Álvaro Botias. inspector de la Ufam de la policía nacional y escritor

"Un maltratador no es ese ser primitivo del que se habla en la sentencia de Juana Rivas"

  • 'La lucha contra la violencia de género: Vivencias de un policía'plasma su experiencia para mostrar que ante el maltrato hay salida

  • El libro se presenta mañana en el Cuarto Real de Santo Domingo

El inspector de la UFAM de la Policía Nacional, Álvaro Botias, posa junto a su libro.

El inspector de la UFAM de la Policía Nacional, Álvaro Botias, posa junto a su libro. / g. h.

Un padre, un hijo y un marido. Un proyecto de feminista. Alguien que sueña con un mundo mejor. En resumen, un hombre por la igualdad. Esta es la definición de Álvaro Botias Benedit (Córdoba, 1985), un ingeniero químico graduado en la Universidad de Granada (UGR) que decidió cambiar las probetas por el uniforme de Policía Nacional. El inspector Botias es jefe de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) en Málaga. Especializado en la violencia de género, Botias ha plasmado su experiencia como agente en La lucha contra la violencia de género: Vivencias de un policía, una obra que muestra que ante el maltrato hay salida y que será presentada mañana, a las 18:00 horas, en el Cuarto Real de Santo Domingo.

-¿Qué es La lucha contra la violencia de género: Vivencias de un policía?

-Una obra que emana esperanza. En ella recojo seis relatos inspirados en mi experiencia con víctimas. Seis perfiles de mujer con los que busco transmitir que el machismo no es selectivo; el único requisito para sufrirlo es ser mujer.

-¿Cómo surge la idea del libro?

-En marzo, en un curso de formación. Coincidí en Madrid con especialistas en la materia y fue cuando descubrí que soy feminista. Mis convicciones y mi quehacer se orientan a la consecución de la igualdad real de derechos y oportunidades. Es entonces cuando me decidí a plasmarlo en el papel.

-¿En qué consiste?

-En demostrar que ante la violencia de género hay salida. También trato de explicar en qué consiste la espiral del maltrato, a qué signos debemos prestar atención para detectarlo y con qué herramientas contamos en caso de tener que atajar el problema. Hablo de la educación como antídoto y por supuesto, de la Policía Nacional, que es mi casa y pasión, y estamos para ayudar.

-¿Quién puede ser víctima de violencia de género? ¿Existe algún patrón o perfil?

-La respuesta es un no rotundo. No existe una edad de riesgo, ni un perfil sociocultural tipo. El machismo ataca a la mujer por el simple hecho de serlo. Luchamos contra una violencia estructural que se basa en una discriminación construida a consciencia. Cualquier mujer está expuesta a sufrirlo.

-¿Y para el maltratador?

-Tampoco. Aunque sea difícil de asimilar, el agresor no sigue un patrón constante. No es, ni mucho menos, ese "ser atávico y primitivo" del que se habla en la sentencia de Juana Rivas. Si así fuera, sería fácil detectarlos y frenarlos antes de que actuaran. Los rasgos comunes que destacaría serían: ducho en las relaciones sociales, manipulador, un mentiroso de libro. Son sutiles a más no poder. ¡Ojo! Se trata de rasgos de la personalidad que se ven a menudo, pero ni mucho menos en todos los casos. No hay tampoco una edad estándar ni una educación concreta.

-En Granada llevamos un año negro. Cinco mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Una de ellas con solo 21 años. Sus amigas sabían que sufría acoso por parte de él, pero nadie dijo nada. ¿Qué falta para que se denuncien estas situaciones?

-Educación. Mientras se siga pensando que los problemas de pareja son de ámbito privado, lamentaremos más episodios violentos, algunos, como este, en su máxima expresión. Es hora de implicarnos y levantar la voz. Estamos ante una lacra social y solo con una intervención de todos conseguiremos erradicar las desigualdad de género. En el libro hablo de esto: la importancia del apoyo externo. La víctima está totalmente anulada, por lo que no podemos exigirle que denuncie. Ya tiene suficiente con seguir respirando en el infierno en el que vive. Urge que la ayuda llegue desde fuera.

-¿Cómo se detecta un caso de violencia de género?

-La violencia de género adopta muchas formas: física, verbal, psíquica o psicológica e incluso sobre los objetos. Por ejemplo, en una discusión subida de tono mi marido comienza a destrozar el mobiliario y lanza contra las paredes marcos de fotos y un florero. Esto también es maltrato. Forma parte del clima de terror que el agresor acaba por instaurar en la vivienda. En el libro dedico un capítulo entero a la detección. Me centro en la violencia psicológica, la más dolorosa y sutil. Hablo de fijarnos en la conducta de ese ser querido, en cambios de humor repentinos, entre otras variables. Si queremos detectarlo debemos tener los ojos y los oídos bien abiertos.

-Hay quien dice que la mujer está "sobreprotegida" ante la ley, que tiene cierta "ventaja" y que por eso, hay muchas denuncias falsas. ¿Qué hay de cierto en esto?

-El porcentaje de denuncias falsas con respecto al total en 2017 fue del 0'01%, según datos del Consejo General del Poder Judicial. Es un argumento que históricamente ha esgrimido el machismo. De esta manera restan importancia al problema y vuelven a los casposos estereotipos de género, que "la mujer es mala y perversa", "se está aprovechando de nosotros". ¿Hay instrumentalización? Claro, pero es mínima y en ningún caso comparable con el volumen de maltrato con el que trabajamos. La Policía y la Justicia ha de investigar todos los casos, es nuestra obligación. De hecho, para que se vea claramente que sigue rigiendo el principio de inocencia, las condenas por violencia de género rondan el 20% del total. Los motivos son varios. Aquí destacaría la dispensa de la obligación de declarar del artículo 416. Muchas mujeres se acogen a él por miedo o dependencia emocional, entre otros factores.

-¿Cómo ve la evolución hasta ahora de la lucha contra la violencia de género? ¿Y de cara al futuro?

-Soy muy optimista al respecto. En los últimos años la especialización en la Policía ha sido un elemento central y destacado. Se han depositado muchos esfuerzos en formar a los funcionarios en la materia. Sin ir más lejos, acabo de ejercer como ponente en un curso en la Comisaría de Málaga. 45 asistentes recibían formación en violencia de género, doméstica y sexual. Si seguimos en esta línea de mejora, seremos más eficaces en la actuación y protección de las víctimas.

-¿Cómo han influido las nuevas tecnologías?

-Sobre todo han influido para bien. No olvidemos que a través de ellas vivimos en continua conexión, sin importar la distancia física que nos separa. Aún así, traen aparejado un pequeño handicap con el que estamos intentando lidiar y que afecta a los adolescentes: la facilidad en el control y la confusión de este último término con confianza. Muchos jóvenes de hoy creen que los celos son una muestra de amor. También ven normal el intercambio de las claves de acceso a redes sociales. Vuelta a lo mismo: educación. Con ella podremos prevenir. No olvidemos que la Policía actúa cuando el problema ya se ha generado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios