25-N

Las mujeres el 25 de noviembre en Granada: “Esta es nuestra procesión”

  • También son malos tratos los malos contratos”, grita una joven por primera vez. Todas, absolutamente todas se unen

Un momento de la manifestación del 25-N

Un momento de la manifestación del 25-N / Jesús Jiménez / Photographerssports

“Oye, ¿cómo vas?”, asalta una señora de mediana de edad, entre la marea de mujeres, a otra de las muchas que daban color a las calles de Granada. “Aquí, de procesión, en la nuestra”, sentencia la preguntada.Granada se tiñe de morado este 25 de noviembre, una vez más, en busca de igualdad, “pero de la de verdad”, corrige una mujer. A los gritos de mujeres que parecen cansadas de luchar otro año más por lo mismo, se unen hombres -principalmente de mediana y avanzada edad- y niñas. Muchas niñas. “Vengo cada año con mi madre y sus amigas. Tengo 10 años, pero vengo desde los 3”, explica una ‘jovencita’.

“Ni una más. Ni un paso atrás. No estamos todas. Faltan las asesinadas. Ya llegaron las feministas. No mires. Únete. Por ti también están luchando”. Esas palabras no paran de retumbar por cada calle del centro de Granada. Mujeres empoderadas, niñas que lo van a estar, hombres conscientes y abuelos que luchan por “unos derechos que deberían estar más que asentados”. “También son malos tratos los malos contratos”, grita una joven por primera vez. Todas, absolutamente todas se unen. Una resopla con cara de estar padeciendo ese ‘maltrato’, otra solloza y muchas vuelven a gritar con garra. “En mi empresa siguen cobrando menos las mujeres”, dice una chica de unos 25 años. “¿Cómo es posible?”, le contesta su amiga. “Así es, hermana, y hoy regalan un lazo morado en honor a nuestra lucha. ¡Qué rabia, tía. Qué rabia!”.

Un hombre con bastón y boina pasea por la acera y se para. “No puedo seguiros pero continuad luchando. Es importante”. Una chica con el pelo de Pipi Calzaslargas y aire pintoresco también se para. Y se abrazan. Una señora con canas se lanza al grito cuando hay silencio y todo el mundo escucha: “Manolo, Manolo hazte la cena solo”. Puede que la niña que lleve desde los tres años yendo no entienda ese cántico, pero de eso se trata. “Ojalá no tengáis que aguantar tanto como lo hemos hecho nosotras”, refunfuñe esa misma señora con canas.

La magia de la igualdad puede ser un abrazo generacional. El poder de la igualdad es serlo cada vez más. El grito a favor de la igualdad es un paso que parece no tener final. A este 25-N podrían de tacharlo de Purple Friday. Hasta podría comprarse.

“Nos vemos el 8 de marzo, pero aquí estamos siempre”, grita una treintañera en forma de cierre. Al otro lado del muro hay un señor fumando un cigarro que asiente, “pues sí, aquí están las feministas”. / C. Pereira

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