Granada

Al otro lado de la puerta

  • Tanto los empresarios de discotecas como los propios porteros ven con buenos ojos la modificación y ampliación del decreto que desarrollará el servicio de admisión de los locales de ocio

Cuando un disco es bueno, su cara B suele deparar sorpresas, la mayor parte de las veces positivas. Lo mismo ocurre con los porteros de discotecas y de locales de ocio, personas que ejercen una profesión -conflictiva, criminalizada por muchos y desconocida para la gran mayoría de la gente- más "dura" y "compleja" de lo que parece a simple vista, según ellos mismos valoran.

Basta pasar una noche a las puertas de cualquier establecimiento de la capital para darse cuenta de los problemas a los que se enfrentan cada noche. Por eso, buena parte de estos profesionales están a favor de la ampliación del decreto del servicio de admisión, que ahora establece tres nuevas premisas que se tienen que cumplir a rajatabla.

A partir de ahora, ningún portero tendrá antecedentes penales, hablarán y escribirán español y contarán con una formación específica para realizar su cometido.

Partidario de esta normativa, Pedro -portero de seguridad en el local De Cuadros- la califica de "estupenda", hasta tal punto que insta al Gobierno a "que se implique aún más" para que la sociedad sea consciente de "las cosas que pasan" y "lo que hay que aguantar en la puerta de una discoteca cada noche".

"Me pincharon en el cuello, me cortaron el brazo izquierdo hace un par de años en Jaén y me tiraron botellas y piedras y muchas cosas más que he tratado de olvidar. El juez no hizo absolutamente nada. Parece que el portero siempre tiene la culpa", afirma.

A sus 28 años de edad, este rumano que llegó a España hace nueve, trabaja como portero desde 1995, aunque tiene pensado dejarlo ahora que se ha casado y va a ser padre en unos meses.

Según relata, ya ejercía su profesión -como vigilante en una empresa de seguridad entre semana y en una discoteca de viernes a domingo- en su tierra, aunque "por falta de dinero" y "por necesidad" emigró a España, en primer lugar a Jaén y más tarde a Granada.

"La gente no entiende nuestro trabajo. Velamos por que quienes entren en el local vayan bien, estén en condiciones, que no vayan bebidos para que la gente de dentro se lo pase bien. Y si hay alguien que da problemas, le sacamos fuera y ahí termina nuestro trabajo. Pero muchas veces nos insultan, nos dicen de todo, aunque también hay una clientela habitual con la que tenemos muy buen trato", indica.

Sobre esta cuestión, Omar -portero de la discoteca Ópera 4- afirma que son "continuos" los insultos, sobre todo en relación a su color de piel. Sin embargo, el trato cordial al que Pedro se refería queda patente cuando, a la puerta del pub Contraste, en la Plaza de Toros de la capital, muchos de los jóvenes que entran saludan a Segundo, un portero que tiene mucha experiencia -unos 17 años de trabajo a sus espaldas- y que, además, es creativo publicitario.

Los requisitos para dejar entrar a un cliente en una discoteca o en cualquier local de ocio incluyen también la vestimenta del cliente, "sobre todo los fines de semana".

Detalles de este tipo hace que muchos porteros sean mal vistos por quienes tratan de acceder a un establecimiento de este tipo, aunque hay que tener en cuenta que la normativa la establece el empresario y no el portero. Aunque, por otra parte, una cosa es el derecho de admisión y otra, el uso que se haga del mismo.

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