque la mayoría de los clientes entran por la Gran Vía. Pulcro, recoleto, elegante… Lámparas venecianas, espejos y carteles con la variedad de helados adornan techos y paredes. Por aquella barra metálica han pasado miles de clientes dispuestos a corroborar que una granizada de Los Italianos puede formar una legión de adeptos. En los vasos podría poner lemas como en las cajetillas de tabaco: "¡Cuidado! Este producto puede crear adición". Por allí han pasado Claudia Cardinale, Brigitte Bardot, Yul Brynner, Michelle Obama… El director de cine Sergio Leone, que estuvo dos semanas alojado en el Meliá cuando rodaba una película del Oeste en Guadix, iba todas las tardes a Los Italianos. Dijo que el sabor de aquellos helados lo transportaban a su tierra. Y a Mariano Rajoy, lo llevó Sebastián Pérez cuando aquel era presidente en funciones del Gobierno español y participaba en la campaña para su reelección. Dijo que la cassata que había probado era única y que le había sorprendido su sabor. Ese año Rajoy renovó la presidencia del Gobierno gracias a la casatta de Los Italianos. Al menos eso pensamos los granadinos.
La castañera
Pero Los Italianos no necesitan que gente importante visite su negocio. No precisa publicidad. Ni la han hecho nunca. Basta con que los ciudadanos de a pie hablen de la calidad de sus productos. Tampoco es de los negocios que participa en patrocinios deportivos o culturales, lo que no es raro porque es lo típico de la tierra del chavico.
La actual es la cuarta generación que regenta el negocio, el cual han querido comprar varias franquicias relacionadas con el sector. Pero la familia Rocco siempre se ha negado a dejar la empresa en otras manos que no sean las suyas. Ellos creen que el negocio funciona muy bien por cuatro detalles imprescindibles en tiempos de mucha competencia: la elaboración artesanal, la calidad de las materias primas, los sabores limpios y ajenos a las modas y la amabilidad y diligencia en la atención al público.
Como establecimiento emblemático y lleno de tradición, hay detalles que provocan imágenes que se repiten a lo largo del tiempo: como esa castañera que ponen en el escaparate cuando termina la temporada. En 2020 abrieron el 12 de marzo, pero dos días después tuvieron que cerrar por la pandemia. También trabajan en invierno, pero solo para establecimientos hoteleros. Aunque siempre hay alguien que sabe un truco para adquirir un helado de Los Italianos fuera de temporada. Así ha sido siempre y así será. Decir que te has comido un helado de Los Italianos siempre crea un halo de trascendencia y a veces significa que no has perdido el día.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Aguasvira
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía