Constitución del Ayuntamiento de Granada

El ‘agente naranja’ y el camino de la perfección

  • Las capacidades maniobra y negociación han quedado demostradas en el nuevo alcalde de la capital, Luis Salvador

El ‘agente naranja’ y el camino de  la perfección

El ‘agente naranja’ y el camino de la perfección / Álex Cámara

Luis Salvador oyó voces un día y creyó que era Dios quien le hablaba... Como al profeta Samuel, el desde ayer alcalde de Granada inició aquel día el camino de la perfección.

No de otra forma se alcanza el sillón principal de la planta noble en el caserón de la Plaza del Carmen y a Salvador, por tanto, habrá que reconocerle una capacidad numantina y aplicada para poner los hechos electorales y sus circunstancias al servicio de un fin último que desde la jornada de ayer son ahora realidad en la historia de Granada.

En un escenario de tercera fuerza y unos resultados que la noche del 26 de mayo invitaban a pensar en un fracaso al menos relativo, del que Ciudadanos, su partido, bien podría considerarlo responsable principal, tres semanas después la formación naranja ostenta una alcaldía desde la que progresar y presentarse, así que pasen cuatro años, cuando los Idus de Mayo allá por 2023 –¿o será antes?– exigirán cuentas como referente de buena, regular o mala gestión.

De esa buena gestión, que todos los granadinos debemos desearle porque de materializarse todos nos beneficiaremos y la ciudad también, no hay por qué dudar. Mucho menos, con efectos preventivos.

A Salvador, como a cualquier gestor de lo público, lo juzgaremos por sus hechos. Entretanto, Salvador es un folio en blanco y es a él a quien corresponde rellenarlo con renglones derechos que en su caso lo lleven al olimpo de la historia municipal.

El juicio, pues, queda aplazado a 2023. O a 2019, si de una vez tanto este dirigente de Ciudadanos como el presidente provincial del PP se deciden a desvelar el contenido de ese pacto –también, con Vox– que por el momento ha dado la vara de mando a Salvador.

En tanto llega el día de la alternancia o el del balance final, la subida de Salvador a los cielos del Ayuntamiento invita a pensar en un granadino que hubiese permanecido hibernado los últimos diez años y hubiera ido a ‘resucitar’ en el día de ayer.

Nuestro paisano ‘dormilón’ hubiese encontrado aupado a la alcaldía de Granada con los votos de la extrema derecha al hombre que aspiró a liderar el socialismo granadino; hubiese encontrado al presidente provincial de un partido que hizo religión de la lista más votada justificando un ‘pacto a tres’ que otorga la alcaldía a la tercera fuerza; hubiese encontrado al alcalde ‘destronado’ denostando un ‘pacto a tres’ que es émulo de otros tres que con anterioridad otorgaron la alcaldía a los socialistas...

Cosas veredes, amigo ‘dormilón’, que te llevarán a pensar que sigues hibernado.

En ese contexto que roza el surrealismo, Luis Salvador asume el bastón de mando. Sus capacidades de maniobra y convicción han quedado sobradamente demostradas nuevamente en este trance en el que se jugaba a tres bandas, con escenarios simultáneos en Madrid, Sevilla y Granada.

Con ese don innato para situarse en el centro de la escena y bajo la luz del foco principal, Luis Salvador –que hace cuatro años cuantificó en dos concejales la pérdida de Ciudadanos por unos anónimos apócrifos atribuidos al PP y que recordaban su pasada militancia socialista– ha torcido ahora el pulso a Sebastián Pérez, el político más optimista en la noche electoral del 26-M por contraste con el frustrante retraso del candidato naranja aquella misma velada a la espera del quinto concejal que nunca llegó.

En la función maniobrera que arrancó aquella noche se incluía una negociación con Vox demonizada en las alturas de la dirigencia naranja y practicada sin pudor por nuestro ahora alcalde, aunque solo fuese ‘con la puntita nada más’ y un reparto de sillones cuyo alcance conoceremos en los próximos días.

Efectos colaterales del ‘agente naranja’ en versión electoral cuyas consecuencias retardadas afloran tres semanas después de la jornada electoral con un regidor para ¿dos?, ¿cuatro? años que es desde ayer el octavo alcalde de la Granada democrática. Felicidades. Suerte.

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