La partida de póker más cara de su vida
Tribunales
Puso los ojos morados a su contrincante mientras se jugaban las copas a las cartas en Cenes
Habrá de pagar 2.800 euros entre la multa y la indemnización a su oponente, también condenado
Jugar a las cartas es un entretenimiento que enseña a respetar turnos, refuerza la memoria y aborda la competitividad desde una perspectiva positiva siempre que no derive en una trifulca como la que ocurrió, el 17 de octubre de 2012, en un restaurante de Cenes de la Vega. La protagonizaron Melchor y Marino (nombres ficticios), que acabaron esa noche en el hospital y, tres años después, en los juzgados. Los dos hombres estaban echando una partida de póker. Se jugaban "las copas". Pero la diversión y la emoción se truncaron en un momento dado. El juego dejó de serlo por una discusión que acabó a golpes. La partida se tornó en algo más propio del western que de la vida real.
La riña ocurrió sobre las 21:30 horas. Fue "una agresión mutua", en el curso de la cual, Melchor y su adversario Marino "se golpearon mutuamente". Marino sufrió una contusión en la cara que le produjo una erosión en la oreja derecha. Melchor salió peor parado: sufrió una contusión en la cara "con edema y hematoma en párpados de ambos ojos y ceja derecha, pómulos y labios con sangrado de boca y ceja". También terminó con una herida contusa en la rodilla, una uveítis postraumática (inflamación de una lámina intermedia del ojo) y tuvo que ser derivado a neurología.
El caso fue enjuiciado el año pasado en el Juzgado de lo Penal 2 de la capital, que apreció en los hechos un delito y una falta de lesiones. Consideró autor del delito a Marino y le impuso una multa de 1.800 euros, y lo condenó además a indemnizar a su contrincante con otros 1.000 euros. A Melchor le atribuyó la autoría de una falta de lesiones, pro la que tendrá que abonar una sanción de 270 euros.
Aquella sentencia fue recurrida por los dos ante la Audiencia, que la ha confirmado. Pedían ser absueltos, pero sus condenas han sido ratificadas. El tribunal vio este verano el dvd con las grabaciones de las declaraciones prestadas en el juicio, tanto de los testigos presenciales que fueron interrogados en la vista como de los propios acusados, y no ha apreciado "ningún error" en las conclusiones alcanzadas por el juzgado. Respalda, de este modo, la valoración de las pruebas que hizo la juzgadora "para formar su firme convicción de la culpabilidad de cada acusado como autor material de las lesiones del otro en el transcurso de aquella riña mutuamente aceptada con agresiones recíprocas, en que las palabras a cuenta de una jugada pasaron a las manos".
La Audiencia indica en su sentencia, dictada por la Sección Segunda el 27 de junio y a la que ha tenido acceso este diario, que las lesiones "más numerosas e importantes" las tenía Melchor, de ahí a que su agresión tenga la categoría de delito y no de una mera falta. Pero también Marino resultó herido, levemente, pero herido. "Las mismas lesiones que cada acusado presentaba al término del incidente (...) constituyen un muy importante indicio del origen agresivo que los dos acusados se imputan recíprocamente".
Las lesiones más graves que presentaba Melchor son para el tribunal "por sí solas lo suficientemente expresivas de la inverosimilitud de la tesis del señor Marino", que vino a decir que el otro jugador se las habría causado "accidentalmente y sin intervención suya", por una caída al suelo y un posible golpe con una mesa o silla "tras lanzarle una banqueta y perder el equilibrio". Melchor, por contra, las atribuyó a "varios puñetazos" de Marino en el curso del incidente".
La Audiencia ha tenido muy en cuenta el testimonio de dos testigos amigos de los contrincantes. Uno dijo que a la pelea le precedió un "enfrentamiento verbal" provocado por Melchor al "faltar el respeto" a Marino. Ambos se levantaron entonces de la mesa y "forcejearon", lo que confirma, a juicio del tribunal, que "hubo un acometimiento físico entre los dos". Este testigo y el otro sacaron a Melchor al exterior del bar, pero volvió a entrar y la pelea tuvo una segunda parte.
Para ambos, probablemente esta haya sido la partida de póker más cara de sus vidas.
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