El ocaso de los pequeños clásicos

La histórica ferretería Leyva, como otros muchos establecimientos del centro que no han podido hacer frente al alquiler con la caída de las ventas, cierra sus puertas después de más de un siglo de vida

El ocaso de los pequeños clásicos
El ocaso de los pequeños clásicos
B. R. / Granada

18 de junio 2010 - 01:00

El cierre de la ferretería Juan Leyva no es sólo el punto y final a un comercio que abrió sus puertas en 1892, es el símbolo del ocaso de muchas tiendas del centro de Granada. Como este establecimiento, muchos no pueden hacer ya frente a los alquileres, que todavía no se han ajustado a la caída de las ventas. "Pagamos 8.500 euros al mes. Antes hacíamos una caja de 1.200 euros al día o incluso 1.300. Ahora de 200 a 300, y eso con suerte", cuenta José Rosario, copropietario de la empresa con su hijo Gonzalo.

Los dos asumen que después del cierre del comercio a finales de este mes pasarán a engrosar las listas del paro. "Dónde vamos a ir a buscar trabajo. Ahora están cerrando muchas ferreterías por la crisis. Y yo no sé hacer otra cosa. He echado los dientes detrás del mostrador y mi padre empezó cuando era un crío", cuenta el hijo.

Este local, que en principio iba a ser el empuje definitivo para un fructífero negocio, se convirtió en su cara y su cruz. Más de 120.000 euros en la larga y complicada reforma del nuevo local, al que se trasladaron en febrero de 2007 con un contrato de quince años. Antes habían estado en la Plaza de la Trinidad, donde muchos granadinos han comprado todo tipo de artilugios para sus casas durante casi un siglo, y un año en la calle Santa Teresa.

Poco tiempo después de esta última mudanza empezó la crisis económica y los clientes dejaron de entrar por la puerta. "Fue de la noche a la mañana. De pronto un día dejaron de venir a la tienda. Antes no teníamos tiempo para nada y eso que mi hija estaba en la caja y había dos empleados más que tuvimos que despedir. De colas por la tienda pasamos a estar mirándonos las caras", cuenta José.

Pero no fue un mal día, ni una mala semana ni un mal mes. Fue una mala racha con la que empezaron a endeudarse. "Primero cayó la construcción, que suponía el 70% de los ingresos de este negocio. En una ferretería se hacen muchas ventas de 60 céntimos o un euro, pero lo que nos permitía hacer caja eran las obras. Y acto seguido empezaron a no entrar turistas", cuenta Gonzalo Rosario, quien explica que su caso no es único porque este mismo mes se han pasado por la tienda varios ferreteros que también han tenido que cerrar su negocio.

Ahora tienen todo al 50%. Quieren vender la mayor cantidad posible de género y lo que les quede meterlo en un almacén. No está la cosa ahora como para abrir otro establecimiento y guardarán lo que sobre del género por si vuelven tiempos más favorables. Como otros muchos locales del centro, esta esquina de la Plaza del Carmen también se quedará en barbecho hasta que lleguen tiempos más favorables.

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