Actividades durante la crisis

El papel de los memes y otros personajes como válvula de escape en el encierro

El papel de los memes como válvula de escape en el encierro

El papel de los memes como válvula de escape en el encierro

Que el humor es una válvula para regular situaciones de estrés es un hecho incontestable. El típico chiste que rebaja la tensión en las escenas más tensas de las películas o el que se hace en un velatorio son algunos de los muchos ejemplos. Y, claro, una situación de confinamiento en estado de alarma con la gente encerrada, ansiosa y asustada era un caldo de cultivo perfecto.Pero ahora el chiste ya no se cuenta en en la barra del bar, ahora circulan a través de los móviles.

Había humoristas que ya explotaban con éxito ese filón de los vídeos cortos de poco más de un minuto que circulaban a través de redes como el dúo Pantomima Full, que ha sacado sus correspondientes vídeos de los prototipos de ‘confinados’, o Martita de Graná, con sus sketches sobre las consecuencias del encierro en el apetito o volviendo la mirada hacia la cuarentena con la perspectiva de varias décadas de futuro.

Pero hay otras figuras que han surgido expresamente del confinamiento, como la Tía Pepa, una gaditana sin pelos en la lengua que charla con su sobrino Tito y amenaza con avisar a la que saca el perro cerca de casa porque la tienen “prisionera”.

Otro hit es un profesional del medio: @tunomadas, un perfil de Twitter detrás del que está Miguel Ángel Martín, un actor malagueño que se ha visto sorprendido por el éxito de sus vídeos en pijama y taza en mano en el que critica la falta de tiempo en la cuarentena para tantas actividades solidarias, tele-grupales y de cultura-virtual.

“El humor ya decía Freud que es una actitud ante la vida. Es una forma de transformar el dolor en placer”, explica José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología de la UOC. El psicólogo explica que el humor permite “distanciarse” y “relativizar lo absoluto, que en el caso del coronavirus es la muerte”. “Es nuestra salvaguarda porque de esta historia tenemos sólo el primer capítulo y no sabemos como acabará. Porque tendrá luego tendrá consecuencias económicas pero también en la formas de relación y en otros muchos aspectos”

Pero si triunfan los vídeos cortos, la estrella sin duda son los memes. “Vivimos en una época digital y el humor ha cambiado: antes estaba relacionado con el chiste y por tanto con la palabra; ahora es la imagen”. Ese cambio para el psicólogo explican también el aumento de la demanda. “El chiste es más ingenioso y da pie al equívoco. El mecanismo de las imágenes es más efímero y tienen por tanto menos efectos liberadores, así que se necesitan en mayor cantidad”. Tanto es así que incluso WhatsApp se ha planteado medidas de control.

En cualquier caso, Ubieto explica que los chistes y memes comparten ese carácter de “parroquia”. “Muchas veces son autóctonos y se adaptan al lugar”, comenta el especialista. En ese sentido, al principio de la crisis sanitaria cuando el Gobierno daba como principal medida tener las manos limpias para evitar el contagio empezó a circular por los grupos de WhatsApp un chiste que decía que de tanto lavárselas le había salido un sello de una discoteca, y en cada municipio se cambiaba el nombre del establecimiento por un local de moda hace como veinte años y que hubiese cerrado sus puertas hacía tiempo.

Y otra diferencia con lo digital es que “los chistes son más específicos y las imágenes más universales”. Por eso los memes han venido para quedarse. “Lo digital es una realidad, no es una cosa de que haces a veces, se utiliza para el humor igual que se utiliza para los negocios, para encontrar pareja o para hacer libros y comercializarlos”.

Y ese sentimiento de parroquia es lo que impulsa también a los autores de esos memes a crearlos. “Sobre todo a las generaciones más jóvenes les resultan muy fáciles hacerlos porque tienen los conocimientos. Yo tengo paciente que estudian materias relacionadas y a veces lo hacen incluso como ejercicios”.Además, si esa creación tiene éxito obtienen el refuerzo de ese sentimiento de pertenencia al grupo, de “parroquia”, porque “ese trabajo tiene reconocimiento y valor social”. “Es lo mismo por lo que antes mucha gente se grababa haciendo tonterías y lo mandaba a programas de vídeos para televisión”, apunta Ubieto.

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