José Luis Pérez-Serrabona, decano de Derecho de Granada: "Falta de espacio hay, pero lo de Duquesa no lo veo ni próximo ni seguro"
Las infraestructuras constituyen una de las preocupaciones del Decanato, que afronta en 2026 el inicio de las obras en dos de los patios, lo que obligará a redistribuir clases y horarios
"Aquí estudiaron mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, mi tatarabuelo y mi tía"
Orador solvente, generoso en sus explicaciones, didáctico y con sentido del humor. José Luis Pérez-Serrabona, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, afronta su segundo mandato al frente de este emblemático centro universitario con el aval de la experiencia. Entró como profesor con 22 años y confiesa que disfruta con la docencia y la gestión. "Si te gusta estudiar y te pagan por estudiar, es realmente extraordinario, ¿no?".
Pregunta.-La de Granada es la Facultad de Derecho mejor posicionada a nivel nacional en el ranking de Shanghai. ¿Cómo se ha llegado ahí?
Respuesta.-Pues después de muchos años de trabajo de toda la Universidad. La Facultad de Derecho está muy bien situada junto con otros estudios. Está entre las 150 mejores del mundo y la primera española. Creo que es debido al esfuerzo sobre todo investigador que se hace en los departamentos, que se hace en los grupos de investigación y en los proyectos de investigación. También hay que tener en cuenta que esta Facultad, aunque los másteres no son suyos, sino de la Escuela de Posgrado, tiene también unos másteres muy potentes y muy buenos, como el de Abogacía, el de Altos Estudios Internacionales, el de Derecho de los Negocios. Entre los egresados, la producción científica del profesorado y los proyectos de investigación que trae la propia Facultad, pues ha logrado ese puesto que nos gusta mucho.
P.-El objetivo ahora es mantenerse...
R.-Claro, el objetivo, sin duda ninguna, es mantenerlo. Hemos ido mejorando paulatinamente. En el ranking anterior estábamos entre los cuatro primeros. Decía la rectora Aranda, que es una sabia, que los ranking no hay que tenerlos mucho en cuenta, salvo cuando nos conviene. Este nos conviene, entonces hay que presumir de ranking.
P.-Uno de los elementos que más destaca de la Facultad es el alumnado. De aquí han salido varios premios nacionales...
R.-El año pasado tuvimos uno. Este año dos, uno de Derecho y otro del doble grado de Derecho y Ciencias Políticas. Otro ejemplo es el Club de Debate Internacional, en el que han ganado unas estudiantes de la Facultad. Hay diplomáticos jovencísimos que se han formado aquí. Realmente los estudiantes son muy buenos. Están muy bien formados. Claro que hay 5.000 y hay de todo, pero hay alguno muy bueno, muy bueno.
P.-Otro elemento son los planes de estudio. Ahora la Junta ha abierto el proceso para revisar el mapa de titulaciones. ¿Qué planes tiene en este sentido la Facultad?
R.-Hace cuatro años se pensó en la reforma del plan de estudios, porque siempre es mejorable. La reforma del plan de estudios es una cuestión siempre permanente. Se ha reflexionado, pero no se ha hecho nada, no se ha llegado a una conclusión absoluta porque, entre otras cosas, estamos en un periodo en el que no se puede modificar sustancialmente, sólo en algunas cuestiones mínimas. Cuando se apruebe la nueva Ley Universitaria de Andalucía, que acaba de entrar en el Parlamento, pensaremos si se puede modificar aspectos como el número de troncales o diversificar la optatividad. No sé en qué quedará. Sí tenemos el doble grado de Derecho y Ciencias Políticas y el de Derecho y ADE ya muy consolidados. También tenemos dobles grados con la Universidad de Ferrara en Italia y la de Stetson en Estados Unidos. Hemos avanzado en un doble grado, que no se ha aprobado, de Contabilidad, Finanzas y Derecho. Nos ilusiona también un doble título en Derecho y Economía, además internacional, con la Universidad de Peruggia. Es un título muy atractivo para los estudiantes. También se piensa en uno de Derecho y Turismo, otro de Derecho y Traducción... pero tampoco hace falta una proliferación de dobles títulos. Pensamos mucho sobre esto. También avanzamos en los estudios de posgrado, que dependen de la Escuela de Posgrado. No debería de decirlo, pero yo creo que deberían de estar más próximos a las facultades en la estructura de Granada. Este año tenemos un máster en Inteligencia Artificial, Ética y Derecho, que ha empezado hace dos semanas con la Universidad de Sevilla y la Universidad Internacional de Andalucía. Es el primero casi de los que hay en España y el profesorado ha sido seleccionado de una manera absolutamente rigurosa.
P.-En cuanto a infraestructuras, tenemos por un lado las obras de consolidación de los patios y la calle Duquesa...
R.-Puedo contar lo que sé, que sé poco. Una de las buenísimas cosas que tiene la Facultad es el edificio. Es emblemático, en el centro de la ciudad. Hace muchos años se ofreció a la Facultad de Derecho la posibilidad de irse al campus de Cartuja. Los que entonces regían la Facultad y el profesorado, yo creo que con buen tino, pensaron que era mejor no irse del centro de la ciudad. Alrededor de la Facultad luego creció Políticas, Relaciones Laborales, Trabajo Social, Traducción e Interpretación... Esta ciudad tiene varios campus, uno es en el centro de la ciudad, que gira alrededor de la Facultad de Derecho. Es un gran edificio, que tiene también las cosas negativas de un edificio de muchos años. Requiere de una atención constante. Como metáfora, pero quizá no sea metáfora, aparecen goteras en muchos lugares... En el anterior decanato y rectorado se acometió una obra importantísima, la de las cubiertas. Ahora ha sido necesario otra vez por el movimiento de las paredes del patio principal, que contagia a todos los patios. Hace unos días se adjudicó la obra a una empresa que va a empezar en enero la obra, que parece que estaría concluida en un año y medio. Esto es absolutamente necesario. Hay partes de la Facultad por las que no se puede pasar en este momento, están clausuradas. Cuando empiecen las obras tendremos que reordenar donde se dan las clases, porque claro, hay aulas a las que no podremos entrar. Tendremos que irnos a otro edificio. De cualquier modo, la Facultad está en una reforma permanente. Estamos optimizando, esa es la palabra que se usa ahora, todos los espacios... Donde estaba la antigua fotocopiadora, que hoy no hay, hemos pensado hacer una sala de estudio y de trabajo colectivo para estudiantes. Vamos reordenando y optimizando, pero a la Facultad le faltan cosas, espacio para los investigadores, eso no cabe duda. Le falta comodidad, y un gran salón de actos. Nuestra ilusión desde hace muchos años era la calle Duquesa, que será un tema tabú, pero no importa. La calle Duquesa es un edificio en el que no se ha hecho nada y supongo, y lo sé, que cuesta muchísimo trabajo rehabilitar. También tendría que pensar la Universidad si va a ser para la Facultad de Derecho, como nosotros entendemos que debe ser. Lo cierto es que no hay nada, no hay ni proyecto. No podemos vivir de una ilusión que no sabemos dónde va a llegar. Me consta que el rector [Pedro Mercado] tiene ideas de mejorar la Facultad. Se puede ampliar quizá por otros espacios... El rector ha pedido una junta de Facultad abierta, a la que puede asistir cualquiera, para reflexionar sobre el futuro en infraestructuras de la Facultad. Tenemos un aulario, muy digno, que está separado. No sé si en una reordenación de facultades quizá hubiera algún espacio próximo, un patio, donde se podría construir algo. No sé si la calle Duquesa será el espacio... No lo veo ni próximo ni seguro que se vaya a hacer algo ahí relativamente pronto.
P.-¿Existe la posibilidad de que se venda la antigua Comisaría de calle Duquesa?
R.-Creo que la Universidad no vende cosas. No es un agente del mercado, pero seguramente habrá un mecanismo jurídico para un cambio, no de espacio, sino para construir algo... Imaginemos que se construye en una parte una residencia de estudiantes, se hace una concesión a 50 años... y luego revierte a la Universidad. No se ha vendido, se ha utilizado. Me consta que eso se ha pensado en algún momento. Lo normal es que la Universidad no venda. Supongo que llevado al último extremo, a lo mejor incluso podría enajenar el bien, pero no sabría decir si es una política adecuada.
P.-Su antecesor en el Decanato, el profesor Olmedo, ya dijo en un discurso por el patrón de la Facultad que debería analizarse la posibilidad de colaboración público-privada para sacar adelante el proyecto de la Comisaría... Lo que dice no es nada nuevo...
R.-Sin duda. El profesor Olmedo, que se preocupó mucho de esto y con el que hablo muy frecuentemente, ya lo pensó. Incluso creo que en aquel momento, porque los decanos no son imprudentes, salvo el actual, cuando lo dijo había más datos que podían llevarnos a pensar que de inmediato iba a producirse aquella situación. Sin embargo, no se ha hecho.
P.-Usted dirige el Colegio Mayor San Bartolomé y Santiago. ¿Cómo ve esa proliferación de residencias para estudiantes?
R.-Soy absolutamente partidario de los colegios mayores. Los estudiantes que viven en un colegio mayor reciben alojamiento, manutención, etcétera, y una formación complementaria de rigor que incluso tiene su reconocimiento como créditos en la Universidad. Luego hay algo muy difícil de explicar si no se vive en un colegio mayor, que es la convivencia. Creo que habría que potenciarlos, y por ejemplo los organismos públicos, incluida la Universidad, debía de ayudar económicamente a los colegios mayores... Unos colegios mayores, en virtud de la Ley Orgánica del Sistema Universitario, han tenido que dejar de ser colegios mayores, porque no se han hecho mixtos, palabra que yo desprecio absolutamente. Los colegios mayores son lugares donde no se puede discriminar por nada, y por lo tanto va quien quiere. Los que han querido ser masculinos o femeninos dejan de ser centros adscritos a la Universidad, y los que tienen ánimo de lucro se convierten en residencias. De modo que en Granada había catorce colegios mayores y ahora hay cinco, y unas residencias universitarias que provenían de colegios mayores. Luego hay otras que son las macro residencias, que son hoteles muy distinguidos que permiten a un estudiante, seguramente, a un profesor, seguramente, y a un turista, seguramente, hospedarse por unos precios que son a la carta y que hay que mirarlos muy bien. Te encuentras con residencias que por 350 euros puedes estar y además tienes piscina, que es muy útil en invierno sobre todo en Granada. Te sorprende, pero claro, a esto hay que añadir internet, el servicio de limpieza, no hay comida... Comprendo que es un negocio extraordinariamente atractivo, y hacen muy bien, pero no me gusta demasiado la expresión universitaria, porque no lo son. Son centros de hostelería orientados a estudiantes, que sí, que son atractivos, pero yo creo que no pueden entrar en la estructura dela Universidad. Es igual que el señor o señora que, hay que agradecerle, en su restaurante pone un menú para estudiantes. Eso no es un comedor universitario.
P.-En San Bartolomé y Santiago ya hay mujeres...
R.-Es un Colegio muy aperturista y muy flexible. El primer año lo pidieron solamente cinco mujeres y en este momento creo que hay, contando todos los grupos, en número hay una mujer más que hombres. La convivencia es, como no puede ser de otro modo, absolutamente normal.
P.-Sobre las universidades privadas, ¿cómo valora lo que ocurre en estos años en Andalucía?
R.-Creo que no son malas por naturaleza. Las hay excelentes. Cuando se abre la mano llega la proliferación y puede colarse cualquier cosa. No la veo como competencia, no, a mí me preocupa porque son centros educativos y lo que nos interesa a todos es que los estudiantes sean educados de la mejor manera posible. Pero la improvisación de profesorado, por ejemplo, es una cuestión trágica en la vida de la de cualquier centro. Creo que habría que tener mucho cuidado y con mucha cautela y autorizar las universidades con mucho cuidado. Y por supuesto, una vez creadas las titulaciones que van a impartir, me resultaría sorprendente que una universidad privada pudiera impartir una titulación que una universidad pública no puede porque está sometida a unas reglas y a unos controles que no le autorizan a ello.
P.-Cuando se quiere criticar a la Universidad pública en ocasiones se señala al profesorado y se habla, por ejemplo, de nepotismo. ¿Cree que existe en la Universidad, en la Facultad de Derecho?
R.-Cuando se convoca una plaza a esa plaza aspiran todos los que quieren. Cuando uno se presenta a una plaza en un centro donde lleva quince años trabajando, no es tan extraño que pueda ganarla. Voy a contar una cosa que no sé si es bonita. Cuando me presenté a la cátedra por primera vez, la ganó otra persona. Puede que me disgustara en aquel momento, pero es que era mejor que yo. Ahora, con tantísimas universidades, hay una especie de especialización, y vas a una plaza que crees que puedes ganar. Eso pasa a nivel de ayudante, a nivel de contratado doctor, a nivel de titular y a nivel de catedrático. Tenemos una norma por la que tenemos que hacer listados de personas que no tengan nada que ver con quienes se presentan a una plaza, que no hayan estado en ningún proyecto, en ninguna tesis... Me consta que hay limpieza, que no hay nepotismo en la Universidad. Eso lo creo firmemente. Ojalá los profesores de esta Universidad sean los que gane las plazas, pero no es una cosa de nepotismo, sino de capacidad y mérito, que es como se accede a la función pública.
P.-Quería preguntarle por la situación de la Justicia. Miembros de la judicatura se han convertido en protagonistas de informaciones durante semanas... ¿Cómo lo ve?
R.-Con un poco de desesperación. Creo que hay que ser absolutamente respetuoso con la administración de Justicia. Los jueces son jueces en virtud de un proceso de selección que es absolutamente objetivo. Tengo gran respeto a las sentencias de los jueces, pero le tengo también gran respeto al origen de la sentencia. Son datos que les aportan las partes, el fiscal y los abogados, que son también auténticos creadores del derecho. Quizá hemos perdido un poco el respeto y todos opinamos. Los jueces, los magistrados son absolutamente respetuosos con el Estado de Derecho, con la ley, con la norma. Creo que hay que recuperar la confianza. En España no se está siendo muy respetuoso con las instituciones, con ninguna, pero con la de los jueces y los tribunales, muy poco.
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