Granada

El místico San Juan de la Cruz

  • San Juan de la Cruz no era granadino pero como si lo fuera. Tampoco lo eran el Gran Capitán o Manuel de Falla y ahí están, acompañándolo en la Avenida de la Constitución, y yo que me alegroEstrella Morente, después del doloroso trance de la muerte de su padre, cantará a San Juan de la Cruz, el sabio carmelita que vivió en Granada, en su disco 'Réquiem'

MIL gracias derramando, pasó por estos sotos con presura". Con estos versos del Cántico Espiritual honró la ciudad de Granada a San Juan de la Cruz en su residencia del Carmen de Los Mártires en el año 2002. Todavía se conserva el árbol junto al que meditaba el místico abulense. Cómo me acuerdo de Emilio Orozco, cuando nos explicaba emocionado y entre lágrimas la mística del santo de Ávila…

Bienvenido sea San Juan de la Cruz a este paseo de granadinos ilustres en la Avenida de la Constitución, porque estamos ante uno de los más sabios escritores de la mística española, aunque de granadino sólo tenga diez minutos ya que de sus 50 años sólo cuatro los pasó en Granada; pero fue aquí y en dos semanas donde escribió unas de sus más conocidas y estudiadas: La noche oscura y La llama de amor viva, mil veces recitada, otras tantas cantada a coro y a la que puso voz Amancio Prada. Lo mismo que hará nuestra hermosa paisana, ahora de triste luto, Estrella Morente que, inspirada en el poema Tras de un doloroso trance, cantará a San Juan de la Cruz en su disco Réquiem, con aliento granadino, con olor a Sacromonte, con la frescura de Sierra Nevada y el recuerdo inolvidable de su padre Enrique.

San Juan de la Cruz no era granadino pero como si lo fuera. Tampoco eran granadinos el Gran Capitán o Manuel de Falla y ahí están, acompañándolo en la avenida, y yo que me alegro, aunque falten dos docenas de granadinos en ese mismo paseo. Pero tampoco sería necesario agolparlos a todos en el mismo espacio.

Biografía extensa y muy agitada la de este fraile carmelita, hijo de un modesto tejedor, que recorrió media España fundando conventos acompañado de su gran amiga Teresa de Jesús, tan seguidora de su maestro que le copió el poema Vivo sin vivir en mí, puesto que el famoso Que muero porque no muero lo escribió San Juan y lo glosó después Santa Teresa.

Ahí lo vemos, desde Fontiveros donde nació en 1541, hasta Úbeda donde murió en 1591, siendo su cuerpo enterrado en Segovia.

Tiempo tuvo de vivir en Arévalo, Medina del Campo, Salamanca, Valladolid, Alcalá de Henares, Ávila, Zamora, Almodóvar del Campo, Beas de Segura, Baeza, hasta que llega a Granada en 1582 cuando es nombrado prior del convento de los Mártires.

Tiempo tuvo también hasta de estar en la cárcel en Medina del Campo en 1575 y luego otra vez dos años después en Toledo, por problemas internos entre los carmelitas calzados y descalzos. Pero no debió ser muy torpe cuando logró escapar de la cárcel con la ayuda de un carcelero y seguir luego su mística vida.

En Granada, en el Carmen de los Mártires, estuvo más tranquilo; junto al cedro o ciprés que todavía se conserva debió escribir lo mejor de su obra, por eso Granada lo recuerda y se lo agradece con esa escultura flamante de San Juan de la Cruz, donada por Emuvissa y realizada por el escultor Miguel Moreno, en la que se presenta al santo orante sobre las llamas y recordando su obra ya citada, La llama de amor viva.

¡Oh llama de amor viva / que tiernamente hieres / de mi alma en el más profundo centro!

No está mal que haya espacio en Granada para ilustres venidos de lejos; esa apertura de brazos engrandece a la ciudad, la hace acogedora y ejemplo de hospitalidad; lo que ya no es tan bueno es olvidarse de los nuestros por tenerlos tan a mano. Y eso de los olvidos en Granada es por desgracia demasiado frecuente.

Pronto oiremos a San Juan de la Cruz en la muy dolida voz de una estrella, la hija del desaparecido Enrique Morente. Requiescat in pace.

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