La milagrosa calle de San Juan de Dios

Fue uno de los barrios más ricos y lleva nombre del santo más pobre. Hoy sigue el pequeño comercio y las colas del hambre esperando el milagro de los panes y los pecesLos granadinos tenemos sobrados recuerdos de esta generosa vía: fuimos atendidos en su histórico hospital o hicimos cola en las navidades para extasiarnos con el belén de San Rafael

1. Dos ilustres trabajadores de la calle: Manuel, de pie, tonelero, con su tertulia; y Salvador, con su señora, colchonero. 2. Hospital San Juan de Dios. 3. Colas en San Juan de Dios. FOTOGRAFÍAS: JOSÉ LUIS DELGADO.
1. Dos ilustres trabajadores de la calle: Manuel, de pie, tonelero, con su tertulia; y Salvador, con su señora, colchonero. 2. Hospital San Juan de Dios. 3. Colas en San Juan de Dios. FOTOGRAFÍAS: JOSÉ LUIS DELGADO.

15 de diciembre 2008 - 01:00

Debe Granada muchos de sus nuevos barrios al proceso de reconquista cristiana contra el pasado musulmán. Se amplía la ciudad extramuros y se van situando en ella iglesias, conventos y casas nobiliarias. Entre los siglos XVI y XVII aparecieron por aquí nada menos que cuarenta conventos y otras tantas iglesias. Uno de los lugares más generosos en este tipo de construcciones fue el barrio de la Duquesa (de Sessa, esposa del Gran Capitán), entre el Monasterio de San Jerónimo y el Hospital Real que tenía como eje la actual calle de San Juan de Dios.

Calle noble desde los pies a la cabeza, aunque sea por los nombres que la rodean. Arranca en la Constitución y se prolonga por Gran Capitán; y entre tanto nombre ilustre, la calle dedicada al pobre Juan Ciudad; este ciudadano de origen portugués que decían medio loco, con su capacha y cayado, pero que sigue siendo amigo de los pobres desde que llegó a Granada en 1536.

Allí estuvo el primer Monasterio de San Jerónimo y luego en su lugar el actual Hospital, junto a la Basílica y el Asilo de San Rafael para niños huérfanos y enfermos.

Los que vivimos en Granada tenemos sobrados recuerdos de esta generosa calle. La mayoría fuimos alguna vez atendidos en su histórico hospital o hicimos cola en las navidades para extasiarnos con el magnífico "belén" de San Rafael. Muchos recordamos las curiosas pujas de las "Subastas de Ilusiones" que amenizaba el recordado locutor José del Real, a beneficio de los niños acogidos por los Hermanos de San Juan de Dios.

Las carencias de épocas pasadas siguen hoy lamentablemente reproducidas en esta misma calle y si antes los pobres eran granadinos ahora los tenemos hasta del Senegal, porque la generosidad de los Hospitalarios no entiende de barcos y menos de pateras. Es verdad que haría falta más seguridad en esa calle comercial a la hora del reparto para evitar escándalos no deseados.

En cualquiera de las camas del Hospital o en la residencia de ancianos enfermos podríamos encontrarnos hoy muy bien atendido a alguno de aquellos granadinos que fue entonces generoso con los más necesitados. Así es la vida.

MALDITAS CRISIS

Desaparecieron muchos pequeños negocios. Pero quedan todavía testigos vivos de esta calle milagrosa y trabajadora, capaces de reunirse en la acera y compartir batallitas frente a la basílica del santo Juan.

En el antiguo taller de tonelería, casi un pequeño santuario de recuerdos, trabajó toda su vida el 'último tonelero', como lo calificó la prensa local hace años.

Se llama Manuel Sánchez y comparte el placer de ensamblar duelas para conservar bueno el vino con el agradable lujo de hilvanar una tertulia entre amigos, para conservar buena la amistad.

Al lado permanece todavía el mejor colchonero del mundo: Salvador González: toda una larga vida entre colchones pero con una memoria bien despierta. Pregúntale por la alineación de cualquier equipo de fútbol.

Calle de San Juan de Dios, te recorrí mil veces andando y en tranvía; al instituto 'Padre Suárez' de alumno y al 'Ganivet' de profesor. Y hoy, cada vez que paso cerca de la calle Ventanilla, recuerdo las buenas tortas de la panadería Granados y los pasteles del Llorca de enfrente y se me parte el alma de vez las caritas de hambre de los que hacen colas esperando que den la una, para ver si es verdad que siguen algunos anónimos granadinos haciendo bueno el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.

Malditas crisis, malditos repartos injustos. Si pasas cerca de las colas de los pobres pídele al santo que no te veas nunca en ellas, echa algo más que una mirada de reojo y recuerda que ahí dentro se sirven a diario cientos de platos calientes y gratis. ¿Qué te parece?

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