La joya del barranquismo, en la Costa

El cauce del Río Verde es una cita obligada para los amantes de los deportes de aventura de toda España

La joya del barranquismo, en la Costa
La joya del barranquismo, en la Costa
R. Fernández / Motril

16 de agosto 2012 - 01:00

Como una perla, que está recubierta para ocultar su gran belleza, la naturaleza alberga lugares con un acceso complicado que, sin embargo, el hombre ha terminado descubriendo. El cauce del Río Verde (que discurre por el término municipal de Otívar) es una de esas joyas que merece la pena explorar. Se trata de un lugar que hace unos años pocos conocían y que en la actualidad se ha convertido en una ruta clásica para los principales clubes de actividades de aventura de la provincia.

Éste es el caso de Granada Aventura. Uno de los socios es Bruno, hijo del conocido alpinista, periodista y abogado César Pérez de Tudela, por cuyas venas corre la montaña. Con uno de los mejores guías, Granada Hoy se adentra en un recorrido que es apto para personas de 10 a 60 años. Como entraña dificultad, lo más importante es ir acompañado de profesionales, para evitar cualquier problema. La actividad se ha convertido en una alternativa a la playa y a las míticas fiestas patronales del 15 de agosto.

El grupo que acompaña a Bruno Pérez de Tudela está formado por tres personas. Álex y Noelia son una pareja de jóvenes murcianos que aprovechan su estancia en la provincia para conocer el lugar. Ellos ya han practicado el barranquismo y reconocen que les "pica el gusanillo de conocer el barranco de Río Verde". También es la primera vez que visita la zona, Alfonso, de Alcalá de Henares, el cual está de vacaciones.

Noelia ha adaptado una cámara analógica para fotografiar los saltos que les esperan en dicho recorrido, así como los espectaculares parajes que intuye que van a recorrer. Las sierras de Almijara, Tejeda y Alhama que hacen de frontera natural entre Granada y Málaga dibujan un paisaje pintoresco que, desde luego, invita a practicar el deporte en contacto con la naturaleza. Su proximidad al mar, sus cotas similares, así como un sucesivo ir y venir de agudas crestas y profundos barrancos suponen un marco incomparable. Sus blancas rocas calcáreas y algún que otro curso de aguas salvajes, hacen de este paisaje un paraíso singular.

Pérez de Tudela explica que una de las razones que han popularizado la ruta es "porque la temperatura del agua es superior a la de otros lugares, lo que permite que los recorridos sean más largos; en esta zona enclavada en la Costa Tropical, se puede atravesar un barranco en 5 o 6 horas sin peligro de hipotermia".

Pasados unos minutos de las once de la mañana, el grupo abandona la Carretera de la Cabra para entrar en una pista forestal. Tras superar la valla que delimita el Parque Natural y abonar los 5 euros por vehículo y otros 5 por persona, descienden unos 6 kilómetros hasta llegar a la Junta de los Ríos, donde reciben la visita inesperada de una pareja de ciervos. "Ahora en verano se acercan al arroyo a beber y también por si pueden comer algo que dejen los turistas", comenta Bruno.

Según el guía, "dependiendo del estado físico de las personas y de su experiencia, se puede cubrir un tramo o dos o tres". Realizarlo entero puede llevar unas 6 o 7 horas, "dependiendo del tráfico humano que se encuentre en el descenso", explica uno de los responsables de Granada Aventura.

Ya en la Junta de los Ríos, en las inmediaciones de una antigua presa, hay que abandonar el coche. Mientras Bruno prepara el equipo, el resto almuerza un bocadillo. "Es importante comer algo antes de realizar la actividad, pues no conviene que nadie se quede sin fuerzas", explica el monitor. Además, informa a los participantes de que la ruta prevista tendrá una duración de 4 horas, con una de aproximación al río, para lo que habrá que cruzar varios puentes tibetanos y caminar por un sendero que discurre en paralelo por ambos márgenes". Y añade que "llegaremos a una cascada conocida como la y griega, donde nos pondremos el traje de neopreno, para abordar el descenso". A todos les suena bien.

Tras dar los primeros pasos, el grupo se cruza con varios turistas de Jaén cuyo único objetivo es darse un chapuzón en las muchas de las pozas que hay en el riachuelo. En la primera, unos jóvenes realizan saltos desde una roca.

Después de cruzar el primer puente, en el que Bruno recomienda apoyarse en el pasamanos para evitar situaciones de peligro, continúa el itinerario. Poco a poco, el camino va ganando en altura. Desde un mirador se puede divisar lo atractivo del paisaje.

Un fuerte olor a romero envuelve la estrecha vereda. "Sólo por ello, merece la pena venir", comenta Alfonso. "Esta zona es rica en plantas aromáticas, como el romero, el tomillo, la lavanda o la jara", comenta Bruno.

El camino se ve interrumpido por los restos de una antigua era que representa el punto más alto del itinerario. A partir de aquí comienza el descenso por la montaña por un camino en zigzag.

En los sitios más complicados, están ubicados pasamanos y escaleras. Aunque el grado de dificultad es medio, Bruno puntualiza que se amolda la actividad a los participantes: "si la persona no tiene experiencia o no es muy ágil, la adaptamos a su ritmo". No obstante, los clientes que la suelen realizar son habitualmente jóvenes o padres con hijos adolescentes, pero también se contratan para eventos especiales como despedidas de solteros. "Entre el 60 y el 70% ya han hecho alguna vez un río", reconoce.

Las tarifas dependen del número de personas que intervienen en la actividad. A medida que aumenta el grupo, el precio disminuye. Para unas diez personas, por ejemplo, puede costar unos 45 euros por cada una.

Después de una hora de camino, se llega a una impresionante cascada que, en forma de Y, seduce al viajero. Mientras que Álex y Alfonso trepan por las rocas calcáreas para realizar un salto, Noelia y Bruno se visten con los trajes de neopreno. Cuando están todos preparados, comienza el recorrido en sentido inverso al ya hecho, pero ahora por el agua. Sin tiempo casi para entrar en contacto con ella, se topan con la primera dificultad: hay que sortear un salto de unos 5 metros. Desde aquí hasta el final se intercalan saltos y toboganes, que suponen una fuente de diversión para los participantes. En las pozas que se encuentran, también pueden nadar o bucear en sus cristalinas aguas.

En el camino se realizan un par de rapeles de aproximadamente unos 10 metros de altura. El barranco no da tregua y en un descenso sin descanso de unos 400 metros con una longitud de unos 5 kilómetros, no hay tiempo para el aburrimiento.

Tras cuatro horas de bajada por el curso del río, los miembros del grupo llegan al final de este recorrido con una expresiva sonrisa. "¡Ha sido una pasada!", comenta Álex.

Noelia confiesa que de los barrancos que ha realizado, "éste es el que más me gusta por el agua que tiene y sus paisajes, si no vas por dentro del río no lo puedes ver igual, la gente está bañándose en las pozas pero no es lo mismo". Esta joven de Murcia destaca también los saltos y los rapeles. "Al principio impresiona un poco por lo inestable del terreno, pero luego no es para tanto". Alfonso añade "¡y la tensión que hemos liberado, después de tanto salto, nos hemos quedado relajados". Y concluye: "Para repetir".

stats