Los orientadores se hacen con las riendas de la Secundaria

Son sólo 4 los que han conquistado la dirección de un instituto en la provincia pero su compromiso sirve de ejemplo para los más de 300 orientadores que juegan un papel clave en los centros educativos

José Agustín Garrido en una de las aulas del instituto Virgen de las Nieves.
José Agustín Garrido en una de las aulas del instituto Virgen de las Nieves.
A. Beauchy / Granada

07 de diciembre 2008 - 01:00

La orientación ha evolucionado mucho en los doce años que lleva inmersa en la enseñanza obligatoria y postobligatoria de este país. El orientador ha pasado de ser un extraño en las aulas, repudiado por docentes, alumnos y progenitores, a convertirse en una figura clave en la organización de un centro. Prueba de ello es que cada vez son más los que tienen en sus manos la dirección de los institutos, cuyo mayor reto es superar los índices tan elevados de fracaso escolar.

En la provincia de Granada, de 300 orientadores que trabajan aproximadamente en Secundaria, cuatro ejercen ya de directores en la capital, en Fuente Vaqueros y en Santa Fe.

El responsable de la dirección del instituto Virgen de las Nieves, José Agustín Garrido, pertenece a una de las primeras promociones de orientadores que salieron en Andalucía, lleva casi quince años como tal y nueve como director y opina que "el orientador contribuye a que la organización pedagógica de un centro sea diferente cuando está comprometido con la gestión".

La Administración hace hincapié en la normativa bajo la que se debe regir un instituto, pero también le otorga cierta libertad para que sea autónomo. "Un orientador presta más atención a la diversidad del alumnado y emprende medidas que cuestionan el método pedagógico que se lleva a cabo", apunta Garrido.

Pedir a la Administración docentes que reúnan un perfil de ámbito antes que un especialista de una materia concreta, enseñantes que tengan facilidad para llegar a los alumnos, por ejemplo, es uno de los sellos que imprime un orientador desde la dirección. "Debemos tener claro que estamos gestionando educación y no perdernos en la distribución de los cupos, en si tengo más profesores o menos", dice el director del Virgen de las Nieves.

El orientador entra en escena cuando el Gobierno español plantea una reforma en el sistema educativo (Logse) y lo convierte en la piedra angular, pues debe introducir un cambio en la metodología pedagógica que se seguía en las aulas. Conocedor de la problemática de los alumnos con necesidades especiales, el orientador empezó a generar unos mecanismos que permitieran su integración en el sistema reglado.

Más del 50% de los primeros orientadores provenían de los servicios sociales o del profesorado que contaba con la titulación (Psicología y/o Pedagogía). Pero las siguientes generaciones irrumpieron en los colegios e institutos sin experiencia previa como docentes, lo que llevó a muchos errores y a que fueran infravalorados por los compañeros.

La orientadora y, desde hace tres años directora, del instituto Hispanidad de Santa Fe, María López Nevot, incluso bromea al recordar su primer año. "Nos llamaban los paquistaníes, pues todos se preguntaban pa-qué-están los orientadores". No pertenecían a la plantilla de enseñantes ni participaban de los claustros, así que eran tachados incluso de emisarios políticos. "Muchos de mis compañeros creían que a mí me había enviado la Delegación de Educación para espiarles", explica la directora de Santa Fe.

Que un orientador recién salido de la facultad, con unos principios pedagógicos marcados por un sistema educativo nuevo, se plantara ante un profesor con más de 30 años de experiencia a sus espaldas y le cuestionara su metodología, provocó grandes tensiones en los claustros.

Ante esta situación la Asociación de Orientadores de Educación Secundaria de la Provincia de Granada (Asosgra), cuyo presidente es José Agustín Garrido y cuenta con más de un centenar de afiliados, solicitó a la Administración andaluza que proporcionara una formación extra en la práctica orientadora.

Los más veteranos contribuyeron así a que el perfil de los orientadores cambiase, pero han tenido que trabajar también estrechamente con los docentes para conseguirlo. La directora del Hispanidad dice que al principio se dedicó casi por entero a dar contenido a la labor de las tutorías, lo que se conoce como el Plan de Acción Tutorial.

Por primera vez los enseñantes se encontraron con una hora lectiva en la que no debían seguir impartiendo su materia, sino trabajar las tutorías. "¿Qué hago yo en esta hora?", dice María López que le preguntaban todos en sus primeros años en el Zaidín Vergeles "y muchos hacían oídos sordos y seguían dando su asignatura".

Un centro educativo no se concibe de forma aislada, depende de los medios que ofrece el Ayuntamiento, los Servicios Sociales, la Delegación de Educación e incluso los centros de salud. Tener contacto con las instituciones favorece la gestión de un centro educativo y el orientador lidia diariamente con todos ellos, para él es más fácil establecer los cauces de participación de la comunidad educativa aunque se le resistan otros ámbitos.

"Hay muchos días que me digo que ojalá y no hubiera cogido la dirección" dice María López, que comparte la dirección con la orientación porque la Delegación sólo le ha puesto una orientadora a tiempo parcial. La directora del instituto Hispanidad cree que hacen falta herramientas para que puedan abordar muchos problemas disciplinarios.

"El alumnado tiene un currículum oculto que, con los medios que disponemos, no podemos controlar", explica la orientadora de Santa Fe, pues "el profesorado hace más de lo que puede".

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