¿Dónde está el manto de la Virgen?

El mercado paralelo del arte también se nutre de objetos robados, un lucrativo e ilegal negocio que también se da en Granada · Los intermediarios se encargan de borrar el rastro entre el ladrón y el comprador

En Chimeneas también han sufrido robos.
En Chimeneas también han sufrido robos.
Arantxa Asensio / Granada

29 de mayo 2011 - 01:00

Para algunos pueden ser obras de arte. Para otros, símbolos de una profunda y seria devoción. Y para otros, los menos escrupulosos, simplemente una presa fácil para hurtar e intentar revender en el complicado mercado del mundo del arte. Para luchar contra los delitos contra el patrimonio, la Guardia Civil ha difundido a través de su página web un catálogo de objetos históricos y artísticos sustraídos para intentar su localización o bien su devolución a los legítimos propietarios. Se trata de una iniciativa pionera de la Benemérita que se puso en marcha el pasado mes de marzo, que recopila casi 400 fotografías de objetos y que tiene una pequeña ramificación en la provincia de Granada.

Hasta siete objetos de los que aparecen en el catálogo policial que ofrece el Instituto Armado han sido sustraídos en diferentes puntos de la provincia. Se trata de un pequeño botín histórico artístico, heterogéneo en cuanto a valor y procedencia, robado entre los años 2005 y 2010 y en el que destaca la presencia de objetos religiosos, de gran valor sentimental para los feligreses de las parroquias expoliadas y también económico.

Y es que según fuentes del Grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad Central Operativa, aproximadamente el 30% de los objetos contabilizados como sustraídos proceden de inmuebles religiosos -como iglesias o ermitas-, "siendo los objetos más codiciados la pintura y la escultura", añaden desde el Grupo de Patrimonio Histórico de la UCO, aunque bien es cierto que los cacos no hacen ascos a prácticamente nada y lo mismo se llevan por las bravas elementos arquitectónicos que libros o documentos o incluso los ropajes de las imágenes.

En cuanto a los datos recopilados a nivel andaluz, la Guardia Civil ha contabilizado entre 2005 a 2010 hasta 736 robos, aunque han podido ser recuperados 140 objetos. El número de sustracciones no ha sido homogéneo a lo largo de ese lustro, sino que los agentes han detectado un aumento en el número de casos desde 2007. Las víctimas más propicias son los objetos religiosos, debido "principalmente a la gran presencia y dispersión patrimonial de la Iglesia", señalan desde el Cuerpo.

Sobre la motivación que lleva a los amigos de lo ajeno a hurtar este tipo de objetos del patrimonio histórico, la Benemérita tiene claro que la principal motivación de estas personas es la económica, la obtención de dinero. "Tras el robo de la pieza, el paso siguiente es introducirla en los circuitos de compraventa de obras de arte y antigüedades". Pero antes lo usual es mantener oculto ese objeto durante un tiempo, que será mayor cuanto más valiosa sea la pieza "hasta que disminuye la actividad policial y la atención sobre los canales de salida".

Y cuando por fin sale a la luz, se procura que sea en un punto alejado al lugar del robo para evitar, precisamente, ser identificada.

Otra de las precauciones que se toman los cacos es evitar ser ellos mismos los vendedores. El encargado de colocar la pieza es un intermediario, que, según explica la Guardia Civil, "tiene los contactos necesarios con anticuarios, particulares o coleccionistas".

Aparte de estos contactos, otro de los rasgos que caracterizan a estos intermediarios es, según los investigadores que "tienen conocimientos científicos fruto de una amplia experiencia, aunque sin ninguna base académica", aunque existen excepciones. También suelen tener antecedentes o ya han sufrido algún problema con alguna operación de compraventa. En resumen, son "perfectamente conocidos" por los agentes que se encargan de este tipo de casos.

Para evitar ser localizada, lo normal es que la pieza sustraída pase por varias manos. "Es bastante habitual que aparezcan en el mercado legal, obras que en su origen tenían mala procedencia", explican fuentes de la Guardia Civil. El punto final del camino suelen ser desde mercadillos a comercios de antigüedades o salas de subasta, donde, normalmente "el anticuario desconoce su origen ilícito". Y si lo conoce, procura no exhibirla al público para evitar problemas.

Cuando el objeto sustraído es de un valor mayor, fuentes del Instituto Armado señalan que lo más usual es que acabe en el extranjero, donde es más difícil su localización. El último eslabón de esta larga cadena es el cliente, que puede ser una persona o incluso una institución y, por lo general, desconoce la procedencia del objeto que adquiere, reseñan desde el Grupo de Patrimonio Histórico.

Ya en manos del comprador, la pieza robada puede permanecer muchos años antes de volver a salir al mercado, "bien porque el poseedor quiera deshacerse de ella para obtener dinero o porque tras su fallecimiento los herederos vendan la pieza".

Este afanoso e intrincado camino mueve dinero, mucho dinero, aunque desde la Guardia Civil se asegura que es "prácticamente imposible" cuantificar el valor real de lo sustraído. Fuentes externas al Cuerpo señalan que el mercado de obras de arte robadas puede ir entre los 2.000 y los 5.000 millones de euros al año.

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