La misteriosa piedra de la Catedral de Granada

ayer y hoy

Una vieja tradición granadina del siglo XIX recoge el "misterio" de la piedra de la Puerta de los Colegios Lo cuenta Soler de la Fuente, uno de los "nudos" de 'La Cuerda granadina'

José Luis Delgado

29 de febrero 2016 - 01:00

SON muchos los secretos y leyendas que se esconden en las construcciones de los monumentos. Desde los megalitos de Stonehenge a las pirámides de Egipto; desde el laberinto minoico de Creta a las gárgolas góticas de Notre Dame. Hemos oído hablar de la 'bruja' de la catedral de Gerona, del 'astronauta' de la de Salamanca; de la 'piedra sonora' del campanario de Valencia que golpeándola desde abajo llegaba el sonido al cuerpo de campanas para avisar al campanero. Y el misterioso alquimista Fulcanelli escribió en 1922 su más conocida obra: El misterio de las Catedrales. En capiteles, arquivoltas y gárgolas medievales se encierran a veces esotéricos símbolos de enigmático significado.

Pues también nuestra catedral tiene derecho a guardar un modesto secreto encerrado en una misteriosa piedra que la tradición granadina debiera mantener y transmitir, según el relato de uno de los nudos o componentes de la tertulia La Cuerda Granadina, sociedad literaria postromántica a la que también perteneció Pedro Antonio de Alarcón. Son tradiciones granadinas que adornan nuestra historia y que debieran contarse en las escuelas como recurso didáctico de acercamiento a nuestro pasado. Se ama lo que se conoce aunque sea con ribetes novelados.

El autor de esta leyenda fue el escritor, militar y catedrático granadino José Joaquín Soler de la Fuente (1827-1876), conocido en la tertulia con el sobrenombre de El Abate. En una de sus numerosas obras titulada Tradiciones Granadinas (1849) cuenta la curiosa historia protagonizada por un aprendiz de escultor que buscaba empleo en las obras de construcción de la catedral de Granada. Paseando por la Plaza de las Pasiegas "en uno de los días fríos y nebulosos del mes de febrero de 1539, a las tres de la tarde" preguntó a los albañiles por el director de las obras; dio precisamente con el arquitecto constructor Diego de Siloe que para quitárselo de encima le mandó esculpir lo que quisiera en un bloque de piedra.

Preguntando de nuevo el aprendiz qué quería que esculpiera, le contestó Siloe malhumorado "¡Lo que sea. Un demonio!". Y así lo hizo el recién llegado. Al ver la obra acabada el gran arquitecto y escultor Diego de Siloe quedó tan sorprendido de la calidad del trabajo que prometió colocar la piedra en lugar preferente de la Catedral. Pero lo hizo después de esculpir el propio Siloe la figura de un Ecce Homo, enmarcado entre bichas y flameros, en el reverso del mismo bloque de piedra en el que figuraba el demonio. Hoy esa piedra, aunque muy deteriorada, está colocada sobre el dintel de la Puerta de los Colegios o Puerta del Ecce Homo de la cabecera de la catedral a la que se accede por la Gran Vía y el pasaje que lleva precisamente el nombre de Diego de Siloe.

Al final de esta curiosa tradición, Soler de la Fuente identifica al autor del Demonio con el que fuera también arquitecto y escultor de la catedral Juan de Maeda, discípulo de Siloe, que tanta huella dejó en nuestra ciudad y del que precisamente este año se cumple el 440 aniversario de su muerte en Granada, ya que fue en 1576. Ecce Homo, "he aquí al hombre"; parece todo un símbolo que la leyenda ha escogido para poner en la intención de Siloe al hombre que le habría de suceder en los trabajos de la Catedral.

Esperemos que nunca podamos desvelar el secreto de la piedra de esta vieja tradición que nos cuenta don José Joaquín Soler, porque será la señal de que la Puerta del Ecce Homo, aunque en mal estado, se mantiene en pie y no ha sido víctima de seísmos inoportunos o de piquetas ignorantes. Ahora les invito a darse una vuelta por la cabecera de la Catedral y a leer algunas de nuestras numerosas tradiciones granadinas. No es mala idea trasmitirlas de padres a hijos o de abuelos a nietos.

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