El negocio de las bodas se resiente con la crisis y sufre pérdidas de hasta el 30%

La celebración de matrimonios en la provincia, según los datos del Instituto de Estadística de Andalucía, ha descendido en el último año alrededor de un 8,3%

Las tiendas de moda nupcial se enfrentan a la caída de las ventas.
Las tiendas de moda nupcial se enfrentan a la caída de las ventas.
Guadalupe S. Maldonado / Granada

07 de junio 2009 - 01:00

En la salud y en la enfermedad y, por supuesto, en la riqueza y en la pobreza. Los votos matrimoniales lo dicen muy claro. La crisis no debe afectar en nada a los que han decidido unirse en santo -o laico- matrimonio. Pero no dicen nada de que los futuros esposos se ajusten el cinturón a la hora de celebrar su boda. Ni de que los que se están pensando formalizar su relación lo dejen para cuando los números rojos no sean lo normal en sus cuentas corrientes. El negocio de las bodas, como casi todos, también está de capa caída. Las tiendas de trajes de novias, los salones de celebraciones, las joyerías y las empresas de catering están sufriendo en primera persona la caída del consumo, lo que se está traduciendo en pérdidas que en algunos casos alcanzan el 30%. Y es normal. El paro y la incertidumbre sobre el futuro laboral quita a casi todo el mundo las ganas de organizar una boda.

Hacía seis años que Granada no registraba una cifra tan baja de matrimonios. Los últimos datos del Instituto de Estadística de Andalucía sobre el movimiento natural de la población aseguran que en 2008 se han celebrado en la provincia 3.691 bodas. En 2007, el número de matrimonios -civiles y religiosos- alcanzó los 4.026, lo que significa que en apenas un año las bodas han descendido un 8,3%. Y eso que en 2008, teniendo en cuenta que las bodas suelen organizarse con al menos un año de antelación, la crisis todavía no se había instalado del todo en las familias granadinas. Porque, aunque las condiciones laborales y sociales de los jóvenes granadinos -precariedad, contratos basura y dificultad de acceso a la vivienda- ya habían hecho mucho por deslucir el negocio de las bodas, la crisis está jugando un papel fundamental en la caída de las bodas y, en consecuencia, de los negocios que viven de ellas.

Antonio Bernina, propietario del Cortijo Alameda Bernina y de Catering Bernina, asegura resignado que "cuando llueve, nos mojamos todos" y explica que, aunque el que tiene claro que quiere casarse se casa, sí que mira mucho más por su bolsillo. "Hemos notado tanto una reducción del número de invitados como una moderación en los presupuestos del cubierto. Ahora si le ofreces a una pareja ocho precios diferentes, se quedan con el más bajo", explica el empresario, que resume la situación afirmando que "antes la gente celebraba su boda con más alegría". Es decir, con más invitados -de 400 se ha pasado a 200- y con más caprichos. "El nuestro ya es un servicio de lujo, con un camarero por mesa y con comida de calidad, pero es cierto que los novios ahora no se dan los caprichos de antes. No hay alegría, aunque tengan dinero", señala Antonio Bernina.

Desde el complejo turístico El Capricho indican que, aunque no han registrado un descenso considerable del número de celebraciones, sí que han notado que ahora los novios ajustan más el presupuesto. "Ahora hay quien decide no contratar barra libre, por ejemplo. Pero donde más se está notando la crisis es en los asistentes. Y no tanto porque la gente no los invite, como porque deciden no asistir", explican desde el departamento comercial.

Uno de los responsables del Hotel Villa Blanca de Albolote coincide también en que "hay muchas menos celebraciones". Y no sólo por el descenso de las bodas, sino también de los bautizos y las comuniones. "Este año tenemos un tercio de las celebraciones que teníamos el año pasado. Y, además, las que hemos tenido no han sido muy grandes", asegura.

Pero, ¿qué pasa con los trajes de las novias? Es fácil prescindir de la barra libre, del sorbete entre el primer y segundo plato o de las flores en las mesas, pero el traje de la novia es otra cosa muy distinta. "En la boda, el traje es lo más importante. La novia va buscando su vestido y normalmente le da igual el precio", explican desde Pronovias. Pero, si hay menos bodas, lo lógico es que también caigan las ventas de estos establecimientos. El propietario de las tres tiendas de Isamar, de Cary-Usi y de Rosa Clará, Isaías Ubago, es rotundo al respecto. "Como mínimo, las ventas han caído entre un 20 y un 30%. Ahora entra a las tiendas la mitad de gente que antes, así que es normal", indica. Tener trabajo es, según el empresario, una condición indispensable para poder celebrar una boda, así que es inevitable que los matrimonios se estén reduciendo. "Quien quiere casarse prefiere aplazar la boda, la "posponen para mejores tiempos". Evidentemente, en el caso de que finalmente una pareja haya decidido seguir adelante con su boda, el vestido de novia sigue siendo fundamental. "La prenda es importante, pero también es cierto que intentan buscar vestidos algo más baratos. Los precios oscilan entre los 400 y los 2.500 euros y ahora la franja más vendible es la que va de 1.500 a 1.800 euros", destaca Isaías Ubago.

Donde se ha notado todavía más la caída de las ventas y el deterioro de las posibilidades económicas de los granadinos es en el caso de los trajes de fiesta. A excepción de madrinas, padrinos y familiares directos de los novios, los invitados a las bodas están protagonizando un cambio de tendencia que afecta bastante a los empresarios de estos establecimientos. Hay quien decide no ir a la boda, quien prefiere comprarse un vestido más barato o incluso quien repite modelo "con algunos arreglillos", así que las ventas de vestidos de fiestas sí que están por los suelos.

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