Riesgo de incendios forestales

Las lluvias y el calor, determinantes para plantear la lucha contra el fuego este verano en los espacios protegidos de Granada

  • Granada cuenta con más de 205.000 hectáreas repartidas en cinco parques naturales, además de las 86.000 del Parque Nacional de Sierra Nevada

  • Se han invertido más de ocho millones de euros en licitar un nuevo subcedefo en Guadix, un helipuerto en la sede del COP y la mejora de la pista para aviones en La Resinera

Un ciclista, en la sierra de Huétor.

Un ciclista, en la sierra de Huétor. / Jesús Jiménez / Photographerssports

Después de un inicio de año hidrológico desastroso, con los embalses en niveles críticos y expectativas funestas, las generosas lluvias caídas en la provincia de Granada en marzo y abril han permitido, en cierta manera, amortiguar una situación que se preveía crítica de cara al verano, la época del año más sensible en los espacios protegidos de la provincia a causa de dos factores determinantes, el calor y la consecuente posibilidad de incendios forestales y una mayor afluencia de personas a estos enclaves naturales.

El 2 de noviembre la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que gestiona buena parte de la provincia de Granada –en lo que se refiere a recursos hídricos– declaró la situación excepcional por sequía. En toda la cuenca, las lluvias en enero fueron un 85% inferiores a la media para ese periodo. En febrero las precipitaciones contabilizadas fueron un 80% menos que el promedio calculado para ese mes. Esta situación afectó sobremanera a los agricultores y ganaderos, llevó a tomar medidas contundentes en la comisión de desembalse de ese mes de febrero y también se dejó notar en los espacios protegidos. En las cumbres de Sierra Nevada si lo habitual para esas fechas es que hubiera entre 15 y 20 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve, se valoró que apenas había 5 hectómetros cúbicos.

Sierra de Huétor. Sierra de Huétor.

Sierra de Huétor. / Archivo

Se llegó a marzo al borde del desastre. Y llovió. También lo hizo en abril, y con una generosidad que permitió que los embalses se recuperaran mínimamente (los de la CHG ya están, de media, a un 37% de su capacidad, mientras que en febrero estaban a un 29%) y mantener el ciclo agrícola. También supuso una inyección de vitalidad a los cinco parques naturales de la provincia –Baza, Castril, Huétor, Sierra Nevada y Tejeda, Almijara y Alhama– y el Parque Nacional de Sierra Nevada. Los cinco primeros suman 205.485 hectáreas, mientras que el espacio provincial (compartido por Almería) con el mayor nivel de protección se extiende a lo largo de 86.883 hectáreas, según los datos de la Red de Parques Nacionales.

“Este año hemos tenido lluvias excepcionales”, detalla Javier Egea, de Ecologistas en Acción y miembro del consejo de participación del Parque Nacional de Sierra Nevada. A estos dos meses húmedos le ha sucedido un mayo singular por acoger el primer episodio de ola de calor del 18 al 21 de mayo, con máximas muy próximas a los 40 grados y que llevó a la Junta a activar un servicio extraordinario de vigilancia en zonas forestales ante el elevado riesgo de incendio.

La lluvia de la primavera propició que creciera el pasto y la vegetación ganara terreno y las altas temperaturas han ayudado a que se seque. La combinación es clara, por un lado una densa biomasa altamente combustible y por otro elevadas temperaturas, que previsiblemente serán muy altas a lo largo del verano.Estos dos factores se unen a lo escarpado del terreno de las zonas naturales protegidas, zonas de sierra. “La existencia de mucho pasto seco va a ayudar a que se propague más rápidamente el fuego”, en caso de producirse un incendio, indica Egea. Este año, como es habitual, la temporada alta de incendios comenzará el 1 de junio y finalizará en octubre, indica la Junta. Pese a que será en apenas unos días cuando comience la campaña, en desde enero hasta mediados de mayo se han contabilizado en Andalucía 137 intervenciones del Infoca, de los que 113 fueron conatos.

El dispositivo de prevención y extinción cuenta con un presupuesto de más de 175,1 millones de euros, de los que 84,2 millones se destinan a prevención y 90,9 millones a extinción. De cara a la campaña, el Plan Infoca dispondrá de un total de 4.702 efectivos, entre personal funcionario, trabajadores de la Agencia de Medio Ambiente y Agua (Amaya), personal médico y recursos externos como pilotos o mecánicos. Esta será la primera campaña sin bomberos eventuales al ponerse fin a la temporalidad con la conversión de las plazas temporales a fijos discontinuos, subraya el Gobierno regional.

Estos son los medios puestos sobre la mesa para abordar una situación compleja, la de prevenir y, llegado el caso, combatir el fuego. La topografía de Sierra Nevada se califica como “salvaje y accidentada”, según se indica la ficha de la Red de Parques Nacionales. En este espacio un total de 42.202 hectáreas son de matorrales, pastizales de alta montaña. estepas leñosas de altura y cascajares. Otras 2.752 hectáreas son dominio de encinares, carrascales, alcornocales y acebuchares; y 12.651 hectáreas más son de pinares, sabinares y enebrales. Especies como acebuches y pinos son adaptables y sobrellevan situaciones como la de este año hidrológico, de escasez, pero no significa que sean inmunes a la sequía ni al cambio global. “Estudios específicos sobre la vegetación indican que la composición y diversidad de las comunidades vegetales están fuertemente influenciadas por el cambio global”, indican desde la Red de Parques Nacionales, que reconocen que entre los años 2001 y 2008 “se detectó un retroceso de las especies adaptadas a las bajas temperaturas, que son una gran proporción de los endemismos de Sierra Nevada”. En este informe del organismo que vela por los parques nacionales se subraya el “serio riesgo” que sufre una especie concreta de Sierra Nevada, la de pinus sylvestris, a la que afecta tanto la repoblación con especies que no son autóctonas como por la procesionaria del pino.

Este pinus sylvestris, como el resto de especies de flora que existen en este y el resto de espacios protegidos, está asociado a los cursos de agua, a los arroyos, cuyos caudales se han visto comprometidos por el cambio en el régimen de lluvias. ¿Herramientas para afrontar esta situación? Entre las que se ofrecen están propuestas como la recuperación del regadío histórico y tradicional, que en la Universidad de Granada (UGR) aborda el Laboratorio de Arqueología Biocultural Memolab. En su memoria en defensa de estos sistemas de riego se argumenta que “previenen incendios, al reducir al mínimo los periodos de estiaje, disminuir la temperatura y aumentar la humedad ambiental”. Asimismo, “funcionan como cortafuegos y facilitan la disponibilidad de agua para las labores de extinción” a la par que permiten disminuir “la erosión y los riesgos de corrimientos de tierra al mantener una buena cubierta vegetal, regular la escorrentía superficial” y los torrentes.

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