Tres monjas en busca de vocaciones

Las hermanas del convento de San Miguel de Alhama piden incorporaciones para no cerrar La orden de las Clarisas llegó al pueblo en el año 1840

Las monjas sustentan el convento haciendo estas exquisiteces.
Las monjas sustentan el convento haciendo estas exquisiteces.
Efe Granada

24 de diciembre 2012 - 01:00

Las tres religiosas de la congregación de las Clarisas que mantienen vivo el convento de San Miguel, de Alhama de Granada, que acaba de cumplir cuatro siglos de historia, piden nuevas incorporaciones que eviten el cierre del lugar y acaben con su presencia en el municipio granadino.

El convento de San Miguel, en la localidad de Alhama de Granada, cumplió este mes de octubre su cuarto centenario con tres moradoras, las hermanas de la congregación de las Clarisas que mantienen vivo el monumento.

Ellas, con 80, 79 y 78 años, piden ahora nuevas incorporaciones, vocaciones más jóvenes que impidan que el convento tenga que echar el cierre y su labor termine con ellas.

La orden de las Clarisas llegó a Alhama de Granada en 1840, año en el que la orden de San Francisco compró el convento al ayuntamiento por 30.000 reales y las viviendas de las familias de algunas monjas.

Su superiora, sor Clara, recuerda ahora sus primeros pasos por el convento, al que volvieron tras la guerra. La orden recuperó el maltrecho edificio después de la Guerra Civil y terminó su rehabilitación en 1950, año en el que estaba habitado por 33 hermanas de la orden, de las que sólo quedan tres desde 1986.

"Achaco la falta de monjas a otra sociedad, a que éste es otro mundo, escaso de todo. Ya nadie quiere comprometerse", explica sor Clara. Las clarisas recalcan que ahora hay mucha gente haciendo el bien, mucho "voluntariado", pero no tantas personas dispuestas a desprenderse de todo para formar parte de un convento con votos de clausura.

"Pedimos monjas, jóvenes o de otros conventos, aunque no estamos agobiadas porque será lo que Dios quiera", ha apuntado Sor Clara.

Las tres supervivientes del convento de San Diego han superado todos estos años dedicadas a rezar, a la vida contemplativa, pero también a ganarse el sustento a fuerza de buenas recetas culinarias.

Ahora, con la falta de refuerzos humanos preparan los dulces sólo por encargo a establecimientos de la zona, a los que ofrecen el mejor dulzor elaborado con mano de santas.

"A la gente le cuesta dejar tanta cosa, tanta pamplina. No hace falta tanta cosa para ser feliz. Si supieran la felicidad y la paz que disfrutamos, tendrían suficiente", resalta sor Clara para animar vocaciones.

Desde sus inicios hasta ahora, el convento de San Miguel de Alhama se ha convertido en un referente para los vecinos de Alhama, que ayudaron a su rehabilitación y evitaron que un empresario lo comprara para montar un negocio.

Poco a poco, colocaron ventanas, arreglaron puertas y acondicionaron las estancias para evitar, como pasaba antes, que un vaso de agua se helara en las celdas las noches de invierno.

Ante la falta de 'inquilinas' para este convento, la hermana superiora lo tiene claro: "Tengo dos monjas que no las cambio por dos docenas".

Sor Clara, que cumplirá en breve los 81 años, dice tener 18 trucando el orden de las cifras y apuesta por el paso del tiempo que marcan su alma y su espíritu, motivo por el que considera a sus tres compañeras de aventura unas adolescentes.

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